Chema Mansilla
Editor - Cine y TVAlien: Earth se está convirtiendo en una de las series más populares del año. No solo entre los seguidores veteranos de la saga Alien, también entre los amantes de la ciencia ficción en general y un público más amplio que se está dejando seducir por esta curiosa mezcla de alienígenas sanguinarios, androides con personalidad propia y despiadados directivos de empresa con problemitas. Parte de su éxito se debe a cómo ha sabido reinventar algunas de las claves que hicieron de Alien: El Octavo Pasajero y Aliens: El Regreso dos clásicos del género. Sin embargo, en su séptimo episodio creo que ha cometido un gran error que hasta ahora la franquicia había logrado evitar.
Aviso de Spilers: este artículo contiene spoilers del episodio 7 de Alien: Planeta Tierra, así que si todavía no lo has visto quizá quieras dejar la lectura para más tarde.
Una historia de traiciones y pérdida de inocencia
El episodio titulado Emergence comienza de manera intensa, con Slightly (ligero o Zorrillo, según dónde vivas) y Smee obligados a mover el cuerpo de Arthur, todavía con un abrazacaras aferrado a su rostro. La escena sirve como metáfora brutal de la pérdida de la inocencia infantil, especialmente para Smee, interpretado con gran sensibilidad por Jonathan Ajayi. Lo que al principio era solo un juego y camaradería entre los Niños Perdidos se convierte en una experiencia traumática: ver la vida apagarse, sin entender realmente qué significa la muerte.
Es también el inicio del resquebrajamiento definitivo de los Niños Perdidos, esos jóvenes híbridos que hasta ahora habían vivido entre la obediencia a Prodigy y la ilusión de una vida mejor. El paraíso tropical se transforma en pesadilla. Isaac ha muerto, Wendy duda de todo, y la desconfianza entre ellos crece a pasos agigantados. Es ela evolución de este personaje donde tenemos el arco más atractivo para los fans, que por fin pueden ver en pantalla muchas ideas destacadas para el personaje de Ripley a lo largo de la saga que por fin han encontrado su manera de llegar a la pantalla.
Wendy, el xenomorfo y un recuerdo incómodo de Alien: Resurrección
Uno de los giros más comentados de este capítulo es la nueva relación que Wendy establece con el xenomorfo. Su conexión con la criatura, que actúa casi como un perro de presa que acude a su llamada y obedece sus órdenes, tiene ecos directos de lo que ya vimos en Alien: Resurrección. En aquella película, Ripley y los xenomorfos compartían un vínculo extraño, fruto de la clonación y la manipulación genética.
Para mí hay un problema con esto, y no es tanto la idea en sí, que tiene cierto interés, sino cómo se ha trasladado en pantalla. Y es que el cambio de escenario típico de la serie, con sus pasillos oscuros, a una soleada isla tropical supone que ahora podemos ver al xenomorfo a plena luz del sol, y creo que es una pena.
El gran error: ver demasiado
Uno de los grandes aciertos de la saga, especialmente de sus primeras dos películas, es que el espectador parece que nunca llega a hacerse una idea clara del aspecto real del xenomorfo, que no deja de ser una aterradora forma de pesadilla, todo dientes, garras y sombras. Y claro, todos sabemo que en caso de la primera peli el alienígena en cuestión era el bueno de Bolaji Badejo, y que James Cameron tuvo la buena idea de utilizar las estupenda marionetas gigantes del mítico Stan Winston, pero en Alien: Earth lo que vemos claramente es a un señor (Cameron Brow) con un traje de goma, con poco espacio para imaginar pesadillas. Y qué queréis que os diga, al ver a un señor disfrazado correteando a cuatro patas por la playa, me entra un poco de bajona.
Diré que tampoco soy muy fan de la otra gran estrella de la serie, el alienígena ocular, el ya célebre "pulpojo", que me parece un diseño bastante desafortunado y un concepto que claramente está metido a rosca en la trama porque en algún momento imagino que tendrá un gran momento de protagonismo en forma de plot-twist. Con esto quiero decir que me parece muy curioso que Alien: Earth esté haciendo muy bien muchas cosas a la hora de revitalizar la saga con nuevas e interesantes ideas, pero que esté pinchando precisamente en lo que da nombre a la saga, que ha pasado a un segundo (aunque sangriento) plano en esta historia.
Una serie brillante, pero no intocable
Nada de esto quita mérito al resto del trabajo de Noah Hawley y su equipo. Alien: Earth sigue siendo una de las series más sorprendentes y valientes de la temporada, capaz de mezclar acción, terror, filosofía y drama adolescente en un cóctel que no deja indiferente a nadie. Su capacidad de reinventar la saga mientras dialoga con ella es incuestionable.
Sin embargo, este séptimo episodio demuestra lo delicado que es jugar con símbolos tan asentados en el imaginario popular. Convertir al xenomorfo en un aliado visible y casi doméstico puede tener un atractivo narrativo inmediato, pero también corre el riesgo de vaciar de misterio a la criatura más icónica del cine de ciencia ficción.
Cuando el sol no deja lugar a las sombras
Alien siempre ha sido un relato sobre lo desconocido. Sobre lo que se oculta en la oscuridad. Alien: Earth ha sabido capturar buena parte de esa esencia, pero en su séptimo episodio creo que ha cometido un desliz importante: Mostrar al xenomorfo bajo la luz del sol lo humaniza, lo convierte en algo tangible y, por tanto, menos aterrador. Como dirían los marines coloniales, si puedo verlo, puedo matarlo.
Quizá para muchos espectadores no suponga un problema. Quizá incluso sea refrescante ver a la criatura en un contexto diferente. Pero para los que llevamos años disfrutando del terror cósmico que supone el universo Alien, es algo que pasa factura. Y deja la duda de si en el futuro la serie sabrá devolver al xenomorfo al lugar que nunca debió abandonar: las sombras.
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