Hace doce años, Bethesda nos regaló uno de los mejores videojuegos de rol de la historia: Skyrim. Un juego que nos sumergió en un mundo fantástico lleno de dragones, magia, guerras y aventuras. Un juego que nos hizo sentir parte de una leyenda, de una profecía, de un destino. Un juego que nos dejó explorar, crear, personalizar y vivir como quisiéramos. Un juego que me tiene todavía enganchado y que se ha convertido en un "lugar feliz" al que acudo de manera recurrente aunque sea para una partida rápida. Una década lleva ese juego ahí incombustible, inamovible, tallado en piedra como una palabra de dragón.
Hace unos meses, Bethesda nos presentó su última obra: Starfield. Un juego que prometía ser el Skyrim del espacio, el sueño de todo pirado de la ciencia ficción como yo: una promesa de felicidad. Un juego que nos quiere llevar a un universo infinito lleno de planetas, facciones molonas, tecnología, misterios y peligros. Un juego que promete hacernos sentir parte de una epopeya, de una misión, de un futuro. Un juego que quiere ser sinónimo de explorar, crear, personalizar y vivir como quisiéramos. Un juego que me decepcionó.
¿Qué ha pasado? ¿Cómo es posible que el mismo estudio que nos dio Skyrim nos haya dado Starfield? ¿Qué ha fallado? ¿Qué ha faltado? ¿Qué ha sobrado? "No eres tú, soy yo", le podría decir a Todd Howard, apurando la última de una serie de amargas cervezas. Y es que comparando los dos juegos y analizando sus puntos fuertes y débiles, Starfield y yo no hemos terminado de encajar. No pasa nada, y no pretendo ser objetivo, ni imparcial, ni justo. Solo quiero ser sincero como jugador y como fan de Bethesda. Así que, si eres de los que está disfrutando con Starfield, o de los que odias Skyrim, no hay motivos para que nos llevemos mal.
Lo que Skyrim tiene y Starfield no
Skyrim es un juego que tiene muchas cosas que Starfield no tiene. Y no me refiero solo a los dragones o las espadas que absorben almas. Me refiero a cosas más importantes, más profundas, más esenciales. Cosas que hacen que un juego sea un juego, y no un simulador de explotación laboral. Cosas que hacen que un juego sea divertido, y no aburrido. Cosas que hacen que un juego sea memorable, y no anecdótico.
En primer lugar, la inmersión en Skyrim es incomparable, es un juego que me hace sentir frío cuando recorro sus paisajes nevados. Que "me pone arribota" con el tema principal de su banda sonora. Desde el momento en que te bajas de la carreta y ves ese horizonte nevado, sientes que estás en un mundo vivo y vasto. Cada rincón tiene su historia, cada personaje tiene sus motivaciones. Te conviertes en el protagonista de una narrativa que se desarrolla de manera orgánica, donde tus elecciones afectan el curso de la historia. Starfield también lo hace, claro, es el sello de Bethesda, pero esa riqueza narrativa se ve lastrada por cómo el juego en sí espacia la trama con una constelación de mecánicas que no me aportan nada. Es cierto que puedo pasar de ellas si quiero, pero hacerlo parece ralentizar mi avance en el juego. Los planetas son vastos y vacíos, y eso en sí no es un problema, porque a parte de un explorador, soy un romántico empedernido que ve la belleza de cualquier roca o florecilla digital. Pero no me hace sentir "legendario" como Skyrim; me hace sentir mal pagado.
También tengo que ser justo y reconocer las cosas buenas del nuevo juego. En Starfield he encontrado muchas cosas fascinantes, como puestas de sol alienígenas preciosas, emocionantes tiroteos en baja gravedad, y algunas misiones secundarias memorables. Soy muy fan de sus diferentes facciones. "Naves en llamas más allá de Orión", podría resumirlo. Reconozco que el arranque de Starfield me tenía deslumbrado. Pero hay que reconocer que es muy difícil para un amante de los videojuegos comenzar una nueva aventura de este tipo y no sentirse abrumado por las novedades.
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Ha sido al ir avanzando, poco a poco y día a día, cuando cayó sobre mí, como una losa, la sensación de que no me estaba divirtiendo. Y no hay nada peor que eso para un videojuego. Porque creo que ir a los videojuegos como quien va al trabajo es algo antinatural al concepto mismo de juego. Al que quiera profundizar sobre esas ideas le remito al bueno de Hideo Kojima y sus ideas sobre el "Homo Ludens". Pero a nadie se le escapa que un juego debería ser divertido, y en un momento dado yo ya no me estaba divirtiendo.
De pronto me vi caminando, sobrecargado, despacito, por un paisaje desierto desnudo. Solo quería ir del punto A al B y no invertir más de 10 minutos en ello. Fueron casi 20. Y al llegar a mi nave tampoco me quedaba espacio de almacenaje para dejar la nueva carga. Eso no es divertido, y es que, el sistema de progreso de Starfield no es para mí. Os prometo que no llevaba tantas cosas, unos minerales, un par de armas. Con Skyrim siempre he tenido la sensación que cualquier pequeña acción me ayudaba a seguir adelante, a mejorar mi experiencia de juego. Y esas mejoras, además, llegaban de una manera natural, adaptada a mi aventura tal como yo quería disfrutar de ella. Con Starfield esa sensación no la tengo. Cada pequeña mejora me supone horas y horas y horas de tediosas acciones. Al menos, esa sensación tengo.
¿Y cómo puede ser que con unas secundarias tan bien escritas y desarrolladas, nadie haya pensado que el tema de modificación y diseño de naves merece una explicación con algo más de detalle? Parecen dos temas que no tienen que ver el uno con el otro, pero si escribes miles de líneas de diálogo, ¿tanto cuesta dedicarle dos o tres párrafos a explicarme "FACILITO" cómo hacerme una nave chula? Es que en Starfield no vales nada si tu nave no es un buen vehículo. En los avances del juego Bethesda mostró que alguien había sido capaz de crearse un maldito Optimus Prime y yo no soy capaz de poner dos módulos extra de carga a mi nave y que el aparato levante dos palmos del suelo.
Esa es otra, Bethesda me estaba ofreciendo un tipo de experiencia que, a la hora de la verdad, no he tenido. Diré que la culpa es mía, una vez más, que soy víctima del hype. Pero según se acercaba la fecha de lanzamiento y la desarrolladora empezaba a matizar algunas declaraciones y a aclarar algunos aspectos del juego, ya debería haberme oído la tostada. A quemado, por supuesto. Pero bueno, "no me llames iluso por tener una ilusión". Yo quería creer, y la verdad es que todavía veo un potencial enorme en el juego. Pero también creo que Starfield necesita un repaso. No puedo señalar un solo elemento que por sí mismo pudiera suponer una mejora significativa de mi experiencia al modificarse. Es algo parecido al principio de incertidumbre: Si trato de decir qué es lo que no funciona, en realidad veo que no es eso en concreto, al menos, no durante todo el tiempo. Y entonces pienso que es otra cosa, cuando, en realidad, son muchas cosas que a veces me funcionan y a veces no, cada una en un momento y lugar diferente.
Starfield: Premium Upgrade - Xbox Series X (not playable until 9/1)
No sé si el juego mejorará para mí de la mano de los mods creados por los aficionados, o gracias a una biblia de parches oficiales. Pero necesito algo en Starfield que derrote al tedio. Con Skyrim siempre tengo la sensación de estar haciendo algo emocionante, o que en cualquier momento va a pasar algo divertido. Mi aventura iba conmigo en la mochila. Con Starfield mi aventura está repartida entre el (de momento) limitado espacio de equipación, el desastre volador que es mi nave, varios puestos avanzados diseminados por el sistema solar y una lista casi interminable de misiones secundarias y encargos.
La comparación entre Skyrim y Starfield no busca enfrentar los esfuerzos de Bethesda en los dos juegos, ni negar el potencial que aún puede ocultarse en las estrellas de Starfield. Ambos juegos representan momentos cruciales en la evolución del estudio, cada uno con sus virtudes y defectos. Pero es innegable que Skyrim sigue siendo el referente en la industria, mientras que Starfield a lo mejor no ha logrado la repercusión esperada. Es posible que me equivoque, pero no sé si dentro de 10 años estaremos hablando de Starfield como hablamos hoy de Skyrim. Ojalá me equivoque y estemos hablando de los dos. No obstante, Starfield ha sido un intento valiente por ampliar la experiencia de juego, a pesar de que yo lo pueda considerar un tropiezo.
La decepción que algunos experimentamos con Starfield no nubla la esperanza de que Bethesda, con el tiempo, escuche las críticas constructivas de los jugadores y perfeccione su obra espacial. La comunidad de modders seguramente desatará su creatividad para pulir las asperezas y agregar contenidos interesantes e ideas divertidas aún no exploradas. En última instancia, la elección entre Skyrim y Starfield puede depender del tipo de viaje que cada jugador desee emprender: ¿una travesía nostálgica por Tamriel o la exploración de las vastas y desconocidas fronteras intergalácticas? Recordemos que la verdadera magia de los videojuegos radica en la diversidad de mundos que ofrecen y en la forma en que cada jugador elige vivir su propia historia.
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