Desde hace unos años, la guerra por dominar la industria de los semiconductores se ha convertido en un auténtico campo de batalla. Para Intel, uno de los mayores exponentes del sector, es clave definir quién será el rey de esta industria, ya que defienden que este será el que domine las estrategias geopolíticas de los próximos 50 años. Por ello, movimientos como el reciente de Taiwán pueden marcar un antes y un después en la industria. Aunque, como en todos los conflictos, algunos países cruzan los límites y llevan a cabo maniobras de dudosa moralidad, una situación que ha terminado con un importante conflicto entre Corea del Sur y China.
Como reporta el portal Ars Technica, un antiguo ejecutivo de Samsung (cuyo nombre no ha sido revelado) ha sido detenido y procesado en Corea del Sur por un presunto robo de tecnología. Así, este ciudadano de origen chino de 65 años aprovechó su posición para acceder a información privada de la compañía surcoreana con una única intención: construir instalaciones avanzadas de fabricación de chips. De esta forma, ha sido detenido justo antes de traficar con la información para, como confirma el medio norteamericano, reproducir una fábrica a solo 1,5 kilómetros de la planta de chips de memoria de Samsung en Xi’an, una localidad al oeste de China.
Es mucho más que una simple filtración
Para la fiscalía del distrito de Suwon, este asunto es flagrante ya que va más allá de una filtración al ser “un intento de copiar toda una fábrica de chips”. Así, en un documento aseguran que el alcance del delito y los daños son “incomparables con casos anteriores de filtración de tecnología”. De hecho, aseguran que si se copiara una planta nacional y se reprodujeran en masa los productos, esto habría causado “pérdidas irreparables” a la industria coreana de semiconductores. Así, aunque Samsung protege sus instalaciones y evita que cualquier persona ajena a la empresa acceda a ellas, la posición de este antiguo ejecutivo le permitió acceder a información confidencial.
Según indica el mismo medio, el detenido contrató a cerca de 200 empleados de Samsung y SK Hynix (otra compañía de semiconductores surcoreana de la que también formó parte) que, supuestamente, se encargaron de adquirir secretos comerciales. Por culpa de estas triquiñuelas, se estima que Samsung perdió unos 230 millones de dólares. Esto, sumado a su fracaso a la hora de conseguir una inversión de 6.200 millones de dólares (apenas consiguió 350 millones de dólares), llevó al plan a la ruina y le costó al culpable su detención. Así, Corea del Sur no quiere que nada interfiera en su ambicioso plan de crecimiento para dominar la industria de los semiconductores.
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