La nostalgia es esto y no Stranger Things. El nuevo juego de Shin Chan evoca la importancia de frenar, aburrirse y no tener nada importante que hacer

La nostalgia es esto y no Stranger Things. El nuevo juego de Shin Chan evoca la importancia de frenar, aburrirse y no tener nada importante que hacer

Análisis de Shin Chan: Nevado en Carbonpolis. Un viaje nostálgico que celebra la sencillez de la infancia en un entorno encantador y con novedades

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Shin Chan

No soy muy fan del término slow gaming. Significa que el videojuego se ha convertido en esta cosa tan vertiginosa, tan implacable en la exigencia de reflejos, habilidad y velocidad, que cualquier título que no contenga acción es, básicamente, un juego de nicho. Uno especial porque no tiene acción como el 90% restante.

Lo cierto es que Shin Chan: Nevado en Carbonpolis es especial, pero por otros motivos: como su predecesor, Mi Verano con el Profesor, es un heredero de esa franquicia japonesa llamada Boku no Natsuyasumi, o My Summer Vacation, que pretende emular esos largos días de infancia de verano que todos hemos tenido, sobre todo en los tiempos pretéritos a Internet y la sobreestimulación del entretenimiento masivo, en el que el aburrimiento y los meses en el pueblo te llevaban a vivir (o imaginar) mil aventuras con tal de matar las horas. Una época de nuestra vida que ahora es nostalgia, mucho más real que ficciones como la que propone Stranger Things.

Nunca sabemos si  Carbonpolis es un lugar real o producto de la ferviente imaginación de Shin Chan

Aquí, claro está, todo pasa por el filtro del estupendo anime que nos cautivó hace ya décadas y que sigue funcionando a la perfección porque Shin Chan es ese niño a medio camino entre lo entrañable y lo travieso, espectro en el que todos nos hemos movido. Es imposible no sonreír cuando hace su famoso "culito, culito" o se pone a imitar a Ultrahéroe. En esta ocasión, visitará el pueblo de sus abuelos, lo que nos llevará a descubrir nuevas localizaciones hermosísimas como ya lo hizo el anterior juego. Y es que una de las mecánicas principales de Shin Chan, aunque sorprenda al más escéptico, es deambular por el pueblo.

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Para mí las actividades, como la caza de bichos, que puedes catalogar gracias a una entusiasta de ellos; o los minijuegos de pesca, tanto de peces como cangrejos; o las diferentes hierbas y plantas que encontramos; no dejan de ser un macguffin para tenerte ocupado mientras contemplas los preciosos fondos y piensas que, a veces, no hace falta mucho para pasarlo bien. Quizá por eso la llegada a Carbonpolis fue un poco chocante. No tardaremos mucho en seguir a nuestro perro Nevado que, cubierto de hollín, nos lleva a unas vías abandonadas donde un tranvía nos lleva a esta enorme ciudad dedicada a la minería.

ese evocador mensaje sobre apreciar las cosas simples y darle valor a lo insignificante,

Y digo chocante porque el contraste es fuerte entre la naturaleza desorbitada del principio y esta nueva ciudad que, además, posee un dibujo en mi opinión no tan atractivo. Aún así, poco a poco, entiendes su razón de ser: ayuda a crear más actividades para Shin Chan, conocer a nuevos personajes y aderezar un poco la historia. Además, es interesante cómo juega con el concepto de no saber nunca del todo si Carbonpolis es un lugar real o producto de la ferviente imaginación de Shin Chan, ya que siempre que vuelves de ella lo haces como despertándote de un sueño.

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Aparte de conseguir nuevas misiones y materiales, quizá la mejor actividad de Carbonpolis (y también del juego en comparación con Mi Verano con el Profesor) son las carreras de vagonetas, que poseen distintos circuitos y que, además, no se centran tanto en la velocidad sino en la recopilación de recursos por el camino. Y todo con el objetivo de descubrir los secretos que oculta la ciudad y, por supuesto, conquistar el corazón de una dama al estilo Shin Chan.

No hay duda de que este título tiene las cosas claras y logra transmitir ese evocador mensaje sobre apreciar las cosas simples y darle valor a lo insignificante, en claro contraste ante el descarrilado tren de vida que llevamos en las sociedades modernas. Pero también creo que podría tener un diseño algo más interesante, sobre todo, con misiones que, siguiendo el mismo tono, fueran algo más que la misma base de recoger ingredientes clave. Para ir abriendo caminos, se nos pondrán en medio varios personajes que nos exigirán siempre lo mismo: conseguir ciertos materiales. Pero ser niño en verano no es solo mirar al suelo, es también hacer una aventura de cualquier cosa; y, aunque la ciudad de Carbonpolis en ocasiones cumple esa función, creo que debería ser la constante a cada paso que des. Que la rutina veraniega se mezclase siempre con la emoción de lo inesperado.

Con todo, Shin Chan: Nevado en Carbonpolis es probablemente no solo una buena secuela, sino que ha aprendido algunas lecciones. Pese a que sigo creyendo que todavía hay mucho más que se puede hacer dentro de sus sencillos sistemas, gustará a aquellos que les guste coleccionar y catalogar todo tipo de animales y plantas. Quizá es un juego que habría preferido jugar en verano en una portátil, más aún porque la versión de PC que he jugado en sobremesa, aunque es correcta, se asemeja a aquellas ediciones descuidadas de consola que salían hace un tiempo, sin prácticamente opciones gráficas y limitada a 1080p. Pero quizá incluso esto sea parte del objetivo del juego, pues no es un título al que exprimirle el máximo rendimiento, sino al que acudir para que nos ayude a frenar a nosotros. Y disfrutar del puro acto de no hacer nada importante.

Una experiencia que invita a frenar

Sin sello
Shin Chan: Nevado en Carbonpolis análisis

Shin Chan: Nevado en Carbonpolis

Por: Alejandro Pascual
Sin sello

Shin Chan: Nevado en Carbonpolis es una buena secuela que sigue el mismo estilo que su antecesor: evoca otro momento de nuestra vida en la que podíamos permitirnos bajar el ritmo (o no teníamos otra opción) y el aburrimiento nos llevaba a vivir mil aventuras. Es uno de esos juegos que huye de la acción y abraza la paciencia, que se recompensa con descubrir y amar la naturaleza. Tal vez no sea perfecto en cada detalle de diseño, porque creo que se podría mejorar el sistema de misiones con objetivos acordes pero más narrativos. Aún así, hay algo profundamente satisfactorio en dedicar tiempo a mirar, explorar y coleccionar animales y plantas sin más propósito que el de, simplemente, hacerlo. En una época tan vertiginosa como la que vivimos, quizás lo más valioso que ofrece es, precisamente, esa posibilidad de frenar y no hacer nada que sea, o que creamos que es, importante.

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5 cosas que debes saber:
  • Buena secuela que mejora en algunos aspectos al original.
  • Basado en el popular anime de Shin Chan, un niño de cinco años tan travieso como adorable.
  • Los fondos del pueblo son hermosísimos y están hechos para que sea un placer recorrerlos.
  • Carbonpolis es un buen añadido que trae sus propias actividades y minijuegos.
  • Un título que nos invita a amar la naturaleza y el acto de no hacer nada importante.
Jugadores: 1
Idioma: Textos en español, voces en japonés
Duración: 10-12 horas
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