Hacía mucho tiempo que no vivía una enganchada como esta. Pese a ser consciente de que se trata de algo cíclico, y que es un problema mío y no de los juegazos que llegan casi a diario, desde hace unos meses me encontraba en uno de esos baches en los que saltaba de un juego a otro sin que ninguno terminase de atraparme. ¿Para qué invertir más tiempo en algo que está claro que no estoy disfrutando, no? Por suerte, el lanzamiento definitivo de Foundation en Steam ha cambiado por completo esa mala racha.
Quienes nos seguís también en el Twitch de 3DJuegos sabéis que tengo devoción por lo que en mi casa ya se conocen como juegos de casitas. Títulos de gestión de ciudades en los que construir grandes urbes plagadas de monumentos y en los que los árboles de progreso tienen un peso primordial. Tras probarlo en acceso anticipado por primera vez hace ya cinco años, he vuelto a Foundation con motivo del lanzamiento de su versión final, y ha resultado ser una experiencia soberbia.
Parece lo de siempre, pero no tiene nada que ver
Las casi 15.000 reseñas muy positivas que ha cosechado esta joya oculta en Steam durante todo este tiempo son una buena muestra de hasta qué punto ponerse a excavar aquí tiene muchas posibilidades de desenterrar oro. Sin embargo, desde fuera Foundation es otro juego más en un catálogo lo más manido posible. Teniendo en cuenta que a estas alturas de la película encontrar un título de gestión que realmente aporte algo nuevo y se sienta fresco es difícil, el equipo de Polymorph Games ha encontrado la mezcla perfecta.
Si como yo eres fan de este tipo de propuestas, todo lo que esperas de base está ahí. Valiéndose de una estética medieval, tu papel es empezar con lo básico mientras vas haciendo crecer la ciudad a base de talar madera para poder construir y conseguir bayas para que tus habitantes puedan comer. Si son felices y tienen sus necesidades cubiertas, podrás subirlos de nivel para generar más dinero. Si lo haces lo suficientemente bien, podrás acceder a nuevas mejoras y edificios que optimicen tu producción y te permitan crecer aún más.

Lo has hecho ya en decenas de ocasiones y Foundation no tiene ninguna intención de reinventar la rueda ahí. Si algo funciona, no lo toques. Sin embargo, pese a que lo primordial sigue ahí, su girito hacia lo más básico termina siendo no sólo su gran baza para diferenciarse del resto, sino también la joya de la corona que lo convierte en un juego del que es difícil despegarse.
Mientras que en otros títulos de este estilo sus cuadrículas te obligan a estar jugueteando con caminos y espacios para luchar contra una falta de terreno que siempre termina convirtiéndose en engorro, Foundation apuesta por una filosofía completamente distinta: mapas ilimitados, desarrollo orgánico, y una personalización enfermiza sólo si deseas enfrentarte a ella.
Foundation es un juego hecho a medida
Valiéndose de pinceles de población, tú simplemente marcarás a tus aldeanos qué zonas ocuparán. Con ello les dices dónde pueden construir sus casas o qué zonas de arboleda pueden talar, y serán ellos los que, de forma orgánica, automatizada y realista, se irán haciendo hueco en la zona mientras tú te ocupas de todo lo demás. ¿Y los caminos? Simplemente se crearán a base de que los aldeanos pisoteen la hierba mientras buscan la forma más óptima de llegar hasta su objetivo.

El resto es pura relajación y creatividad. Es ir colocando edificios básicos que crezcan en busca de cubrir necesidades como el clásico cóctel de la granja de trigo, el molino para la harina, y la panadería que les da de comer en el mercado, pero también llevar la personalización de cada objeto un paso más allá. Cuando Foundation te pide construir un castillo te ofrece dos caminos, o te quedas con lo básico y saltas a lo siguiente, o puedes recrear el castillo de Disney a base de piezas modulares que se van interconectando entre ellas como si fuesen bloques de LEGO.
Es en esa personalización donde más termina brillando, llegando hasta todos los extremos posibles al ofrecer un sistema de mapas ilimitados en el que controlar sus características como quieras, o creando el tipo de partida que elijas con uno de los sistemas de dificultad más ambiciosos y accesibles al que me he enfrentado. Sin importar si eres un enfermo de la economía y los retos, o si vienes a disfrutar un cozy game que no te ponga palos en las ruedas, Foundation quiere que simplemente disfrutes de la experiencia a tu ritmo y a tu gusto.
Y no hay poco que rascar, precisamente. Más allá de casitas y talleres en un entorno lo más entrañable posible, si quieres meterte en misiones especiales de gestión podrás hacerlo, y si quieres hacer lo propio en forma de campañas militares con distintas unidades también arroja esa opción.
Es un endiablado reguero de miguitas de pan en el que, tras recoger la primera, es difícil no querer continuar para comprobar hasta dónde llega la madriguera del conejo. Foundation es uno de esos juegos que, en mi biblioteca de Steam, marco como juego para la jubilación porque hoy puede ser terriblemente peligroso para mí. El día de mañana, cuando pueda, voy a quemarme las pocas retinas que me queden.
Ver 6 comentarios