Tengo un recuerdo super vívido de System Shock, no sé si es porque era un renacuajo de 10 años cuando lo jugué por primera vez, pero la sensación de estar perdido en un laberinto, donde cada esquina era una amenaza, todavía me hace tener escalofríos. Y claro, también estaba SHODAN. La maldita SHODAN. Cuando mi jefe me dio la oportunidad de volver a Citadel Station por primera vez en consolas te prometo que en un principio el cuerpo me pidió decir que no. Después me dije, Alfonso, han pasado 30 años, ¿no tienes curiosidad por ver de qué manera lo han renovado? ¿Será capaz de mantener la misma tensión y el mismo misterio que te atrapó (y acojonó) hace tres décadas? ¿Serás capaz de enfrentarte a la mejor villana de la historia de los videojuegos de nuevo?
Cuando System Shock llegó por primera vez, fue un pionero que sentó las bases para joyas como Deus Ex y Bioshock. Ahora, y tras un largo y nada fácil desarrollo de varios años de duración, Nightdive Studios ha lavado su cara intentando mantener la esencia sin perder un ápice de su complejidad y desafío. Lo pudimos comprobar en PC hace apenas un año, como ya te contamos en el análisis de System Shock Remake para PC, y hoy es el turno de las consolas, donde esta joya se estrena por primera vez en su historia. No es poca cosa. Aún en pleno 2024 no sabía si iba a estar preparado para volver a esos niveles laberínticos que requieren una consulta constante del mapa y que te hacen cambiar de estrategia a cada paso. A fin de cuentas, no estamos ante un juego que te coja de la mano y te lleve de paseo. No, es más bien todo lo contrario, uno de esos títulos que te ponen a prueba y te van recompensando con auténticos momentazos.
En serio, si crees estar listo para enfrentarte a SHODAN de nuevo (o por primera vez), sigue leyendo que voy a contarte cómo este remake revitaliza la magia de un videojuego que es un clásico atemporal.
La belleza de una ratonera
Me flipa el diseño de juegok. De verdad, es para estudiarlo en cualquier escuela de diseño de videojuegos. Esconde todas las claves para entender la evolución del medio hasta parir obras como las citadas en el párrafo anterior. System Shock no tiene piedad. Te suelta en su laberinto y te obliga a pensar muy bien cada movimiento. Es una obra de la vieja escuela (obvio, porque es un remake que mantiene su esencia) que no hace concesiones al jugador del siglo XXI. No hay guías, ni puntos de control que te salven de tus cagadas. Estas decisiones, a priori inmisericordes, esconden la belleza de una ratonera diseñada para esconder sus trucos, pero como toda obra maestra, no lo hace para fastidiar, los esconde para no resultar evidente. Cuanto más tiempo pasas recorriendo sus pasillos y estancias, más vas conociendo del juego, sus sistemas y ‘trampas’; de pronto, el trampantojo cobra sentido y ves más allá de lo que parece mostrarte. Entiendes sus patrones y empiezas a poder anticiparte. Simplemente delicioso. Si has jugado a Metroid Prime Remastered, sabrás de lo que hablo: esa necesidad constante de consultar el mapa, de orientarte en un entorno que no perdona la desorientación.
La clave está en que no se trata solo de avanzar, sino de explorar cada rincón
Me lo he pasado como un enano volviendo a System Shock en su versión para PS5, es fantástico desentrañar sus niveles, ver la manera en que están interconectados. Ese mecanismo de relojería, fino y delicado como la labor de un orfebre. La clave está en que no se trata solo de avanzar, sino de explorar cada rincón, de encontrar mejoras de armas, reservas de munición y salas de regeneración. Como no te lleva de la mano, ni es evidente en un primer momento, se genera una tensión extra, de modo que cada pequeño progreso se siente como una victoria ganada a pulso y sudor. Por ejemplo, un pasillo aparentemente sin salida puede llevarte, a través de un conducto de ventilación bien escondido, a una sala secreta con una mejora. Esta forma de diseñar recompensa la exploración, evidentemente, pero consigue algo más importante: crea una sensación de logro y descubrimiento constante.
Bendita dificultad invertida
¿Por qué funciona a la perfección a pesar de no pretender ser un juego fácil? He pensado mucho sobre esta pregunta. No te voy a engañar. No lo tengo claro del todo, pero creo que es porque System Shock no hace de la dificultad una característica más. No. Es una parte fundamental de la experiencia. Como hace FromSoftware con sus juegos, vamos.
En los primeros compases, el título te suelta en su locura y no te da muchas explicaciones. Las justas para tenerte enganchado. De pronto te ves con un arsenal limitado, pocos recursos y sistemas de juego bastante complejos que, oh sorpresa, requieren de tiempo y paciencia para dominar. Esta manera de invertir la dificultad hace que todo sea un reto morrocotudo al principio, pudiendo abrumar, sin duda, a aquellos que esperan algo más ligero. De hecho, esta escasez inicial de armas y municiones te obliga a ser creativo y a planificar cada movimiento, por eso la curva de aprendizaje es abrupta y sin piedad. Está tan bien medido todo, que desbloquear una nueva arma o encontrar un sitio seguro cuando estás al borde de la muerte es un chute de adrenalina que te impulsa a seguir adelante. La dificultad no está ahí para frustrarte, sino para engancharte y mantenerte en vilo.
Siento volver a FromSoftware, pero creo que son alumnos avanzados en esto de la dificultad invertida. Al igual que en sus Dark Souls, donde cada enfrentamiento es un infierno y cada victoria es el cielo, System Shock te hace sudar lo más grande para seguir progresando, sí, pero a medida que avanzas, empiezas a dominar sus sistemas y a sentirte más poderoso, porque System Shock no quiere que su dificultad sea un obstáculo inevitable, al contrario; quiere que, una vez conquistado, sientas una de las experiencias más gratificantes que un videojuego puede ofrecer.
De hecho, con toda probabilidad la obra de Nightdive se estrellaría si no terminase de cuajar de algún modo en consolas. Sus sistemas y controles están perfectamente adaptados para que lo manejemos de maravilla con el mando, aunque la gestión del inventario puede ser a veces tortuosa (se echa de menos el teclado y ratón). El juego en general se siente tosco, sí, pero es más que nada porque en el fondo subyace la base de un juego lanzado en 1994. Unas tosquedades que, por el contrario, casi no se aprecian en el apartado gráfico. Por supuesto, no va a ser lo más espectacular que te tires a la cara en este año, ni siquiera el año pasado; pero tiene personalidad y carisma. Han sabido imprimirle un sello que sigue recordando a la obra original, pero sin resultar aberrante.
SHODAN el alma de la fiesta
¡Ah!, pero si hay algo que hace de System Shock una experiencia religiosa es SHODAN. Si me preguntas por el personaje de videojuegos más memorable, por encima de Sefirots, LeChucks y demás estaría esta IA. SHODAN no es un villano sin más, es la mejor personificación del caos y la maldad más pura. 30 años después he vuelto a tener pesadillas con ellas, porque no se limita a ser una mera amenaza en segundo plano, sino que está constantemente presente, te acecha, te desafía y se ríe en tu cara. Sus amenazas y comentarios hirientes y sarcásticos son estupendos y constantes. Además de servir para crear el perfil del propio villano, funcionan de maravilla para crear una tensión que podría cortarse con un cuchillo.
SHODAN es la reina de la intimidación y el terror psicológico
De hecho, sus monólogos y advertencias han dejado una marca imborrable en la historia de los videojuegos. Si GLaDOS de Portal es famosa por su humor negro y sarcasmo, SHODAN es la reina de la intimidación y el terror psicológico. Si la comparamos con otros antagonistas en la historia de los videojuegos, SHODAN brilla no solo por su diseño y voz (cortesía de la genial Terri Brosius), sino por cómo se integra en la narrativa y la jugabilidad. Muchos títulos la han imitado, me viene a la cabeza Bioshock, donde tenemos a Andrew Ryan, otro villano fascinante, pero ninguno alcanza la omnipresencia y el control psicológico que SHODAN ejerce sobre nosotros. Su presencia constante y sus desafíos hacen que cada instante en Citadel Station esté cargado de tensión y peligro.
Es una tarea complicada adaptar una obra que a su vez es un clásico atemporal y, por otro lado, ha perdido el lustre y la belleza de antaño. En mi memoria tenía un recuerdo vago, idealizado de System Shock en 1994. 30 años después me daba miedo desprecintar esa idealización. ¡Qué equivocado estaba! Nightdive ha llevado a cabo una titánica obra que va más allá de lavar la cara. Se ha ceñido prácticamente punto por punto a los sistemas originales para resucitar un título que, como diría Indiana Jones, debería estar en un museo.
- Es el remake de un clásico de 1994, obra de los padres de juegos como Deus Ex o Bioshock.
- Aunque moderniza y da más accesibilidad, sigue siendo un juego exigente y desafiante.
- Buen diseño de niveles laberínticos y muy intrincados llenos de secretos. Casi que te pide jugar con una libreta al lado
- La historia nos lleva a una estación espacial dominada por una IA rebelde llamada SHODAN, una de las mejores villanas del mundo del videojuego.
- La gestión del inventario es profunda y con posibilidades, pero algo tediosa.
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