En la década de los 80, la industria del PC estaba marcada por el dominio de Microsoft e IBM, ya que otras opciones como Apple no eran capaces de despuntar a pesar de intentos agresivos marcados por un marketing nunca visto. Así, al tratarse de los primeros vestigios de la era informática, el desconocimiento de los usuarios daba pie a que las mejores ideas del mercado terminasen enterradas. Por desgracia, eso fue lo que le sucedió al Epson HX-20, uno de los portátiles más ambiciosos de la época.
La ambición acabó con el HX-20
Anunciado en 1981 y puesto a la venta un año después, es considerado uno de los primeros "notebook" reales por sus prestaciones. Con un precio inicial de 795 dólares (ajustando la inflación, hablamos de un montante que ronda los 2.300 euros), el portátil de Epson era un auténtico monstruo para su época al integrar pantalla LCD, sistema operativo propio, impresora y mucho más. Por ello, la ambición de sus creadores provocó que su adiós se produjera antes de lo esperado.
Al incorporar un monitor (pantalla LCD de 120x32 píxeles) y un sistema propietario con EPSON BASIC, permitía a los usuarios escribir y ejecutar programas directamente en el equipo, razón por la que no debían utilizar un ordenador anfitrión ni software externo. A su vez, también incluyó una unidad de microcassette incorporada para almacenamiento de datos y, por si esto fuera poco, una impresora matricial integrada y teclado de tamaño completo, tres añadidos inusuales en la época.
Como Epson quería hacer historia, decidió incorporar accesorios como un lector de código de barras, un DIN de 5 pines para expansión externa que permitía ampliar el potencial del sistema en entornos profesionales, un acoplador acústico para conectividad vía módem y un dispositivo de comunicación aumentativa. Al hacerlo, igual que hizo el ordenador portátil de Chandler años después, la intención era orientar su uso más allá del ocio hacia aplicaciones de negocio y accesibilidad.
Por desgracia, esa innovación provocó que su vida terminase antes de lo esperado. El consumidor medio no estaba dispuesto a pagar 795 dólares por un equipo informático y, de hecho, la autonomía de 50 horas que ofrecía la batería tampoco consiguió seducir a mucha gente. Así, el precio, la escasez de software y la dependencia de accesorios propios no solo provocó que el producto perdiera fuerza, sino que los rivales pudieran llegar con pantallas superiores y ecosistemas más atractivos.
En conjunto, el HX-20 de Epson fue un dispositivo adelantado a su tiempo, dado que contaba con pantalla LCD, autonomía de varios días, impresora, sistema operativo propio y mucho más. Por ello, fue una buena opción para tareas de campo y demostraciones, pero su ambición terminó siendo lo peor que le pudo pasar. Ahora, echando la vista atrás, ningún equipo de su época era capaz de competir contra él.
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