En los últimos días, Sam Altman (CEO de OpenAI, la empresa detrás del exitoso ChatGPT) ha comparecido en varios países para tratar asuntos relacionados con la inteligencia artificial. Así, como cara visible de la compañía que ha creado el agente basado en IA más exitoso hasta el momento, Altman se ha convertido en una auténtica eminencia en la industria. Y, por ello, ha centrado sus esfuerzos en dos aspectos que le tienen muy preocupado: los riesgos de limitar el avance de la inteligencia artificial y la creación de una AGI (también conocida como “inteligencia general artificial”).
En lo referente a lo primero, Altman se ha mostrado proactivo a buscar los límites de la inteligencia artificial ahora que está tecnología está en boca de todos. Dicha opinión, que comparten otras grandes figuras como Bill Gates, ha sido criticada por expertos en la materia como Elon Musk. Sin embargo, como recoge el portal The Guardian, Altman cree que limitar la investigación sobre el alcance de la inteligencia artificial podría ser uno de los mayores errores de la humanidad. De hecho, el CEO de OpenAI asegura que insistir en esta posibilidad será “el avance más tremendo en calidad de vida” que hayamos podido experimentar.
Su objetivo es alcanzar la súper inteligencia artificial
La inteligencia general artificial, o AGI, es una condición que describe a una IA capaz de alcanzar las capacidades humanas. De esta forma, un agente basado en inteligencia artificial podría, además de replicar conocimientos, tener la capacidad de razonar por sí mismo y emitir juicios en cuestiones morales o éticas. Por ello, alcanzar esta condición es uno de los principales objetivos de un Altman que, además, no ha perdido la oportunidad de hablar de Worldcoin, su proyecto basado en criptomonedas que intentará ofrecer calidad de vida a aquellos que hayan perdido su trabajo por culpa de una IA.
Sea como fuere, la posición de Altman no termina de convencer a algunos expertos. Según un estudio reciente, herramientas como ChatGPT son las culpables de miles de despidos mensuales, una condición a la que hay que sumar el peligro para los derechos de autor que supone la inteligencia artificial. Por ello, algunas voces autorizadas no pierden la oportunidad de señalar que la IA tiene el alcance de una guerra nuclear, razón por la que es importante regularizar la situación y concretar ciertos límites antes de seguir trabajando en explotar todas sus virtudes.
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