Llevamos toda la vida escuchándolo pese a que nunca hemos terminado de saber a ciencia cierta qué significa. El mítico Abracadabra está en los espectáculos de magia, entre los conjuros de Harry Potter, y hasta terminó dando nombre a la combinación de Abra, Kadabra y Alakazam que se está convirtiendo en la pesadilla de los Pikachu de Pokémon Pocket.
Sin embargo, pese a su fama a nivel mundial, como si de una palabra universal surgida de la Torre de Babel se tratase, en realidad nadie sabe muy bien de dónde sale Abracadabra y cómo se ha convertido en símbolo de la magia. Puestos a buscar su origen primigenio, parece que toca viajar en el tiempo para volver a la época que todos tenemos a diario en la cabeza, el Imperio Romano y sus costumbres.
El mazo definitivo de Pokémon Pocket
Por si venís a por el mazo, no os preocupéis que no tengo ninguna intención de agarraros del brazo. La clave es juntar dos Kangaskhan que aguanten el tipo mientras subes a Abra en sus tres evoluciones y te apoyas en Pociones y otros objetos. Gracias al poder de Alakazam (tres energías) podrás ventilar a todos los Pikachu, Charizard y Mewtwo que se te crucen de un solo golpe. Y ahora, a por la sabiduría adicional.
El Abracadabra del Imperio Romano
Para encontrar la primera muestra escrita del concepto Abracadabra toca viajar hasta el siglo III d.C. En concreto, a una obra del que en su día fuese el médico personal del emperador romano Caracalla, el sabio Sereno Sammónico. Es justo ahí, en el libro de medicina Liber medicinalis, donde la mítica palabra aparece por primera vez.
Como en muchas costumbres de la época motivadas por el desconocimiento, Sammónico se valía de un curioso remedio que, para curar lo que por aquél entonces se conocía como hemitritaion, requería escribir en un papiro la palabra ABRACADABRA.
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Tras la misma, justo debajo, se iría repitiendo la palabra deshaciéndose cada vez de la última letra, creando así un cono de palabras ininteligibles que terminaría con una simple A. La pirámide invertida de letras debería colocarse después en el cuello sujetada con un hilo como remedio a la enfermedad.
Poco podía hacer esa práctica para curar la hemitritaion. Lo que se escondía detrás de la palabra en latín, en realidad, es lo que hoy en día conocemos como malaria, que junto a otras enfermedades como la viruela o la tuberculosis se convirtió en una de las principales causas entre los más de mil fallecimientos por enfermedad que se producían en Roma cada año.
De la medicina antigua a convertirse en Pokémon
Ahora que sabemos a ciencia cierta que el Abracadabra no es una invención moderna, toca dar el siguiente paso. Dos pasos, en realidad: conocer de dónde salió y, por descontado, cómo llegó a convertirse en un símbolo de la magia. Para el primero, ya os adelanto, hay varios caminos que terminan en un mismo lugar: un muro.
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Tal y como recogía la BBC, a lo largo de los tiempos se han vivido varios ejemplos que, de una forma u otra, podrían haber derivado en el Abracadabra de hoy en día. El término se ha relacionado con el arameo con "avra c'dabrah", con el hebreo "abra kedobar", y hasta con el nombre de una deidad asiria la constelación de Tauro. La realidad, con distingos significados e interpretaciones para cada una de ellas, es que no hay documentación que respalde cualquiera de esas posibilidades. Es un "yo creo" de manual que, como por arte de magia, quiere buscar una etimología que sigue sin consenso.
Sí sabemos que su relación con la medicina viene de lejos, apareciendo en talismanes de la antigua Alejandría, y en códices de siglos posteriores siempre relacionados con la necesidad de encontrar una cura o la suerte. Una idea, la de escribir la palabra perdiendo letras en forma de pirámide invertida, que aún se mantenía allá por el siglo XVIII.
Por puño y letra del ocultista Aleister Crowley, con la llegada del misticismo del XIX, el concepto de la magia saltó de la medicina al entretenimiento, la charlatanería de curanderos, y un negocio de lo más jugoso. Fue entonces cuando se apoderaron de la palabra para convertirla en nuestro Abracadabra.
Ese encantamiento que a día de hoy nos llega de niños, cuando aún creemos en la magia, y termina quedándose con nosotros para siempre de la mano de cuentos infantiles, películas de magos adolescentes, y perturbadores Pokémon hipnotizantes.
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