Si me ofreces un extraction shooter con un sentido de la acción en primera persona más bien formulaico, simple y sin pretensiones, francamente tu juego no me parecerá la gran cosa. Pero si a la vez me das una partida tan particular como para hacerme pasar varias horas entendiendo quién es quién, qué hay que hacer para avanzar y cómo me las puedo apañar para remontar cuando las cosas van mal, ahí la cosa cambia bastante a mejor.
Estas son las sensaciones que tuve probando Enginefall, el primer juego de un estudio llamado Red Rover Interactive —formado por ex desarrolladores de Funcom y Bohemia— y que tiene previsto desembarcar en un futuro cercano. El juego se ambienta en un mundo postapocalíptico en el que la sociedad ha pasado a vivir en trenes colosales que recolectan materia prima de la superficie terrestre.
Por supuesto, aquí esos mega-trenes son los que orquestan todo lo que hace único a Enginefall: en lugar de un único mapa grande y abierto como viene siendo habitual en el género, el juego transcurre por completo en el interior de estos vehículos gigantescos. Hay de varios tipos (p. ej. el jugador tiene su propio tren pequeño que hace las veces de hub, pero se usa para asaltar otros más grandes en cada partida) y los más grandes son básicamente mazmorras.
Cada vagón tiene su propio rol, y es importante familiarizarse con este y con los eventos
Hagamos aquí un inciso. Sé lo que estás pensando, y la respuesta es no: aunque hubiera estado increíble, Enginefall no te permite conducir físicamente tu tren hasta otro más grande para invadirlo saltando desde tu cabina de piloto como habrían hecho en Mad Max. Tu tren personal, insisto, es un simple hub; aunque al menos sí que puedes visitar el exterior de los trenes más grandes en ciertos momentos —corriendo algunos riesgos obvios, todo sea dicho.
Estos trenes están compuestos por diferentes tipos de vagones que obedecen a propósitos y roles muy concretos. Algunos de ellos cuentan con refinerías o maquinaria de recolección de materia prima, mientras que otros están a la intemperie y te lo ponen algo más fácil para extraer. Otros son laboratorios botánicos, o tienen pasadizos secretos entre cámaras tóxicas por las que ninguna persona debería pasar (ah, pero tal vez un polizón lo haga de todos modos).
La estructura sí que está más o menos condicionada: los primeros vagones son para la clase alta y están llenos de riquezas, pero para llegar hasta ahí necesitarás pases que habiliten las compuertas que separan cada vagón. Y conseguirlos no es fácil, razón por la que casi todo el mundo comienza en los últimos vagones. Estos son lo suficientemente grandes como para tener varias plantas, pero no como para hacerte invisible a ojos de otros invasores: te van a encontrar, el PvP está siempre activado y quien sospeche que llevas algo encima tratará de robarte.
Quien logra sobrevivir a la muchedumbre, ha de guiarse por los paneles del tren para hacerse una idea de los eventos que van a acontecer en el mapa (incluyendo dónde y cuándo tendrán lugar). Por ejemplo, es buena idea saquear la planta de reciclaje del vagón apropiado cuando está llena de recursos, pero siempre querrás marcharte a tiempo para cuando incineren toda la basura. Hay que estar atento a todas estas cosas para sobrevivir. Puedes usar los recursos que obtengas para fabricar armas, armaduras y consumibles; pero también pequeñas bases y puntos de reaparición para cuando las cosas vayan realmente mal.
La primera clase es mucho más lujosa, pero necesitas pases para avanzar hasta allí.
Desde mi perspectiva, aprender a desenvolverte en el tren es el mayor atractivo que tiene Enginefall, y otra cosa no, pero esa luna de miel sí está bien conseguida. Admito que me llamó la atención saber que existe un rol de maquinista dentro del tren que ejercen un jugador o un grupo de jugadores físicamente localizados en la cabina frontal, que pueden comunicarse por radio con todos los que están atrás y que tienen la capacidad de manipular ciertos aspectos del vehículo.
También me gustó saber que el nombre del juego corresponde en realidad a un evento que tiene lugar en los últimos compases de la partida, y que fuerza a todo el mundo a evacuar para conservar la vida y cualquier cosa que hubiesen obtenido; y en ese periodo de tiempo comienzan a fallar los sistemas y la gente se ve por todos lados a medida que tratan de encontrar un punto de rescate.
En resumidas cuentas, me ha gustado descubrir Enginefall. Hacerme una idea de cómo sobrevivir a su mundo, progresar y hacerme con pases que me permitan a su vez obtener mejor botín; familiarizarme con roles curiosos y con un mapa estructurado de una manera atípica. Ver ideas frescas o graciosas como saquear los cráneos de los jugadores derrotados y usarlos luego de decoración en tus propias bases. Todo eso está muy bien.
De lo que dudo es de la acción en sí. El manejo de armas es muy rudimentario, poco pulido; ni el movimiento ni las animaciones dan para tildar a tus personajes de carismáticos, expresivos, novedosos o satisfactorios. Es un shooter arraigado en lo más básico que puede dar de sí el motor, un poco al estilo de Rust o DayZ, y no sabría decirte hasta qué punto unas cuantas actualizaciones pueden cambiar eso a mejor. Me ha parecido muy justo en ese sentido.
Si Enginefall te llama la atención y te apetece darle un tiento, te alegrará saber que hay una prueba en camino del 12-16 de diciembre. Podrás probarlo solicitando una invitación desde su ficha de Steam. En caso de que ya hubieras podido jugar a la sesión anterior, en este caso encontrarás que los grupos ahora son para un máximo de tres jugadores en lugar de cinco, y que numerosos aspectos de la interfaz han mejorado. Sus autores me dicen, eso sí, que numerosas funcionalidades aún tienen previsto cambiar de cara al lanzamiento.
En 3DJuegos | Difícilmente vas a encontrar un RPG tan bueno como este, y es imposible no ponerse furioso al conocer su historia
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