Análisis de Syberia The World Before. Una aventura que hace las paces con los jugadores decepcionados

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El legado de la franquicia Syberia dentro de las aventuras gráficas de ordenador es indiscutible, pero Syberia: The World Before se enfrenta a una pregunta muy importante: ¿la obra póstuma de Benoît Sokal está a la altura de las dos primeras entregas, o es un tropiezo incómodo como la tercera parte? Te lo contamos en nuestro análisis.

Mi relación con la franquicia Syberia es un poco de amor y odio. Me encantaron las dos primeras entregas, con ese misterioso viaje de Kate hacia los confines del planeta para consumar un sueño ajeno, pero la tercera parte me dejó un poco frío (el juego de palabras es fortuito), principalmente porque el guion, una de las claves de la fórmula, parecía despojado de toda la inteligencia y la sensibilidad que había tenido anteriormente. El Syberia original y su excelente continuación eran obras sobre la pertenencia, sobre cómo encontrar nuestro propio lugar en el mundo, mientras que la idea central de Syberia 3 parecía ser más bien el desencuentro, una infructuosa búsqueda interminable. Si te soy sincero, no tengo del todo claro ni siquiera si la tercera entrega estaba justificada desde un punto de vista argumental, aunque es algo que digo sin ningún tipo de resentimiento o maldad; me refiero a que tanto Syberia como Syberia 2 se sentían como obras plenamente cerradas, perfectas en el sentido clásico de la palabra, y ese epílogo, que suponía la culminación de todas las fantásticas esperanzas que había ido cimentando la aventura, se grababa a fuego en la memoria.

Y entonces, claro, llega la tercera entrega, trece años después, y lo pone todo patas arriba: Kate Walker se vuelve un tanto huraña, a veces incluso previsible, los diálogos pierden buena parte de su chispa, y la trama pasa de tener un espíritu muy humanista a "bajarse al barro" con otras cuestiones más mundanas, menos sutiles… Y encima con problemas técnicos para rematar la faena. Objetivamente hablando Syberia 3 no fue un título terrible, pero como renacimiento de una aventura gráfica de culto fue bastante descafeinado, puede que incluso desafortunado. Quizás por eso no tenía demasiadas esperanzas puestas en Syberia: The World Before, la cuarta entrega de la serie, pero debo confesar que me equivocaba, pues en la que ya es la obra póstuma de su creador, el dibujante belga Benoît Sokal, he vuelto a encontrarme con la inconfundible magia melancólica y arrebatadora de Syberia. En las siguientes líneas te cuento qué me ha parecido, pero ya te puedo adelantar que lo nuevo de Microids combina los avances de la aventura gráfica moderna con el corazón propio de las obras de antaño; veamos por qué.

El legado de Syberia

Lo que hace memorable y única a una aventura gráfica son sus personajes, el guion y, en muchas ocasiones, esa especial manera de entender el mundo que tienen sus creadores; si nos vamos al pasado, podemos pensar en la melancolía cyberpunk del genial Blade Runner de Virgin Interactive, en el encanto demencial de Guybrush en Monkey Island y, por supuesto, en la sensacional atmósfera de novela negra de Grim Fandango, con su clara inspiración en las mitologías precolombinas mexicanas. Diría que todos estaremos de acuerdo en que cada uno de ellos tenía algo distintivo, algo que se pegaba a la mente del jugador y seguía rondando los dominios del pensamiento durante muchísimo tiempo. ¿Y qué pasa con Syberia? El tono de Syberia era distinto también, ciertamente; tenía un pequeño rastro de humor, de ironía de fondo, pero siempre pensé en la obra de Benoît Sokal como un intento desesperado de evadirse del ruido del mundo, de centrarse en lo que verdaderamente importa. Para mí, esa es la auténtica esencia de Syberia, aunque no descarto que cada jugador tenga su propia respuesta.

El Syberia original y su excelente continuación eran obras sobre la pertenencia

No obstante, esta idea central ha tenido sus más y sus menos. Antes de adentrarnos de lleno en el argumento de Syberia: The World Before, creo que es indispensable hacer una pequeña recapitulación; no te preocupes, no voy a entrar en destripes innecesarios, pero creo que es interesante, cuando menos, establecer una línea imaginaria entre las distintas obras de Syberia. Como te decía anteriormente, las dos primeras entregas funcionan como una bilogía. En la primera parte, Kate Walker llega a Valadilène, a fin de resolver un contrato de compraventa de las industrias de autómatas Voralberg y, después de unos cuantos reveses personales, finalmente se embarca, ya en el segundo título, en una preciosa aventura que habrá de llevarla hacia los límites septentrionales de Rusia, más específicamente a una isla ficticia llamada Syberia, claramente inspirada en Wrangel Island, el último bastión de los mamuts en el mundo real. Por otro lado, Syberia 3 pretende "desligarse" de los dos títulos anteriores, pero no lo consigue de manera satisfactoria; de hecho, más que un punto y aparte parece un punto y seguido no muy bien conectado, algo que no termina de encajar con la tónica de su trama.

Una aventura que hace las paces con los jugadores decepcionados

En cambio, Syberia: The World Before sí que logra pasar página; es, digamos, la vida de Kate Walker después del viaje que lo cambió todo. Es una continuación directa de la tercera entrega, en el sentido de que tiene lugar justo después de lo acontecido en Syberia 3, pero tiene ese espíritu pionero (como dirían los americanos) de buscar un nuevo camino. De nuevo, sin ánimo de reventarte la historia de los anteriores títulos, vamos a hablar de cuestiones que suceden en los primeros veinte minutos de esta cuarta parte: Kate es obligada a trabajar en una mina de sal siberiana que hace las veces de campo de concentración soviético. Allí, en los gélidos eriales del norte de Rusia, Kate conoce a Katyusha, una joven e irreverente rockera que también se ha visto atrapada en esa espiral de esfuerzos forzados. Poco después, Kate y Katyusha encuentran un antiquísimo retrato de una mujer que se parecía muchísimo a nuestra protagonista; a partir de ahí, una cosa lleva a la otra y Kate, ya liberada de sus captores, se propone descubrir qué fue de ella.

Una aventura que hace las paces con los jugadores decepcionados

Syberia: The World Before logra pasar página:, la vida después del viaje que lo cambió todo

El tema está en que la joven del retrato es Dana Roze, nuestra segunda protagonista; de esta manera, el hilo argumental de Syberia: The World Before se trabaja desde el multiperspectivismo, es decir, desde una narración que tiene en cuenta el punto de vista de varios personajes. Si has leído algún libro de Canción de Hielo y Fuego, por ejemplo, sabes perfectamente de lo que estoy hablando, puesto que algunos capítulos están narrados desde la óptica de Tyrion, otros desde la de Jon Nieve o Daenerys, etcétera. En la nueva aventura gráfica de Microids tenemos dos perspectivas; por un lado, la de Kate, en una Europa ficticia pero verosímil (con autómatas de estética steampunk, eso sí), en los 2000; por otro lado, la historia de Dana Roze, a finales de la década de los 30, justamente en los prolegómenos de la invasión fascista que atenazó al Viejo Mundo en el siglo pasado. En efecto, son tiempos de tragedia y de desolación, pero también de esperanza, de solidaridad y de unión en la adversidad. El guion, en líneas generales, es bastante potente, y no duda a la hora de presentar este tipo de cuestiones incluso de manera explícita. Probablemente destaca la Sombra Marrón, la adaptación de la ideología nacionalsocialista que aparece en Syberia: The World Before, pero también hay espacio para las leyendas y el folclore europeo, algo que casa perfectamente con el legado de la licencia.

Una aventura que hace las paces con los jugadores decepcionados

De esta manera, la trama se centra en Vaghen, una ficticia ciudad centroeuropea con reminiscencias de Praga o Viena; la propia urbe es la capital de Osthenthal, también un lugar irreal, que hace las veces de pequeño país en la frontera oriental con Suiza, así que más o menos te puedes hacer una idea de lo que va a pasar a nivel bélico. Eso sí, dejando cuestiones escabrosas de lado, lo cierto es que lo que más me ha gustado de la narrativa del nuevo Syberia son sus personajes; Kate vuelve a ser carismática, como nos había acostumbrado en el pasado, con sus comentarios irónicos y su enorme asertividad, y Dana Roze, la gran novedad de The World Before, es sencillamente cautivadora, con ese papel de joven pianista de altos ideales que se ve arrastrada por una creciente marea de odio y tristeza. Además, los actores secundarios también cumplen. Por desgracia, es indiscutible que a veces hay problemillas de ritmo. Nada serio, por suerte, pero sí asperezas como conductas que van y vienen de manera un tanto apresurada, algún que otro carácter previsible, o la necesidad de empatizar rápidamente con un personaje que casi no conocemos para que ciertos sucesos tengan el impacto previsto. El final también tiene sus claroscuros, porque trae un cliffhanger exagerado que no convencerá a más de uno. No obstante, las sensaciones se mantienen: el nuevo Syberia está muy bien escrito, un requisito indispensable para toda aventura gráfica que se precie.

AVENTURA GRÁFICA TRADICIONAL A LA FRANCESA

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Al igual que en los anteriores títulos de la serie, nos encontramos ante una aventura gráfica point and click en la que las conversaciones, el descubrimiento de secretos y la resolución de rompecabezas ambientales se llevan todo el protagonismo; por tanto, y como es lógico, no habrás de esperar mucha interacción jugable. Sin embargo, sí que hay un sistema de movimiento relativamente libre, ya que la progresión es lineal pero permite ciertas dosis de exploración. Es más, hasta cierto punto el juego te insta a que explores, a que recorras los bellos escenarios modernistas de Vaghen para dar con todas las respuestas posibles, en su mayoría referidas a una mayor contextualización del mundo de Syberia y de su historia, si bien de vez en cuando también hay que buscar algún que otro objeto para poder avanzar en la historia. La exploración viene acompañada de un sistema de inspección de objetos con lo típico: la posibilidad de rotarlos o de investigar detalles de los mismos, mecánica que, en cualquier caso, no es del todo novedosa en el género.

Una aventura que hace las paces con los jugadores decepcionados

Muy cinematográfico en todo momento, muy bien medido en todos sus planos

Por supuesto, también hay multitud de puzles o acertijos ambientales en la fórmula. En su mayoría son bastante sencillitos, pero siempre consiguen sorprender por su originalidad o por su funcionamiento. Es decir, no hay experimentos extraños, previsibles o poco intuitivos, probablemente uno de los grandes males del género. Por ejemplo, recuerdo con especial cariño un rompecabezas en el que había que abrir un baúl, a partir de la resolución de distintos puzles internos e interconectados; primero había que orientar bien unas ilustraciones para que la imagen tuviera sentido, luego tenías que completar otra sección que estaba en zona separada del escenario, y el paso final consistía en dar con una clave que estaba escondida en otro momento histórico. Esto nos lleva al siguiente punto: algunas situaciones se resuelven simultáneamente en dos períodos distintos, es decir, en la perspectiva de Dana Roze y en la de Kate Walker, por lo que el cambio de época también tiene implicaciones jugables. De este modo, las acciones de Dana terminan repercutiendo en las de Kate, circunstancia que se resuelve con un acierto variable (a veces es muy satisfactorio, en otras parece un poco forzado, oportunista); hasta cierto punto me recuerda un poco a la dualidad de realidades de The Medium, por eso de estar interactuando con el mismo escenario en dos tiempos o dimensiones, si bien no tiene pretensiones tan altas.

De todas formas, esta no es la única vez en la que la narrativa y la jugabilidad de Syberia: The World Before se tocan de manera directa, porque también hay un sistema de elección de respuestas para determinadas conversaciones. Al igual que con la exploración, las opciones de diálogo en su mayoría se tratan de preguntas vinculadas a Vaghen y a los pintorescos personajes que la pueblan, por lo que tampoco te esperes mucho contenido adicional a nivel argumental, ni una variación notable de la historia en función de tus elecciones. Probablemente lo mejor de las conversaciones, al margen del guion principal, sea el sensacional juego de cámaras; el nuevo Syberia se siente muy cinematográfico en todo momento, muy bien medido en todos sus planos. Además, la banda sonora es magnífica. Tiene muchísimas piezas orquestadas de gran calidad, y el tema principal, el Himno de Vaghen, combina hábilmente el piano con los instrumentos de cuerda. Una auténtica delicia.

Una aventura que hace las paces con los jugadores decepcionados

En cuanto al apartado visual, lo cierto es que Syberia: The World Before no destaca especialmente por su músculo técnico. Las animaciones faciales, las texturas e incluso la estabilidad del motor parecen propias de tiempos pasados, y algunos efectos, como las sombras, dejan momentos un tanto extraños; no obstante, el diseño artístico y la correcta elección de los planos y de las perspectivas que te comentaba antes permiten que lo nuevo de Microids se arregle bastante bien. Vaghen, así como sus distintas localizaciones, es preciosa, con una atmósfera modernista y steampunk que se va ensombreciendo a medida que la Sombra Marrón avanza por el centro de Europa.

El diseño de Dana Roze también es genial; quizás es junto con Hans Voralberg el personaje más entrañable de Syberia, al menos a nivel estético. La mala nota la encontramos en el rendimiento, inestable incluso en configuraciones de gama alta; en mi caso, pude probar el título con una GTX 1080ti y una RTX 3070, y aunque en ambos casos es plenamente disfrutable a resoluciones elevadas, creo que los frecuentes tirones evidencian que estamos ante otro caso más de mala optimización. No es el fin del mundo, porque su jugabilidad no requiere de una estabilidad total, pero ahí queda como apreciación técnica.

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Syberia: The World Before

Por: El equipo de 3DJuegos
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Diría que a Syberia: The World Before solo le ha faltado un poquito de ritmo para igualar a la primera y la segunda entrega de la franquicia, y eso ya es mucho decir. La obra póstuma de Benoît Sokal es una aventura gráfica emocionante, cautivadora y cercana que rinde homenaje a los clásicos del género con su estructura point and click y su énfasis en la exploración y en la inspección de objetos para avanzar en la historia principal. Además, los personajes principales están a un gran nivel (especialmente Dana Roze), el guion es muy inteligente y trata temas como el fascismo, el odio y la solidaridad, y la banda sonora es maravillosa. Despejados ahora los fantasmas de Syberia 3, la tercera en discordia, el legado del dibujante belga se reconcilia con su esencia más pura y literaria, y ahora me queda la duda de qué nos deparará la licencia en un futuro. Si te gusta el género, o si te apetece disfrutar de una gran historia, no lo dejes pasar; ya te digo que no te va a dejar indiferente.

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5 Cosas que debes saber:
  • La trama es inteligente y amena, aunque tiene algún problema de ritmo.
  • Los diálogos están a un gran nivel, con dos protagonistas carismáticas y únicas.
  • Buen diseño artístico y banda sonora memorable.
  • Jugablemente es una aventura gráfica clásica, con mucha investigación y conversación.
  • Tiene problemas de rendimiento y de estabilidad a tener en cuenta.
Jugadores: 1
Idioma: Textos en español y voces en inglés
Duración: 10-12 horas
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