Mucho han cambiado las cosas desde que se hicieran videojuegos en los años 80 y 90. Los estudios eran más pequeños, los desarrollos no requerían tanta inversión y en general se tardaba mucho menos en finalizar los proyectos. No obstante, eso no quería decir que no fuera una industria de interés, sobre todo en Japón. Fue precisamente en esa época cuando empezaron a despegar grandes compañías como Capcom, Konami, Square, Namco, Sega y por supuesto Nintendo.
Los estudios de desarrollo a menudo se limitaban a pequeñas estancias o, como mucho, oficinas divididas por cubículos. Todo era bastante artesanal y a los propios creadores los empujaba más su vocación que los salarios, en muchos casos modestos. Tampoco buscaban gran reconocimiento en una industria todavía algo desconocida (y sin mucho prestigio). En definitiva, se daban las circunstancias idóneas para que ocurriera un fenómeno que hoy nos parecería incomprensible, pero que entonces parece que tenía todo el sentido del mundo: que los creadores escondieran su nombre real bajo seudónimos.
Así ocultaron su nombre real tus creadores favoritos
El otro día me dio por jugar a Metal Slug, un clásico arcade absolutamente magistral. Recordaba su maravillosa acción, pero no que en la pantalla de créditos aparecieran seudónimos. Había un tal Hiya!, otro que se hacía conocer como Max.D y uno más que respondía al nombre de Pierre. Esto me hizo querer indagar en la cuestión, porque se me encendió la bombilla y creía recordar haber visto esta práctica en otros videojuegos japoneses. En efecto, así sucedió. En la actualidad muchos ya se sabe quienes eran, pero otros -sorprendentemente- han logrado permanecer en el anonimato durante años.
Te voy a poner un ejemplo. ¿Sabrías decirme quién era YU2? Reconozco que no es sencilla. Es el seudónimo que empleó Yuji Naka en los créditos de Sonic the Hedgehog. ¿Y qué me dices de Wahyo Iwata? Esta es un poco más evidente, porque el apellido delata al antiguo presidente de Nintendo, el mismísimo Satoru Iwata, que usó este curioso nick para ocultar su labor de programación en el juego 3D Hot Rally. Otro ilustre que ocultó su nombre real en varios videojuegos fue Keiji Inafune, quien utilizó el seudónimo Inafking en numerosas entregas de Megaman.
Realmente, cuanto más buscaba, más me divertía. Fui rastreando las pantallas de créditos de varios videojuegos importantes de la época, como Castlevania. Este caso es especialmente delirante. El juego estaba dirigido por un tal Trans Fishers (a ver quién me dice el significado de esto), el guion había sido ejecutado por Vram Stoker (no lo he escrito mal, no) y la magnífica banda sonora del juego había sido compuesta por James Banana (que en realidad era una mujer, Kinuyo Yamashita, para más detalles).
Pero el caso más curioso sin duda, y el que más me ha impactado, es el de un tal Miyahon, que aparece en los créditos de varios juegos de Nintendo. Por supuesto, conociendo este dato, ya podéis intuir que se trata de Shigeru Miyamoto, pero en la época en que aparecieron los primeros juegos de Zelda esto no resultaba tan evidente. De hecho, su compañero Takashi Tezuka tampoco se libró de esta práctica, y aparece en varios juegos con el seudónimo de Ten Ten, que en japonés se corresponde con un signo diacrítico que indica sonoridad. Curioso.
Así que ya veis el panorama. La pregunta es: ¿por qué se llevaba a cabo esta práctica? Realmente, no he encontrado ninguna fuente fiable sobre el tema, sino habladurías con más o menos sentido. Algunos defienden que se hacía para no desentonar en el mercado occidental, puesto que por estos lares aún no estábamos muy familiarizados con lo que llegaba desde Japón. No está mal, pero no me convence del todo. Luego hay otra teoría que afirma que los seudónimos eran una forma de proteger a los empleados frente a otras compañías, de forma que no pudieran saber quiénes estaban detrás del último éxito en ventas.
Esto tiene más sentido. La industria del videojuego estaba comenzando a crecer en Japón y las empresas querían mantener sus grandes activos, en otras palabras, sus mejores empleados. Poner sus nombres reales era como decir a la competencia: "¡Mirad qué desarrolladores tan buenos que tenemos! ¿Os apetece llevároslos?". Y claro, los seudónimos podrían haber supuesto una gran solución en este contexto. También podría ser que simplemente les pareciera algo divertido, pero cuesta creerlo.
En fin, que es toda una curiosidad esto de los nicks en los créditos de los videojuegos japoneses, una práctica que dejó de hacerse de forma generalizada desde hace años, y que por supuesto estoy seguro de que personalidades como Hideo Kojima no habrían aceptado. ¿Pero qué opinas tú? ¿Por qué crees que lo hicieron? ¿Fuiste consciente en algún momento de esta forma de actuar? Cuéntamelo en los comentarios.
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