En Windbound somos Kara, una joven que naufraga en un archipiélago lleno de misteriosas islas que tendremos que explorar. Pero, para ello, primero deberemos sobrevivir y construir las herramientas necesarias. La principal: un barco con el que navegar por estas tierras hasta descubrir el secreto que ocultan.
No sé muy bien cómo ocurrió, pero un día me vi sumergido en ese género que a día de hoy tenemos que seguir llamando, supongo que a falta de un nombre mejor, survival-crafting. A primera vista, parece todo lo contrario al videojuego que he jugado toda la vida. Lo cierto es que nunca logré entrar en su vertiente multijugador, pero cuando llegaron aquellos que mezclaban sus mecánicas con una narrativa, empecé a obsesionarme con su fórmula: gestión de recursos, construcción de herramientas y una dificultad invertida que complica mucho las primeras partidas.
Aunque el arranque es duro, el motor de estos juegos es más fuerte aún: el descubrimiento. Nadie te dice qué hacer y es el jugador el que debe encontrar las motivaciones para seguir adelante. No sé si son conscientes o no, pero este género huye del concepto de "misiones principales y secundarias" para que sea el propio jugador el que, a través de la curiosidad por saber más e ir a lugares que parecen inalcanzables, crean en su cabeza toda esa estructura de misiones que tienen otros géneros más tradicionales.
Windbound, por tanto, no reinventa la rueda, pero cuenta con algo en mi opinión muy poderoso: el cambio de perspectiva. Quizá por el ahorro de recursos, sobre todo en animaciones, el género se había centrado en la primera persona para explorar al máximo el género, como The Forest, The Lone Dark o Subnautica (muchos ya sabréis que considero a este el pináculo del survival narrativo). Windbound, sin embargo, se embarca en el más difícil terreno de la tercera persona y creo que es fantástico que lo haga, porque atraerá a muchos más jugadores bajo esta perspectiva. Si a esto le añadimos un estilo visual que recuerda poderosamente a The Legend of Zelda: Breath of the Wild, tenemos el rito de iniciación más atractivo para que otros jugadores tan tradicionales como yo se sientan atraídos por el género. De hecho, se podría decir que Windbound completa el círculo, ya que Nintendo se inspiró en este estilo para su último Zelda y la obra de 5 Live Studios la trae de vuelta al survival más ortodoxo.
Ya conoces la dinámica y Windbound no pretende reinventarla. Recopilas recursos muy poco a poco; desde arrancar simples hierbajos y ramas, hasta construir armas y herramientas con las que conseguir construcciones más complejas. Pero, como todo buen juego del género, Windbound gira en torno a una temática y un hilo central: en este caso, la exploración de varias islas a través de un ancho océano y la creación de un barco cada vez más complejo que nos permita navegar cada vez más lejos.
Windbound no reinventa la rueda, pero cuenta con algo muy poderoso: el cambio de perspectiva
El barco se las trae. Lo que al principio es una simple canoa puede convertirse poco a poco en toda una obra de ingeniería que nos sirva de casa flotante. Podemos añadir varias plataformas y quillas más largas y robustas. Una vela para dirigir el viento a nuestro favor e incluso una olla para las pociones y una pequeña hoguera para cocinar los alimentos. Por lo que he podido jugar (la introducción y un capítulo algo más avanzado) tiene pinta de que, gracias a la mejora del barco, podremos navegar en aguas cada vez más difíciles para alcanzar islas remotas y recopilar un extraño material mágico que necesitamos en nuestra aventura.
Todo lo demás que puedes esperar de un survival también está ahí: lanzas para cazar animales, que te permitirán usar su carne y huesos para alimentarte y construir herramientas avanzadas. Arcos para los animales más rápidos; bolsas para mejorar los huecos en tu inventario; hachas y picos para conseguir materiales avanzados; hasta podemos construir una paravela en otro homenaje directo, además de la propia estética del juego; un añadido muy interesante porque puede ser el indicador de que Windbound juegue con la verticalidad e incluya ciertos elementos plataformeros en los capítulos más avanzados.
El barco, además, se lleva una categoría propia en nuestro menú de construcción, con muchas mejoras para lo que que, como digo, parece el eje central de Windbound. No será fácil hacernos con el dominio, pues el viento influye en tiempo real en la navegación y la quilla puede encallar en los arrecifes de coral. He tenido, de hecho, bastantes problemas para navegar según las corrientes de viento, por lo que tendré que investigar más a fondo si hay alguna manera de usar la vela de forma más eficiente. Y todo esto sin mencionar a unos extraños cangrejos que saltaban del mar para intentar destruir mi embarcación y que, por belicosos, terminaron justamente en la olla.
Mientras espero que Unknown Worlds acabe el acceso anticipado de Subnautica: Below Zero, llevo ya muchos meses probando varios juegos a ver cuál es el siguiente que me convence, y Windbound tiene muchas probabilidades de ser el siguiente al que dé un tiento cuando termine su desarrollo el 28 de agosto. Tiene todavía muchas asperezas que pulir, porque las físicas y las animaciones no son del todo agradables en algunas ocasiones, generando situaciones un tanto estrambóticas. Pero he tenido la oportunidad de comprobar de primera mano que 5 Live Studios es una desarrolladora que sabe llevar a buen puerto sus proyectos y captar bien la esencia de un género, como demostró con su anterior trabajo: Satellite Reign, un gran homenaje al isométrico y táctico Syndicate Wars. Con Windbound pueden conseguir diferenciarse ahora también en el survival-crafting, un género que unos miran desde la distancia y otros aplauden, pero cuyos logros y fórmulas conviven cada vez más en el videojuego tradicional.