Cuando pensamos en The Legend of Zelda, no nos engañemos, nos viene a la cabeza Link, el protagonista de casi todas las aventuras de la saga. Sin embargo, y esto es fuerte si se piensa bien, precisamente el personaje que le da nombre a la saga pasa suele pasar desapercibido. Confieso: durante muchos muchos años estuve pensando que Link se llamaba Zelda, fijaros el nivel de empanamiento.
Y es que durante años el rol de Zelda fue principalmente simbólico: una figura noble, una dama en apuros, secuestrada una y otra vez, cuya función era justificar las aventuras (y desventuras) de Link. Pero a lo largo de las casi cuatro décadas que abarca la franquicia, Zelda ha evolucionado profundamente. Hoy es más que una princesa: es una líder, una protectora, una estratega e incluso una heroína jugable.
Este recorrido no solo refleja cambios en las narrativas sino también transformaciones culturales, ya que hemos pasado del tropo clásico de la "dama en apuros", como decíamos antes, a una representación más compleja del poder femenino dentro del videojuego.
La princesa como objetivo
En el juego original, The Legend of Zelda (NES, 1987), la princesa Zelda es que directamente apenas aparece. La historia aquí es simple: Zelda divide la Trifuerza en ocho fragmentos para evitar que Ganon se la lleve, y entonces es capturada. El jugador, que maneja a Link, debe reunir las piezas, derrotar a Ganon y rescatarla. Aunque de alguna manera se nos sugiere que Zelda es un personaje inteligente, ya que con muy buena idea divide la trifuerza, su rol es totalmente pasivo. Es un personaje fuera del escenario, cuya existencia da lugar a la acción, pero no participa directamente en ella.
Con la llegada de A Link to the Past (SNES, 1992), Zelda empieza a adquirir un poco más de presencia. Sigue siendo capturada pero se convierte en una figura que es más una guía, que se comunica telepáticamente con Link y lo orienta en momentos clave. Aun así, podríamos decir que su papel sigue siendo auxiliar.

El verdadero punto de inflexión llegará con Ocarina of Time (Nintendo 64, 1998). Durante la trama de este juego, Zelda asume una identidad secreta, la de Sheik, un misterioso "guerrero" que ayuda a Link tras un salto temporal de siete años. Una especie de rollo a lo Mulán, vamos. Como Sheik, Zelda demuestra tener unas buenas habilidades físicas, conocimiento estratégico y autonomía. Sin embargo, una vez que se revela su identidad, vuelve a ser capturada por Ganondorf, repitiendo el ciclo clásico del que, parece, todavía no podemos salir.
Este contraste entre Sheik y Zelda ha sido objeto de numerosos análisis ya que representa, en cierto modo, la tensión entre lo que el personaje podría ser y lo que la narrativa le permite ser. Aún no se le da ese protagonismo pleno que muchos estaban esperando, pero la semillita ya está plantada.
Tetra y la subversión del arquetipo
Con The Wind Waker (GameCube, 2003), la franquicia da un girito significativo. Hay un poco de controversia respecto a este tema, pero técnicamente Tetra, la carismática capitana pirata, es en realidad la princesa Zelda, ya que en un momento dado el espíritu de la princesa "sale de ella" y, además, algunos personajes se refieren a ella como Zelda... si tomamos esto por bueno, tenemos que decir que Tetra lidera su propia tripulación, toma decisiones y se enfrenta a los peligros con valentía. No sabe que es la reencarnación de la princesa Zelda, y cuando lo descubre... efectivamente, el juego inmediatamente la coloca en un rol pasivo de nuevo —escondida para ser protegida.
Esta dinámica subraya la contradicción que parece ir siendo persistente: cuando Zelda no sabe que es Zelda, es libre y poderosa; cuando vuelve a su "papel" tradicional, se vuelve prisionera (literal y figuradamente). Aun así, Tetra representa un avance. No solo rompe con el cliché de la princesa indefensa, sino que su carácter deja huella en la interpretación posterior del personaje.

En Twilight Princess (Wii, 2006), Zelda es una figura súper solemne, casi como una especie de sacerdote os diría. No es jugable, pero actúa como gobernanta. En lugar de ceder su reino, le entrega el trono a Zant para proteger a su pueblo y evitar una masacre, lo que la convierte en una líder sacrificada. Aunque en este juego pues su participación es limitada, su carácter tiene peso dramático igualmente.
Skyward Sword (Wii, 2011) marca otro paso importante. Aquí, Zelda es la amiga de la infancia de Link, y su secuestro inicial es solo el comienzo de un viaje propio. A lo largo del juego se nos presenta como la reencarnación de la diosa Hylia y toma decisiones muy importantes para sellar al mal que amenaza al mundo. Aunque sigue teniendo que ser rescatada, esta versión de Zelda tiene arco narrativo propio y contribuye de forma activa al destino de Hyrule.
Zelda como protagonista emocional
Con Breath of the Wild (Switch, 2017), Nintendo rompe muchas de sus propias reglas. Aunque Zelda sigue sin ser jugable, su presencia está por todas partes. A través de recuerdos que se van desbloqueando poco a poco, el jugador descubre una versión mucho más compleja del personaje: una joven presionada por expectativas familiares, insegura sobre su poder y atrapada en un conflicto interno entre deber y deseo personal. Esta Zelda es humana, vulnerable y profundamente empática.
Lo más grande de todo esto es que Zelda es quien mantiene a raya a Ganon "La Calamidad" durante 100 años, sacrificándose activamente para proteger a Hyrule. Es ella quien aguanta, sola, el colapso de su reino... así que ya no es un símbolo, sino un agente real del cambio. Muchos fans (yo) la consideran, con justicia, la verdadera heroína de esta entrega.
En Tears of the Kingdom (Switch, 2023), Zelda alcanza un nuevo nivel. Aunque, como jugadores, seguimos controlando a Link, Zelda tiene un arco dramático más profundo: es enviada al pasado, donde decide transformarse en un dragón eterno para mantener la esperanza de su pueblo. Este acto de voluntario por el que se convierte en un ser mítico es, tal vez, la expresión más radical de su papel heroico.
Zelda ya no es simplemente una princesa; es un símbolo, una diosa, una guía e incluso se podría decir que madre del mundo. Su sacrificio no solo cambia el curso de la historia, sino que redefine lo que significa ser Zelda.

Echoes of Wisdom (2024) marca un hito en la saga: por primera vez controlamos a la princesa Zelda como protagonista indiscutible en una aventura de las entregas principales de la saga. Con la ayuda de una criatura llamada Tri, Zelda tendrá que reparar unas brechas que han aparecido en Hyrule y que parecen estar detrás de la desaparición de Link y del Rey. Con sus pocas herramientas, irá reparando las brechas utilizando “ecos” —que son básicamente réplicas de objetos y enemigos— para resolver acertijos, explorar mazmorras y enfrentarse a jefes.
Aunque Zelda ya había sido jugable en títulos como Spirit Tracks (donde acompaña a Link en forma espectral), Hyrule Warriors o incluso en el poco conocido Zelda’s Adventure (de la fallida consola CD-i), Echoes of Wisdom es el primer juego de la saga principal donde ella es la protagonista absoluta. Este título, obviamente, fue aplaudido por su originalidad y por consolidar definitivamente a Zelda como heroína de pleno derecho.
¿Por qué importa esta evolución?
La evolución de Zelda como personaje refleja los cambios en la industria del videojuego, pero también en las expectativas sociales sobre la representación femenina. En sus primeras versiones, Zelda era poco más que un objetivo a rescatar. Hoy, es una figura con profundidad emocional y protagonismo narrativo, es protagonista.
Este cambio no ha sido lineal ni siempre constante. Hemos visto como en muchos casos, cuando Zelda demuestra poder, la historia la reubica en un rol pasivo, como si tuvieran miedo de dejarla tener el control total. Pero la tendencia es clara: Zelda ha crecido con su audiencia y es mucho más que una damisela en apuros.
Además, su evolución representa algo más amplio: el reconocimiento de que los personajes femeninos no tienen que ser simplemente accesorios, ni deben definirse únicamente en función del protagonista masculino. En la actualidad, muchos fans pedimos —y esperamos— más juegos donde Zelda sea completamente jugable, como heroína principal. Y parece solo cuestión de tiempo.
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