Aprovechando su estreno en Game Pass, he tenido la oportunidad de echarle el guante a Valheim, la curiosa propuesta nórdica de Iron Gate AB que lleva esta premisa a un mundo en el que la acción, la supervivencia y la exploración están a la orden del día. Antes de adentrarme en su universo y qué tenía que ofrecerme este, mis conocimientos sobre Valheim se reducían a conocer su existencia, un par de vídeos que había visto en YouTube y alguna que otra noticia con la que me había topado. Por ello, decidí que lo mejor era mantener esa “poca conciencia” sobre el juego para aproximarme a él de la mejor forma posible: con ganas de sorprenderme y maravillarme.
Así, comencé mi aventura en el mismo con un personaje con el pelo hasta la mitad de la espalda y una larga barba que cubría todo su torso, una imagen que en mi cabeza representaba a un verdadero vikingo. Después de conocer la historia del título y el impacto de las acciones de Odín (¿qué sería de una buena propuesta nórdica sin un poco de acción firmada por el padre supremo?) en esta, me dirigí a descubrir qué tenía que ofrecerme mientras surcaba los cielos agarrado a un pájaro gigante. Y, pese a poner todo de mi parte, no fui capaz de conectar con la premisa por una razón tan sencilla como lapidaria: es un título que se juega mejor con teclado.
La llegada de Valheim a Xbox Game Pass es un motivo para celebrar
Antes de ahondar en mi experiencia personal con el mismo, creo que es importante destacar que un juego de estas características haya llegado a las consolas de Xbox. Por norma general, los títulos con elementos de gestión encajan mejor en el ecosistema de PC, un sistema en el que Valheim acumula más de 300.000 reseñas positivas en plataformas como Steam. Sin embargo, esta es una muestra del buen hacer de determinadas compañías que hacen un esfuerzo por llevar su experiencia a todos los rincones posibles. Y, como parte de esta iniciativa, Xbox (y el mercado que ofrece Game Pass) es una posibilidad muy interesante.
Por ello, el aterrizaje de Valheim en One y Series X|S es importante porque supone su abordaje en consolas, pero también lo es porque implica que está al alcance de los millones de jugadores que están suscritos a la membresía de la firma norteamericana. En el pasado, creadores de propuestas como Inkulinati han alabado el alcance que ofrece este servicio. Y, en el caso de una experiencia tan particular como Valheim, pensar en el interés que puede despertar en los usuarios del sistema es tan alentador como positivo. A fin de cuentas, sin la existencia de esta suscripción, no todos serían tan flexibles a la hora de dar una oportunidad a un juego que lo merece. Por ello, es importante destacar no solo que Valheim haya llegado a Xbox, sino el cómo lo ha hecho y a través de dónde lo ha hecho.
Se disfruta con el mando, pero el teclado y el ratón siempre serán la mejor opción
"Te quiero, pero no eres tú, soy yo"
Con las cartas sobre la mesa, ya puedo hablar en profundidad de lo que supone descubrir Valheim sin tener muchos conocimientos sobre él. En esencia, es una experiencia vital que podría resumir de la siguiente forma: “un vasto mundo de posibilidades en el que perderte y descubrir hasta dónde eres capaz de llegar”. Como otros tantos títulos que aúnan lo mejor de la supervivencia y la gestión, Valheim ofrece al jugador un abanico de opciones de cara a averiguar qué hay que hacer, cómo hay que hacerlo y, en definitiva, cuál es la mejor forma de afrontar cada reto.
Así, lo habitual es sentirte perdido y abrumado durante los primeros compases de juego ya que hay mucha información que gestionar, una infinidad de opciones que descubrir y varias formas de llegar al mismo punto. Por ello, Valheim es un juego que requiere calma, pausa y comprensión ya que, sin estos tres elementos, se convierte en una experiencia dura con un enorme desafío que superar. Y, aunque disfruté de la misma y me sorprendí a mí mismo al batallar contra los enemigos, construir mi primera casa y empezar a explorar los límites del mundo, he de admitir que el mando supuso una barrera que me costó dejar atrás.
Aunque me maravillé con su premisa, nunca dejé de pensar en todo lo que podría hacer si tuviera un teclado en lugar de un control tradicional. Con este y el clásico ratón, habría ganado en rapidez, soltura y solvencia, tres aspectos fundamentales para que la experiencia de Valheim sea tal y cómo la imaginaron los desarrolladores. No obstante, quiero recalcar que el juego se disfruta de maravilla con el mando ya que está adaptado a la perfección para ello; pero, al menos en mi caso, no consigue sustituir a las sensaciones que transmite jugar a este tipo de propuestas con un teclado y un ratón.
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Por tanto, si me ciño a la experiencia de jugar Valheim en una consola Xbox (en mi caso la Series S), el veredicto es tremendamente positivo. Tener la posibilidad de jugar a propuestas de este tipo en la mayor cantidad de sistemas posibles es, a fin de cuentas, una de las mejores opciones de la industria. Sin embargo, lo que ofrece Valheim en consola palidece ante sus posibilidades en PC únicamente por cuestiones relacionadas con el sistema de control. Aunque en Xbox Series está pulido, y de hecho cuenta con dos opciones gráficas para elegir entre calidad y rendimiento, utilizar un mando resta fluidez y solvencia a la experiencia. Y, por ese motivo, mi historia con Valheim ha empezado con ese clásico del refranero popular de las parejas: “te quiero, pero no eres tú, soy yo”. Y yo, para mi desgracia, prefiero teclado y ratón en títulos de este tipo.
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