High Score: Crítica de la genial serie documental sobre la historia del videojuego

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La historia del videojuego es apasionante, pero puede que no siempre sepamos cómo explicarla de una forma atrayente y divertida. High Score, la nueva serie documental de Netflix, parece haber conectado con toda la audiencia. Te contamos qué nos ha parecido la nueva producción de la plataforma de vídeo por streaming. ¡Dale al play!

No paraba de hacerme la misma pregunta mientras veía High Score en Netflix. ¿Estamos ante el proyecto audiovisual de videojuegos más ambicioso que se ha realizado nunca? La respuesta es afirmativa: creo que el trabajo de France Costel es brillante en todos los sentidos, y es capaz de acercar la historia del videojuego a una gran audiencia de una forma más amable y divertida que muchos otros sesudos estudiosos de la industria. Parece abarcar temas de una forma un tanto anárquica, pero según avanza el capítulo podemos ver un hilo conductor que abraza todas sus temáticas con cierta lógica e intención.

Sin embargo, ¿qué encontraremos en los seis episodios de High Score? Un viaje por la historia del videojuego, desde el encontronazo de Nolan Bushnell con un Space War en su universidad hasta la salida de las consolas de 32 bits. Puede que, a pesar del origen francés del equipo de producción, se haya apostado por una visión poco global y muy norteamericanocéntrica, con menciones a la industria japonesa, cierto, pero ignorando por completo la realidad europea. No obstante, sería injusto destacar la presente circunstancia sobre sus incontables bondades en el trabajo audiovisual, puesto que me atrevo a afirmar que High Score es uno de los mejores vehículos jamás hechos para democratizar la historia del videojuego entre todo tipo de usuarios.

Así que siéntate, hazte unas palomitas y disfruta del viaje de los muchos culpables que hicieron grande a nuestra industria. Va a resultar difícil reunir en vida a tantas leyendas de ayer, hoy y siempre, por lo que atesora el contenido de France Costel: es un contenido imprescindible para cualquier amante de nuestro hobby.

El formato lo es todo: divertido y didáctico

High Score ha seguido la tónica de los últimos meses de Netflix, en la que el servicio de streaming ha sumado contenido nostálgico como The Toys That Made Us o The Movies That Made Us: capítulos de entre 40 y 50 minutos en los que el espectador se sumerge en temáticas fácilmente reconocibles en los que se pone voz y cara a algunos de los creadores más célebres de la industria juguetera o cinematográfica. En el caso de la nueva serie documental se apuesta por seis episodios: recreativas, Nintendo, Sega, juegos de lucha, juegos de rol y la popularización de los juegos en tres dimensiones. ¿Podría haber abarcado más? Ciertamente sí, pero sus creadores han sabido jugar con los ingredientes que tenían y crear un contenido absolutamente genial en todos los aspectos.

High Score: Crítica de la genial serie documental sobre la historia del videojuego


High Score: Crítica de la genial serie documental sobre la historia del videojuego


Las animaciones propias de High Score ayudan a explicar la historia del videojuego de una forma sencilla, visual y divertida.
Las animaciones propias de High Score ayudan a explicar la historia del videojuego de una forma sencilla, visual y divertida.

¿Cuál es la lista de productos que catapulta al éxito a la serie? El primero de ellos, claro, el de los protagonistas que han logrado reunir para la ocasión. Ya os contamos recientemente cuáles eran los desarrolladores que han participado en High Score, pero por hacer un breve repaso, destacaría la presencia de Nolan Bushnell (creador de Atari), Toru Iwatani (creador de Pac-Man), Roberta y Ken Williams (padres de Sierra), Trip Hawkins (fundador de Electronic Arts), Yoshitaka Amano (ilustrador y portadista de Final Fantasy), Richard Garriott (creador de Ultima), Tom Kalinske (uno de los más célebres empresarios de Sega y Mattel), Naoto Oshima (padre de Sonic), Akira Yasuda (diseñador de Street Fighter 2), John Tobias (cocreador de Mortal Kombat) o el siempre dicharachero John Romero (una de las mentes tras Doom). La historia, con ellos, se cuenta sola.

Pero es que el mérito de la serie no está solo en los entrevistados: está en la divertida y didáctica narrativa con la que se explican conceptos marcianos para muchos aficionados con el apoyo de recursos clásicos de la industria del videojuego y simpáticas animaciones de producción propia que otorgan un aire mucho más desenfadado y alejado de la clásica liturgia cerrada y salomónica con la que muchos, a veces, pecamos a la hora de mostrar la historia de nuestro ocio. Aquí lo divertido y lo sencillo se juntan con una serie de documentos y testimonios con los que muchos periodistas y entusiastas ni hemos soñado. A uno le alegra que tanto talento haya cristalizado en un contenido de tanto valor.

Me vais a perdonar si la afirmación parece macabra o tétrica, pero creo que es sincera y realista: la industria del videojuego tiene ya más de 40 años, y muchos de los culpables de que hoy estemos en 3DJuegos ya no están con nosotros. Testimonios como el de William Higginbotham, Ralph Baer o Jack Tramiel ya nunca más serán escuchados, y no siempre vamos a poder reunir para hablar de nuestra industria a muchos de los que se encargaron de levantarla en los 70 y los 80. Por eso debemos valorar aún más el valor de High Score y la selección de empresarios y artistas legendarios que ha hecho en su serie. ¿Cuánto tiempo más podremos escucharlos juntos a muchos de ellos? Yo espero que sea por mucho, mucho tiempo.

Globalización y revisionismo, ¿sus peores enemigos?

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High Score ha tenido acceso a documentos increíbles

Si tengo que criticar algo de High Score es, en menor medida, lo mismo que le pasó en su día a Atari: Game Over de Zak Penn: el revisionismo en algunos lances de la historia. No sé qué tipo de interés tienen los artistas y cineastas por romantizar e idealizar el fracaso de E.T. en Atari 2600, pero agota la presencia de su creador, Howard Scott Warshaw, como una especie de mártir de la industria del videojuego en cada una de las apariciones que hace. El mismo Warshaw vuelve a reconocer que aceptó un encargo irrealizable y que Atari produjo millones de unidades de un producto que, a duras penas, tuvo la aprobación de dos o tres personas antes de horrorizar a todo el mercado norteamericano. Reconocer que es un fracaso no resta valor a la historia; situar E.T. con un halo que no merece hace un flaco favor a la historia del videojuego.

High Score: Crítica de la genial serie documental sobre la historia del videojuego

Puede que también se abuse en High Score de la generalización y sobreexposición de la crisis del videojuego doméstico norteamericano de 1983, un periodo histórico en el que está más que demostrado que el impacto de dicha crisis no tuvo un golpe tan sonado en el resto del mundo como los historiadores del videojuego norteamericano nos quieren hacer creer. Sí, naturalmente que el paréntesis de la industria estadounidense pudo frenar el desarrollo de videojuegos y la industria global, pero Europa o Asia no dejó de jugar a videojuegos en sus casas por grande que fuese el impacto del terrorífico E.T. y el no menos grotesco Pac-Man de Atari 2600. ¿Se le puede culpar a High Score de hacer más grande de lo que fue el acontecimiento? Desgraciadamente, parece que vamos a tener que vivir con ello para siempre. ¿Acaso fueron los estadounidenses los que más ingredientes pusieron para acabar con la II Guerra Mundial o fueron los soviéticos?

Otro de los pequeñísimos puntos débiles reside en algunas secciones un tanto aburridas y no tan conectadas como nos gustaría. Por ejemplo, en el capítulo de los juegos de lucha se pasa a hablar del equipo de eSports de un excampeón japonés de Street Fighter II Turbo. La situación y puesta en escena es un tanto extraña y no sé bien cuál es su cometido... ¿Intenta mostrar la realidad de un equipo de eSports o su rutina de entrenamiento? ¿Es una especie de parodia? Sea lo que sea, no lo logra y son los cinco o seis minutos más inquietantes de la serie... de las más de cuatro horas que duran en total los siete episodios. No puedo criticar el protagonismo otorgado a la comunidad negra (hablando del creador de la histórica Channel F, la primera consola con juegos intercambiables) y homosexual, que encuentran su lugar en High Score y poniendo su protagonismo al colectivo en la historia del videojuego. Totalmente merecido y necesario.

¿La mejor selección de estrellas que vamos a ver nunca?

Kalinske no se pierde la fiesta tras su aparición en The Toys That Made Us y le pilla el gusto a Netflix.
Kalinske no se pierde la fiesta tras su aparición en The Toys That Made Us y le pilla el gusto a Netflix.

High Score no es el primer trabajo documental sobre la historia del videojuego, evidentemente, pero eso no quita el gran mérito que tiene la producción estrenada en Netflix. El principal problema de otros documentales de similar índole es que no eran capaces de mantener el foco durante los 70, 90 o 120 minutos que duraba la pieza, cojeando en su narración o queriéndola simplificar hasta el absurdo. High Score es distinto: en sus cuatro horas se toma tiempo para invitar a artistas, empresarios y jugadores poco habituales en formatos como el presente, y logra mantener el interés del espectador sin importar lo poco o mucho que le puedan gustar los videojuegos. Es auténtica televisión de calidad, y seguramente uno de los trabajos más meritorios a la hora de presentar la historia de nuestra industria de una forma sencilla y didáctica.

La presentación de Garriott es la más épica que se ha visto en un documental de Netflix.
La presentación de Garriott es la más épica que se ha visto en un documental de Netflix.

Solo nos queda esperar a los que hemos disfrutado de la serie y los que vais a disfrutar de ella que Netflix confirme una segunda temporada en las próximas semanas. Estoy convencido de que avanzar a los tiempos de los 32 bits, la entrada de Sony y Microsoft en la industria, la caída de Sega o el resurgir del juego en PC acabará ofreciendo un punto de vista muy interesante a los jugadores que han disfrutado de los seis primeros episodios. High Score, incluso con sus errores, creo que es un baño de humildad para muchos divulgadores de la historia del videojuego: a lo mejor erramos en el foco y hay que apostar por algo más entendible, más accesible… y menos friki.

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