Es habitual que en los JRPG, tras haber salvado el mundo (y frecuentemente derrotado a dioses varios), la recompensa no sea más que una escena que nos muestre el final del viaje, el epílogo de los protagonistas que nos han acompañado decenas de horas. No se nos suele permitir disfrutar de esa nueva vida que le hemos dado al mundo a través de nuestra partida. Eastward: Octopia cambia por completo su jugabilidad para que disfrutemos al máximo de la ¿paz? que conseguimos.
Si en el juego base, Eastward ofrecía una agradable aventura con espíritu de JRPG, pero jugabilidad de un Zelda clásico, en este DLC las reglas han cambiado: Sam y John disfrutan de un merecido descanso mudándose a Octopia, sustituyendo las armas y los poderes psíquicos por la azada, la caña de pescar y demás enseres del campo. Eastward: Octupia es un simulador de granjas, con todo lo que ello implica; todo su contenido, que según sus creadores puede llevarnos hasta 20 horas completar, se juega bajo las reglas de este género. He jugado unas horas a este nuevo contenido para contaros hasta qué punto estamos ante una experiencia diferente de Eastward.
La comida es el motor del mundo
Eastward: Octopia mantiene las señas de identidad que hicieron del original un juego tan querido, pero ha cambiado su acción y mazmorreo por las mecánicas de un juego como Stardew Valley. Sam y John siguen siendo una dupla adorable, el apartado artístico del juego es una delicia y sus personajes, tanto nuevos como viejos conocidos, se mantienen tan carismáticos y parlanchines como siempre.
Aunque Eastward: Octopia es un simulador de granjas relajante, también está fuertemente guiado por la historia
Antes de profundizar más en el DLC, cabe destacar que es necesario tener el juego base para poder jugarlo. Se instala como un modo de juego aparte, al cual accedemos a través del menú principal; sin embargo, no es necesario haberse pasado Eastward, ni siquiera haberlo jugado previamente, para poder disfrutar de Octopia. Obviamente, la forma ideal de enfrentarse a Octopia es habiendo realizado el viaje que propone el juego original, no solo para alegrarnos por la nueva vida que John y Sam comienzan, sino también para reconocer los guiños y referencias a eventos pasados. Aún así, sus creadores afirman que lo han hecho pensando en todo tipo de jugadores, independientemente de que conocieran previamente Eastward.
La historia de Eastward: Octopia comienza con John y Sam mudándose a un pequeño pueblo de montaña prácticamente abandonado, Octopia, donde han comprado un humilde hogar en el que vivir de lo que ellos mismos cultivan y cocinan. Octopia es un lugar con una belleza decadente, lleno de malas hierbas, descuidado y en ruinas, pero también con unas estampas naturales hermosas y muchas posibilidades a la hora de construir nuevos edificios y repoblarlo.
No pasaremos mucho tiempo en Octopia antes de que se presente la oportunidad para atraer inversores y nuevos habitantes al pueblo, para así darle una nueva vida. De esta forma, Eastward: Octopia cultiva el espíritu cozy y de relajación de esta clase de propuestas, pero que también está fuertemente guiado por una trama global. Podremos pasarnos días sin saber muy bien qué hacer, pero normalmente será porque no hemos descubierto aún el siguiente objetivo a cumplir o no ha saltado el evento correspondiente al avance de la historia. Si bien puede ser un poco confuso en ocasiones, los que no somos muy aficionados a este género agradecemos que se añada de fondo una capa de propósito a las rutinas relajantes que conforman la base de estas obras.
La mayor parte de ocasiones los objetivos los marcarán nuevos platos a cocinar para algún personaje; el recetario es una parte muy importante de este contenido, teniendo que crear y desbloquear nuevas recetas con cada ingrediente que descubrimos. Esto nos llevará, o bien a buscar y/o cultivar nuevos ingredientes, o bien a construir edificios que nos den acceso a ellos; por ejemplo, al principio del juego tendremos que construir relativamente rápido la tienda en la que compraremos semillas y realizaremos encargos de materiales o mejoras para nuestros objetos.
Para cultivar los ingredientes tendremos que encontrar o comprar las semillas necesarias, limpiar la zona de cultivo con la azada mientras Sam va echando las semillas a nuestro paso, regarlas y esperar los días necesarios antes de poder recogerlas. El tiempo cambiante también será una variable a tener en cuenta, aunque por suerte nuestro fiel espantapájaros Hoffman nos dará pistas sobre la climatología futura.
Por supuesto, estos ingredientes pueden necesitar otros pasos antes de poder usarse para cocinar, como molerlos en el molino contiguo a nuestra casa. Además, con el hacha podremos destruir piedras, arbustos y árboles para obtener madera, piedra y minerales que serán esenciales para progresar. Pescar también es una opción, contando además con un minijuego muy divertido. Mejorar nuestras herramientas nos hará la vida más cómoda, pudiendo regar varias hileras de forma continua o recoger muchos cultivos de una sola vez, entre otras facilidades. Tarde o temprano, tendremos varios edificios y vecinos de los que estar pendientes o ganado que cuidar, expandiendo su propuesta siempre en terreno de sobra conocido, pero igualmente agradable.
Un contenido para todo tipo de jugadores
Como juego de simulador de granjas, siendo un servidor bastante novato en estas lides, me ha parecido muy accesible y disfrutón; no esperaba que me fuera a enganchar, pues no suele atraparme este tipo de jugabilidad, pero me he sorprendido a mí mismo en mas de una ocasión pasando tiempo descansando en el banco cercano a mi casa, solo gozando su banda sonora y viendo el efecto del viento en sus hermosos diseños pixel art. El hecho de que siempre haya un objetivo a la vista, que no sea simplemente ver los días pasar y crecer por crecer, ha marcado la diferencia en mi caso. Engancha muy fácilmente porque se progresa mucho y muy rápido, dando una falsa sensación de que el contenido se está terminando.
Aunque es una historia sencilla, sus encantadores personajes y mundo te atrapan sin darte cuenta
Aunque es una historia sencilla, sus encantadores personajes y mundo te atrapan sin darte cuenta. Además, se ve que sus creadores se han esforzado en crear un ambiente de comodidad para cualquier jugador. Si solo quieres dedicarte a tu granja, hay un botón de avance rápido para los diálogos; aunque hay una barra de estamina, se recarga muy fácilmente y no es en absoluto punitiva. Y, como no podía ser de otra forma, bajo sus granjas y terrenos siempre hay espacio para curiosos secretos, acertijos y bizarradas que nos resultarán muy familiares de Eastward.
Por si fuera poco, podemos disfrutarlo con los textos en castellano, algo que no estaba disponible en el lanzamiento original de salida. Y lo mejor de todo es que este contenido tan completo está disponible a menos de 6 euros. Tanto si sois jugadores nuevos como veteranos, e incluso si no os gustan los simuladores de granjas, Eastward: Octopia os va a sorprender. A poco que os llame la atención su premisa o su dirección artística, lanzaros a descubrir una de las propuestas indies más encantadoras de los últimos años.
En 3Djuegos | Análisis de Eastward. Un precioso homenaje a las aventuras clásicas con guiños a Zelda y Studio Ghibli
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