Este juego necesitó un par de horas para darme una de las  lecciones de vida más importantes que he recibido: redescubriendo Journey

Este juego necesitó un par de horas para darme una de las lecciones de vida más importantes que he recibido: redescubriendo Journey

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Journey

El brillo de la arena del desierto, las dunas, una gran montaña y un sol cegador que nos observa en la distancia. Tu objetivo es llegar hasta allí, no sabes por qué. Se presupone que algo bueno ocurrirá, como en la mayor parte de videojuegos. Después de todo, es lo que te han enseñado, ¿verdad? En Super Mario Bros debes llegar hasta el banderín y en Call of Duty abrirte paso hasta que no queden enemigos.

Los jugadores tenemos las reglas muy asumidas, ¿pero qué ocurre cuando te cambian el guion y no todo funciona como esperabas? Pues que se hace la magia. Journey me hizo sentir eso. Lo único que tenía claro es que debía avanzar y descubrir qué es lo que se escondía tras el horizonte, tras esa misteriosa montaña partida en dos… esa es la única pista que te da thatgamecompany, la gran tentación que sientes… lo que te empuja. En el juego no hay apenas enemigos, ni trampas puestas con malas intenciones. Simplemente exploración, algunas veces consistente en dejarte llevar por la belleza de unos entornos con un misterio nada incómodo, sino diría que extrañamente familiar.

El Viaje a Ítaca en un videojuego

Puede que alguna vez hayáis escuchado hablar de Ítaca. Se trata de una pequeña isla griega que en el libro de la Odisea hacía referencia al hogar de Ulises. En este conjunto de cantos épicos compuestos por Homero, se narra el camino de regreso de este extraordinario guerrero tras la Guerra de Troya. Un camino repleto de aventuras, que duró diez años, que al final lo enriqueció más que cualquier otra cosa. No en vano, Konstantino Kavafis, siglos después, compondría el poema Ítaca en referencia a lo que nos habíamos centrado tanto en el objetivo… y olvidado de lo importante que es el camino.

Journey

De eso va Journey. Es el viaje a Ítaca convertido en videojuego. No hay mecánicas que te estresen, o que busquen un esfuerzo que te saque del placer de viajar. Todo está construido para el deleite visual, o para que escuches atentamente las hermosas melodías que ilustran cada sección de la aventura. Hay partes que no requieren que apenas toques el mando para que veas la belleza de un atardecer entre pilares, o que centres tu atención auditiva en los acordes de violín que suenan de fondo.

Un juego en realidad puede ser muchas cosas

Journey es tan especial porque da la vuelta a todo lo que entendemos por videojuego. Pero un juego en realidad puede ser muchas cosas. En este caso, quiere ser un viaje por lo hermosa que es la vida, por lo bonito que es disfrutar del viaje más que llegar a tu destino. Esa es la metáfora, y se construye atravesando un desierto. ¿Por qué? ¿Acaso es una penitencia? Podría parecerlo, pero es simplemente una consecuencia del minimalismo con que Jenova Chen ha impregnado a sus obras. Si recordáis flOw o Flower sabréis perfectamente de lo que estoy hablando.

Journey es un viaje por el sentido de la vida, pero que dura tan solo dos horas. Podría parecer poco, e incluso manifestar en cierta forma la fugacidad de la vida, pero resulta suficiente para hacerte entender que, una vez que atravieses esa misteriosa montaña, importa más lo que has vivido que lo que vendrá después. De hecho, lo que ocurre es… No, mejor que lo descubras por ti mismo.

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