Soy uno de esos fans de Dragon Ball que vivió la primera emisión de la serie y que tiene, completa, las primeras ediciones de las series blanca y roja del maga. Con todo, y aunque crecí con Bola de Dragón. Pero llegó un momento en el que me desenganché de la serie. Fue una mezcla de hacerme mayor y que el anime resultaba ya tan lioso como complicado de ver de manera legal. Pero con Dragon Ball DAIMA he logrado volver a ilusionarme con un detalle que no tiene nada que ver con los combates de artes marciales.
Aviso de Spoilers: El texto contiene detalles del primer episodio de Dragon Ball DAIMA.
Vamos con afán a buscar con ahínco una nueva ilusión
Siempre he pensado que todas las series de Dragon Ball son sorprendentes por acumulación de novedades: un nuevo villano detrás de otro, una técnica de combate inédita detrás de otra. Al final, ya sabéis lo que pasa, que cada vez las series me resultaban más rocambolesca porque resultaba una constante huída hacia adelante argumental. En otras palabras, lo que antes era una sorpresa bien gestionada, terminó siendo un desfile de ideas dispersas, que dejaban de ser frescas a medida que la trama avanzaba. Pero DAIMA me ha sorprendido precisamente con un detalle que lo que hace es trastocar un elemento de la serie mirando a sus orígenes. Y es que DAIMA no solo rejuvenece a sus protagonistas, también a algunos de sus conceptos.
Con Dragon Ball DAIMA la cosa ha empezado diferente. Esta serie ha logrado sorprenderme precisamente con un detalle que no tiene nada que ver con los combates, las batallas o las transformaciones. La clave de mi renovada ilusión reside en cómo DAIMA revisa los orígenes de ciertos elementos clásicos, presentando un concepto nuevo que altera algo ya muy establecido dentro del universo de Dragon Ball de una forma sutil, pero tremendamente eficaz.
Uno de los detalles que me ha dejado boquiabierto tiene que ver con la nueva visión de los namekianos. En el episodio inicial de DAIMA, la serie nos presenta un cambio radical en su origen. No es Namek el planeta de origen de estos seres, sino un lugar completamente distinto, la dimensión del Reino Demoníaco. Lejos de ser una modificación caprichosa, lo más interesante de todo es cómo este giro, por raro que parezca, conecta de manera brillante con uno de los elementos más oscuros de la franquicia: el primer origen demoníaco de Piccolo.
Lo que hace tan intrigante esta nueva perspectiva sobre los namekianos no es solo que se les dé un nuevo origen, sino que el origen infernal de estos seres parece estar relacionado con la misma naturaleza demoníaca que se atribuía al Piccolo original en su presentación en la primera serie de Dragon Ball. Este detalle me ha sorprendido. Nadie lo había pedido, y la verdad es que me ha gustado llevarme esta sorpresa. Que el detalle que delata este desconocido origen no sea otro que la forma de las orejas de los namekianos me parece una pequeña delicia de esas que de vez en cuando nos deja la obra de Toriyama, tan deliciosamente sencilla.
Y aquí radica una de las mayores virtudes de este inicio de Dragon Ball DAIMA: la capacidad de tomar elementos clásicos de la franquicia y darles una vuelta de tuerca sin perder la esencia que los hizo grandes. Este tipo de detalles, tan sencillos pero tan significativos, me hacen recordar por qué en su día me enamoré de Dragon Ball. Por cierto, ¿qué significa esta nueva informnación para Mr. Popo? A veces no hace falta complicarse la vida para lograr un pequeño golpe de efecto. Aunque DAIMA todavía está en sus primeras etapas, ya me ha dejado claro que tiene el potencial de engancharme.
Dragon Ball Legend nº 01/03 (Manga Shonen)
Para aquellos que quieran acompañar a Goku y sus amigos en esta nueva aventura, Dragon Ball DAIMA ya está disponible en Crunchyroll, y a partir del 18 de octubre también podrá disfrutarse en Netflix.
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