El año 1999 fue uno muy especial para los seguidores de Star Wars. Después de casi dos décadas de sequía cinematográfica, George Lucas estrenaba por fin una nueva entrega de su saga de películas. Una, además, muy esperada, pues era ese ansiado Episodio I del que tantas cábalas se hicieron los fans durante años. La Amenaza Fantasma se estrenó a mediados de 1999, y, aunque gustó más o menos según a quién preguntes, fue un indiscutible éxito de taquilla, que recaudó casi mil millones de dólares, convirtiéndola en una de las películas más taquilleras de la historia.
A la película le acompañaron, como era habitual, cientos de productos de merchandising, de todos los tipos y colores. Y, naturalmente, unos cuantos videojuegos basados o ambientados en el film. Aunque decir unos cuantos es quedarse corto, porque estos se contabilizan en docenas. Desde el juego oficial que seguía los acontecimientos de la película, a títulos bien conocidos como Star Wars Episode I: Racer, Star Wars: Obi-Wan o Star Wars: Bounty Hunter. Pero los que seguro que no os suenen de nada son proyectos como The Gungan Frontier, Anakin Speedway o Jar Jar’s Journey, protagonizado este último por el personaje más odiado y detestado de aquella galaxia muy y muy lejana.
Aprende con George Lucas
La mayoría de estos títulos fueron creados por Lucas Learning. Una división de Lucasfilm especializada en videojuegos educativos para niños, la cual es fundada en 1996 y que definía así su misión: "Todos tenemos el deseo innato de aprender. Lucas Learning se esfuerza por nutrir y fortalecer esta fuerza creativa produciendo productos de currículo de alta calidad que absorben a los estudiantes en una exploración y descubrimiento significativos". Hemos escrito algunos artículos interesantes sobre George Lucas como cuando prohibió hacer juegos de Star Wars a su propia empresa, y aquí definía así su visión del estudio: "La tecnología interactiva ofrece una alternativa a algunos de los enfoques tradicionales de la educación que no funcionaron para mí cuando era joven. Como resultado, me he comprometido a encontrar formas de capturar el interés natural de los niños por el aprendizaje y hacer que participen de manera más activa y productiva en el proceso de aprendizaje. Lucas Learning refleja mi propia pasión por el aprendizaje al crear productos que tienen un contenido rico en un entorno inmersivo y atractivo. Espero que disfrutes la experiencia y que contribuya a tu propia vida de aprendizaje".
Los propósitos de Lucas son bien conocidos. A menudo ha defendido una educación de calidad en la que la tecnología tenga un peso significativo. Ya en 1991 había fundado The George Lucas Educational Foundation (GLEF), una ONG decidida a mejorar la educación primaria y secundaria en la era digital. Y esperaba que su estudio LucasArts contribuyese en aquella misión, cosa que hizo en 1996 con Mortimer and the Riddles of the Medallion, un proyecto para ordenadores protagonizado por un caracol gigante y dos niños que deben salvar el hábitat de los animales. Un juego educativo que mezclaba un shooter sobre raíles con preguntas y conocimientos sobre biología. Un título aclamado por su valor pedagógico pero que fracasó en los comercios. Según Randy Komisar, CEO entonces de LucasArts: "Financieramente, Mortimer costó tanto como hacer un videojuego y sabíamos que el mercado no era tan grande para los juegos familiares. También era un riesgo institucional debido a [nuestra visión conservadora hacia] los nuevos proyectos".
De esta forma se funda Lucas Learning, con la idea de ser un estudio dedicado por completo a estos juegos educativos, capaz de producir obras de calidad que fueran, al mismo tiempo, asequibles económicamente. Su primera líder es Susan Schilling, quien tenía un trasfondo en la educación digital como directora creativa de MECC (Minnesota Educational Computing Corporation). Los primeros proyectos del estudio son muy prometedores, todos ellos dedicados a la franquicia Star Wars, pues se entiende que los pequeños asimilarán mejor así sus enseñanzas. El primero es Star Wars: Droid Work, un título en el que fabricar robots con piezas, como si de un LEGO se tratase, que sean capaces de cumplir una misión específica. El proyecto empleaba el motor de Jedi Knight, pero sus desarrolladores aseguraron que la violencia brillaría por su ausencia. "No explotas ni disparas a nada", decía Schilling, "básicamente tu mente es tu mejor arma".
Droid Works fue un éxito. Y fue reconocido tanto por la prensa como por la comunidad educativa, ganando varios premios
Collete Michaud, su directora, añadió en su postmortem en la GDC: "Eventualmente decidimos evitar la violencia a toda costa, sometiendo el diseño a cualquier modo necesario para evitar problemas que de otra manera terminasen en violencia. No habría explosiones gratuitas, ni pistolas láser, ni muerte (sólo pérdida total de energía o escudos), y los Droides Asesinos tendrían que conformarse sólo con su "valor de choque" (literalmente, ya que te desactivan al tocarte para drenar tu energía). Los gamers entre nosotros se quejaron, pero todos se unieron a la idea, y, sorprendentemente, resultó ser una de las mejores decisiones que tomamos". Droid Works fue un éxito. Y fue reconocido tanto por la prensa como por la comunidad educativa, ganando varios premios.
Un Scalextric de Star Wars
Unos meses después aparece la segunda obra de Lucas Learning, The Gungan Frontier, protagonizada por la especie a la que pertenece Jar Jar. Sin embargo, en esta obra el detestado personaje no aparece. O muy poquito. Es un título, muy en la línea de Sim Life, que propone crear un nuevo entorno natural para los Gungan, gestionando la flora y la fauna de una luna colonizada por estos. Es un éxito de crítica que se lleva varios premios. Como también lo es Pit Droids, un juego protagonizado por los robots de Watto, del Episodio I, en el que el jugador ha de resolver diferentes rompecabezas, además de poder crear los suyos propios y compartirlos con sus amigos por Internet.
Estos primeros proyectos de Lucas Learning son muy interesantes. No puedo hablar como educador, pero sí es la clase de títulos que pondría gustoso a mis hijos. Demuestran que ser un juego educativo no significa que no pueda brillar por una refinada jugabilidad o destacar técnicamente. Por eso mismo es difícil comprender porque, a partir de cierto momento de 1999, toda esa visión se tuerce por completo. Ya que aparecen cinco títulos, todos ellos englobados en una misma serie, que rompen del todo con lo conseguido hasta entonces. El primero de ellos es Star Wars: Yoda's Challenge Activity Center, en el que Yoda encarga al jugador la resolución de diversos puzles, que, aunque tocan desde las matemáticas a la música, son ridículamente sencillos. A este le sigue Star Wars: Anakin's Speedway, que es una suerte de Scalextric digital protagonizado por las vainas del Episodio I; y Star Wars: Early Learning Activity Center, en la misma línea que el de Yoda. Le continúa a mediados del año 2000 Star Wars Math: Jabba's Game Galaxy, un título desarrollado por el estudio britanico Argonaut Software, que es un extraño juego de mesa que nadie supo decir que tenía exactamente de educativo. Y la guinda del pastel, Star Wars: Jar Jar's Journey, protagonizada por nuestra pesadilla favorita. Es un juego que sigue la acción de la película desde el punto de vista de Jar Jar. ¿Se podría empeorar tal concepto? Por supuesto. En algunos momentos el juego se convierte en un musical, que insta al jugador a cantar como si de un karaoke se tratase.
Era muy discutible que ningún niño pudiera aprender nada con esos juegos, lo que traicionaba del todo la visión del estudio
Todos estos títulos eran mediocres. No eran más que proyectos que explotaban la tan cacareada idea de los videojuegos multimedia, con mucho artificio visual, muchas animaciones, pero nada más. Por si fuera poco, era muy discutible que ningún niño pudiera aprender nada con esos juegos, que traicionaban del todo la visión del estudio. ¿A qué se debió semejante cambio? Lo intenta explicar Colette, quien estuvo muy involucrada con Lucas Learning: "En los primeros días de esta nueva compañía, algunos de nosotros nos reunimos con [Lucas] en su oficina en el rancho para hablar sobre sus objetivos en la creación de software educativo para niños. Al principio dio algunos apuntes para DroidWorks, pero luego se enredó en hacer la primera trilogía de películas de Star Wars. Después de eso, nunca interactuamos mucho. (...) En ese momento, él estaba un poco desconectado del estudio de videojuegos. Había dejado de asistir a las reuniones de la compañía y estaba enfrascado en escribir las películas de Star Wars".
Una nueva esperanza
Sea o no la pérdida de interés de Lucas la razón, el estudio demostró perder todo el rumbo con su último título, aparecido a mediados de 2001. Es más, a diferencia de los anteriores, todos ellos para PC, éste aparece para PlayStation 2. Star Wars: Super Bombad Racing es un clon de Mario Kart protagonizado por los diferentes personajes de las películas, el cual pasó sin pena ni gloria por el mercado. Unos meses más tarde se anunciaba la disolución del equipo. O no exactamente. Lucas Learning dejaba de producir nuevos proyectos de cara al mercado, pero seguiría explotando sus productos en el circuito educativo. Estrictamente hablando, el estudio sigue en activo, aunque desconocemos en qué ha trabajado todos estos años. De hecho, su antigua página web reconduce a la fundación educativa de George Lucas.
En mi vida he probado muchos videojuegos educativos. Cuando yo era un chaval el género estaba en su auge, coincidiendo con la llegada de las plataformas multimedia. La mayoría de estos títulos, por desgracia, eran pobres y no tenían ningún valor pedagógico. Por no decir que eran aburridos. La idea de unos videojuegos educativos interesantes, bien planteados y encima protagonizados por los personajes de Star Wars, seguro me hubiera resultado fascinante entonces. Como a todos los de mi quinta. Pero en algún momento aquella visión se torció, retornando a la mediocridad habitual que siempre han demostrado estos títulos. La idea, sin embargo, sigue ahí. ¿La explotará alguien en el futuro? Quizás es el momento ideal, sabiendo como otras empresas de éxito, como LEGO o National Geographic, se han adentrado en las escuelas con propuestas interactivas.
Una lectura:
George Lucas: Una vida (Reservoir Narrativa)
George Lucas: Una vida
El 25 de mayo de 1977 se estrenó en apenas cuarenta salas estadounidenses un film con todos los números para fracasar. Sin embargo, pronto mereció grandiosos titulares hasta convertirse en un fenómeno de taquilla que cambió de un plumazo la manera de producir, anunciar y rentabilizar películas. La cinta se titulaba Star Wars y su creador era un tal George Lucas. El cineasta aún volvería a dar el golpe con la saga de Indiana Jones y, no contento con ello, llegó a forjar pequeños imperios: Lucasfilm, THX, Industrial Light & Magic, Pixar.
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