Abelardo González
Editor - TechLo más probable es que, tal y como millones de personas hacen con WinRAR, hayas utilizado VLC alguna vez en los últimos 24 años. Aunque no lo sepas, el reproductor multimedia más popular del mundo nació como un proyecto estudiantil en 1996, fecha en la que varios estudiantes de la École Centrale Paris crearon un programa para enviar vídeo por red dentro del campus. Por aquel entonces, se llamaba VideoLAN Client, un nombre que terminó recortándose a VLC.
La historia detrás de VLC
Con el tiempo, se convirtió en un reproductor universal gratis, multiplataforma y, por encima de todo, con una fama que ha prevalecido varias décadas después: es capaz de abrir cualquier archivo. Gracias a su enfoque tanto en códecs como en compatibilidad, terminó liberándose en 2001 como software libre bajo GPL, momento en el que la pasión de la comunidad hizo crecer el proyecto hasta crear VideoLAN. Hoy, la misma VideoLAN es una organización sin ánimo de lucro que mantiene VLC vigente.
Jean-Baptiste Kempf, presidente de VideoLAN y desarrollador principal, no solo es la cara más visible del proyecto, sino que es la persona que ha insistido en que VLC debe seguir sin anuncios ni rastreo. Según su visión, aceptar cualquier oferta económica les llevaría a entrar en una "cárcel", ya que asegura que un inversor les empujaría a vender datos, meter publicidad o cerrar funciones. Por ello, Kempf siempre ha mantenido una filosofía que le ha llevado a rechazar ofertas de compra de todo tipo.
Así, reconoce que ya ha dicho que no a "varias decenas de millones de euros", ya que la única intención que tienen los creadores es mantener VLC independiente y gratuito. Para financiarse, VideoLAN vive de donaciones y acuerdos puntuales. Gracias a ello, ha conseguido evitar un modelo comercial agresivo que les ayuda a conservar la confianza de los usuarios. Además, su éxito también proviene de aspectos menos visibles: combinar bibliotecas multimedia abiertas con su propio motor de reproducción, algo que les permite reducir dependencias de plataformas cerradas.
En varias entrevistas, Kempf ha explicado que la idea original era solucionar un problema real, nada más y nada menos que el streaming en red. Por ello, la simplicidad de VLC nace como una decisión consciente y, por tanto, no es fruto de ningún accidente. Así, en plena era de suscripciones y servicios, VLC sigue recordando una valiosa lección que recuerda al internet de antaño: si un software te pide cero datos y cero euros, el "producto" no eres tú. Hoy, la filosofía de VLC no se podría aplicar a ningún otro producto similar.
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