En solitario, trabajando durante casi diez años, Joakim Sandberg ha dado vida a una gran aventura de acción y plataformas de estilo retro que no solo sorprende por su sólida base jugable; también destaca por narrar una historia de gran calidad que te atrapa de principio a fin. En el análisis de Iconoclasts repasamos las fortalezas de este videojuego 2D, que ya es una de las sorpresas del año.
Aventuras de acción y plataformas con la etiqueta "de la vieja escuela" las hay a montones, por eso cada vez cuesta más destacar; sorprender a unos aficionados ya curtidos en mil y una batallas de estilo retro. Y sin embargo Iconoclasts lo consigue. Es un videojuego bastante tradicional que no inventa nada nuevo, sí, pero ya sea por sus emocionantes combates contra jefazos, o bien por la importancia que concede a su base argumental, esta obra del creativo independiente Joakim Sandberg deja huella. ¡Y de qué manera! El trepidante ritmo de su acción, el ingenioso diseño de sus puzles, la épica que desprenden algunas de sus batallas más importantes... y sobre todo sus personajes. Héroes y villanos que se sienten humanos, que están cargados de emociones; que sufren, y sonríen, y odian... y emocionan. Es lo más importante.
Protagonizado por una joven llamada Alondra -Robin en su versión original-, una de las grandes fortalezas de Iconoclasts tiene que ver con la propia construcción de su mundo. No me refiero exclusivamente al diseño de niveles, que es bastante bueno con ese estilo metroidvania a menor escala, es decir, con zonas más pequeñas pero por las que puedes moverte con libertad; hablo más bien del trasfondo argumental que da forma a la cruel distopía en la que nos embarca la aventura. Que no os engañe el colorido de los gráficos o el diseño de los personajes; el videojuego de Sandberg muestra a través de la Sociedad Única la peor cara de la humanidad, encarnada en una organización sectaria que rige el destino de las personas con mano de hierro, incluso estableciendo los trabajos que cada uno debe desempeñar. Y ahí entra en juego la protagonista; una mecánica ¡que no debería serlo!, pues esta profesión se considera casi una bendición solo apta para unos pocos elegidos. Dispuesta a ayudar a los más necesitados, pronto se convertirá en el enemigo público número uno, y ahí entramos nosotros en acción.
Un giro de tuerca
Equipada con una llave inglesa y una pistola de plasma, Alondra se embarcará en una emocionante aventura que la llevará a explorar una gran variedad de localizaciones como un desierto, zonas nevadas, bosques o incluso las profundidades marinas. En lo jugable, ya lo decía antes, Iconoclasts se siente bastante tradicional, combinando el buen plataformeo con muchos disparos y, claro, algún que otro puzle que, sin duda, han terminado convirtiéndose en una de las mejores partes del videojuego. Son ingeniosos, en algunos casos incluso originales, y sacan buen provecho de la exploración y las habilidades especiales de la protagonista, que puede usar su herramienta de trabajo para abrir compuertas, agarrarse a ciertos objetos, desplazarse a gran velocidad por raíles, o incluso usar la electricidad para accionar algunos mecanismos.
La buena noticia es que el videojuego de Joakim Sandberg sabe cómo sorprender con nuevos retos para que la acción nunca caiga en lo reiterativo. Combatiréis sin cesar, sí, pero también os tocará escapar de ciertos peligros valiéndoos del sigilo; o correréis a toda prisa esquivando trampas mientras un enemigo os pisa los talones, o saltaréis y bucearéis y... hasta sortear los muchos desafíos que propone esta divertida y, por momentos, también desafiante aventura. ¿Cómo defenderse de tales peligros? Como decía, comenzamos la partida con una pistola de plasma pero, progresivamente, obtendremos nuevas armas que, además de aniquilar monstruos, también servirán para eliminar obstáculos por el camino. En este sentido, la llave inglesa también funciona como arma.
El videojuego de Sandberg muestra a través de la Sociedad Única la peor cara de la humanidad
Es contundente en las distancias cortas, aunque su mejor baza es la capacidad de devolver ciertos proyectiles, que es una acción imprescindible para sortear algunos de los combates más duros y emocionantes de la aventura. Hay más de los que podríais imaginar a simple vista, pues hay más de 20 jefazos que nos obligarán a adoptar nuevas estrategias de combate. ¡Y son geniales!, porque además hay mucha épica en estos enfrentamientos, que a veces se plantean como un puzle en sí mismo. No basta con disparar sin ton ni son; hay que dar con los puntos débiles de cada enemigo y para eso, a veces, hay que activar antes ciertos mecanismos, o incluso apoyarse en otros personajes en los que son sin duda algunos de los mejores momentos de Iconoclasts.
Durante nuestro viaje por este colorido mundo futurista también podremos hacer uso de pequeñas ventajas tácticas que, previamente, habremos fabricado en un taller valiéndonos de los recursos que se encuentran dispersos por el mapeado. Aguantar la respiración por más tiempo bajo el agua, moverse con mayor celeridad, resistir mejor los golpes... hay un buen puñado de destrezas pero, ciertamente, su uso resulta meramente anecdótico pues las mejoras que ofrecen no son significativas, así que en muchos casos lo mejor es usar varias veces la misma ventaja para potenciar su uso. Iconoclasts también se muestra algo irregular en el diseño de sus escenarios. Por lo general son muy buenos, con pasajes ocultos y desafíos que sacan buen provecho de las peculiaridades del videojuego, pero hay unos cuantos que están por debajo de ese nivel de calidad y pueden resultar incluso aburridos.
El ritmo de la acción también presenta altibajos. Antes destacaba que la historia de Iconoclasts, o más bien su trasfondo argumental traducido al español, resulta por momentos apasionante, ¡y así es!, pero a veces el juego peca de exceso de información. Corta la acción con demasiada frecuencia y acaba siendo algo molesto. Nada especialmente grave pues, al final, terminas cogiendo cariño a los personajes que pululan por este colorido mundo de estilo retro durante una aventura que os llevará superar en torno a las 12 horas. ¡No está nada mal! Y lo mejor es que a nivel audiovisual también la obra de Joakim Sandberg ofrece resultados más que dignos.
Me encanta el colorido y diseño de personajes, así como la variedad de escenarios y su propia construcción. Y aunque es verdad que en algunos momentos el videojuego se muestra parco en detalles y no indica muy bien a dónde debes dirigirte, este es un mal menor en una gran aventura de acción y plataformas que coge lo mejor de los grandes clásicos y le da un buen giro de tuerca.
Ha dedicado casi diez años de su vida a crear esta aventura de acción y plataformas, y esa pasión se ve reflejada en un videojuego de gran calidad que sorprende por su potente trasfondo argumental y emocionantes combates contra jefazos. Iconoclasts es un videojuego trepidante, con muchos disparos, buen plataformeo y montones de puzles que os pondrán a prueba de muchas formas distintas. Sin duda, este juego de estilo retro es una compra más que recomendable.
- La variedad de acción; lo bien que combina puzles, disparos y plataformas
- Los combates contra jefazos son apasionantes
- Gran puesta en escena. El diseño de personajes y escenarios es muy bueno
- El ritmo de la acción se ve, en ocasiones, entorpecido por la narrativa
- Algunas mecánicas de juego, como el sigilo, no terminan de funcionar bien
