¿Qué son los dark patterns y a qué edad deberíamos dejar que nuestros hijos usen smartphones?

¿Qué son los dark patterns y a qué edad deberíamos dejar que nuestros hijos usen smartphones?

Los teléfonos móviles, las redes sociales y las apps gratis son muy adictivas, ¿a qué edad deberíamos dejarles usarlas?

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Foto de Patricia Prudente en Unsplash

Uno de los debates más habituales entre padres, profesores, investigadores y niños es determinar la edad a la que un niño puede empezar a usar un smartphone, a navegar por internet y a interaccionar con videojuegos free to play o redes sociales. La cuestión no es sencilla de determinar. Para empezar, ¿el problema está en el móvil en sí mismo o en cómo están diseñados estos contenidos? ¿O quizás lo malo está en cómo les permitimos usar los móviles, en qué situación y en cómo conversamos sobre el tema con ellos?

Patricia Sáenz Valiente, coordinadora del grado de Pedagogía y de la Especialidad Tecnología e Informática del Máster de Profesorado en UNIR, me señala: "ciberacoso, privacidad… Son muchos los riesgos a los que están sometidos los menores que usan internet sin ningún control. Pueden provocar problemas de ansiedad y en la vista, alteraciones del sueño, etc." Sobre la edad a la que se recomienda que un niño acceda a internet, Patricia me responde que esta respuesta varía en función de cada experto, pero que la clave está en valorar, como padres, la madurez del niño, favorecer que el niño pueda comunicarse con nosotros, y siempre con supervisión activa por parte de las familias."

¿Cómo es posible que lo que ocurre en la pantalla afecte de esta manera a nuestros hijos? ¿Cuál es el enemigo contra el que nos enfrentamos que tanta ansiedad y problemas genera? Para entenderlo, hemos de dar un salto atrás en el tiempo, y conocer un término que proviene del campo del diseño de interfaz llamado dark pattern. Los dark patterns fueron identificados por primera vez en el año 2010 por Harry Brignull. Esta expresión se refiere a prácticas de usabilidad y de diseño de interfaz digital que provocan actuaciones que el usuario no quiere hacer, o que no sabe que está haciendo. Uno de los ejemplos más famosos de dark pattern es el llamado Privacy Zuckering.

Foto de Emily Wade en Unsplash Foto de Emily Wade en Unsplash

Los dark patterns son especialmente peligrosos para los niños

Facebook usó patrones de diseño engañosos para que los usuarios, niños incluidos, compartieran más información de la que deseaban. Eso, combinado con otro dark pattern, Growth hacking through spamming, fue lo que logró que Facebook creciera tantísimo en poco tiempo. Porque este dark pattern te hacía mandar mails a todos tus contactos para que también se unieran a Facebook.

Estos dark patterns están en todas partes, no solo en la web, también en videojuegos. Cuando leéis la típica noticia de que un niño ha agotado los fondos de la tarjeta de su padre comprando cosas en juegos gratis, ya os digo yo que hay un dark pattern detrás que lo ha provocado. Porque, por lo general, un adulto que es usuario habitual de Internet es capaz de identificarlo, enfadarse y cerrar la ventana en la que aparece uno, pero un niño no.

Uno de los dark patterns más tóxicos que hay en la actualidad es el del scroll infinito. En octubre del año pasado, leímos la noticia: "La UE estudia acabar con el 'scroll' infinito, la auténtica «cocaína» de las redes sociales". Daniel Sánchez-Crespo, director de Novarama, divulgador sobre los riesgos del uso de pantallas en menores y postgraduado en innovación en Stanford, comentaba sobre este titular: "las pantallas, sobre todo si son interactivas, enganchan (...). Sí, la tele engancha. Un ordenador engancha más. Y un móvil, aún más. Nuestro cerebro adora la novedad. La novedad es la base de nuestros circuitos de aprendizaje. Exponemos al cerebro a información nueva, intenta extraer patrones, y 'inas’.

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El scroll infinito, el auténtico enemigo de los niños

"Esas 'inas’ nos provocan placer, bienestar, subidón", continúa Daniel. "Ese es evolutivamente nuestro 'motor de aprendizaje’. El cerebro ha aprendido, a base de millones de años, a premiar el aprendizaje mediante sustancias. Y como nos gustan esas sustancias, nos gusta la información nueva." El scroll infinito provoca una fuente infinita de satisfacción, una generación de dopamina sin fin y continuada que engancha. El uso de este dark pattern, combinado con un algoritmo que te ofrece aquello que entiende que quieres ver, provoca el enganche del menor al móvil. No está consumiendo contenido de calidad, solo está consumiendo dopamina. Y cuando apaga el smartphone, necesita más.

Esta estrategia de diseño está presente en las redes sociales que nuestros hijos consumen al ver un móvil, en los videojuegos y apps F2P que parecen inofensivas y también en las páginas pornográficas a las que acaban accediendo… Y se suma a tantos otros patrones de diseño de usabilidad oscuros. El objetivo es el consumo constante de contenidos. Este es el verdadero riesgo que existe en el uso de internet o de smartphones por el menor. El problema no es el móvil en sí mismo, sino los contenidos diseñados con el uso de dark patterns. Son adictivos y los causantes de ansiedad, estrés, frustración y alteraciones del sueño y la conducta.

Precisamente por eso, El País publicó el titular "Una revisión de estudios indica que los efectos del uso de pantallas en los niños y adolescentes son pequeños". El artículo le quita peso al problema en sí del uso de la tecnología, pero advierte: "entre los principales efectos negativos, el uso de redes sociales mostró una relación fuerte con conductas arriesgadas, abuso de sustancias o sexo sin precauciones. Los autores apuntan a que las propias compañías sugieren que sus productos pueden tener efectos negativos para la salud mental de los jóvenes, especialmente de las adolescentes". Es decir, el problema no son las pantallas ni internet en sí mismo, sino los contenidos diseñados de forma perniciosa.

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Cómo abordar el problema de los móviles y los niños

Antes mencionamos de pasada otro problema que existe al tener internet en el móvil, la pornografía. Giulia Testa, psicóloga investigadora en la universidad UNIR del programa Cómo Dejarlo, orientado a tratar de forma gratuita la adicción a la pornografía online, me explica: "los primeros contactos con la pornografía online en España se dan entre los 8 y los 9 años, con un pico de uso a partir de los 12 años". Desde la web de su programa, Giulia y su equipo se dedican a tratar y a investigar de forma gratutia casos de adultos adictos a la pornografía por internet, y muchos de los tratados comenzaron su consumo sin control siendo niños. "Los niños que empiezan a consumir porno por internet se aíslan y pasan muchas horas por la noche con internet (...). No pueden dejar de verlo y tienen tendencia a sobreproteger su tecnología".

Conocidos ya todos los problemas relacionados con el uso del smartphone ¿cómo lo abordamos como padres? Daniel Sánchez-Crespo recomienda: "primer consejo: eviten las fuentes infinitas de satisfacción. ¿Que quiere jugar a la consola? Primero a hacer deporte, o a hacer los deberes. Que asocien, siempre, recompensa con esfuerzo. Eso de 'me aburro, papi déjame el móvil’, ni de coña. Cuanta menos pantalla interactiva por debajo de los cuatro años, mejor. Y a partir de los cuatro a los ocho hay que ir introduciéndola, poco a poco, y siempre siguiendo la madurez del niño. ¿Y cómo se sabe la madurez? Por su capacidad de desenganche. Yo les digo 'cuando yo diga apaga el iPad, tienes cinco segundos para apagarlo’.

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En el caso de la pornografía digital, un asunto peliagudo para los padres, Giulia Testa me cuenta lo siguiente: "se corre el riesgo de que use el porno como forma de educación sexual. La clave no es a partir de qué edad impedir que use el móvil ver pornografía, sino hablar cuanto antes de ella. Explicarles que eso no es real, y hay que hacerlo tanto en el entorno familiar como educativo (...). No hay que decirle que la pornografia es mala, pero sí explicarle los efectos de la pornografía."

Patricia Sáenz Valiente me señala que la forma de saber que se está haciendo un mal uso es detectar: "cambios de comportamiento, mal rendimiento escolar, dependencia emocional del dispositivo. Lo crucial es mantener una comunicación abierta con tu hijo para que no lleguen a darse estas señales, y marcar límites claros desde el principio. Si se dan problemas, hay que abordarlo siempre desde la comprensión y el diálogo abierto".

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El smartphone nunca puede ser una solución al aburrimiento en niños

A modo de resumen, y a tenor de lo comentado, lo recomendable es que nada de pantallas interactivas por debajo de los cuatro años, e ir introduciéndolas poco a poco a partir de esa edad. Desde los cinco años hay que ir valorando y midiendo la madurez del niño, analizando la facilidad que tiene para dejar el dispositivo cuando se le pide. Tampoco es recomendable dejarle acceso a una pantalla porque se esté aburriendo.

A partir de los ocho años, ya sabemos que puede tener acceso a la pornografía, así que toca hablar con él de forma abierta sobre el tema, y estar muy pendiente de dos cosas. La primera es no permitirle entrar en webs o redes sociales que empleen dark patterns como scroll infinito. La segunda es fijarse en las señales que me indica Patricia Sáenz. Si su comportamiento cambia, ahí hay una señal de alarma.

Desde 3DJuegos esperamos que estos consejos os ayuden a orientar a vuestros hijos en el acceso a internet y smartphones. Si sois padres, y tenéis más inquietudes, dudas o consejos para ayudar a otros progenitores, vuestros son los comentarios para compartir vuestras experiencias.

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