Los hippies hicieron de Frodo un icono contracultural y hoy hay quien quiere hacer de El Señor de los Anillos todo lo contrario

Los hippies hicieron de Frodo un icono contracultural y hoy hay quien quiere hacer de El Señor de los Anillos todo lo contrario

Desde los hippies hasta la ultraderecha italiana: cómo El Señor de los Anillos influye en diferentes movimientos políticos

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El otro día me tropecé con un interesante artículo de la BBC que exploraba la fascinación de los movimientos sociales contraculturales de los años 60 por la obra de J.R.R. Tolkien, El Señor de los Anillos. Este artículo me trajo a la mente una pintada histórica que solía adornar los muros de las calles de San Francisco o Londres, una especie de meme primigenio antes de que el término actual existiera: "Frodo Lives!". Esta frase, que incluso se menciona en los extras de los DVDs de las películas de Peter Jackson, encapsula la manera en que la obra de Tolkien se convirtió en un símbolo para los movimientos sociales de la época.

En esos años tan revueltos, El Señor de los Anillos se convirtió en algo más que una historia de fantasía épica. Se convirtió en una brújula moral para los jóvenes activistas que buscaban inspiración en su lucha contra la guerra, la opresión y la degradación del medio ambiente. Según explicaba ya en 1971 Bob Borsley en un conocido artículo para la Sociedad Tolkien, la trilogía literaria sirvió como una forma de escapismo para una generación traumatizada por la guerra de Vietnam y decidida a desafiar el orden establecido. Algo de lo que poco después participa George Lucas con su primera película de Star Wars, convirtiéndose en uno de los mejores ejemplos del calado que tendrían esas ideas.

Del Puente de Khazad-dûm al Golden Gate

Fruto de las creencias católicas del autor, los personajes de la obra de Tolkien encarnaban valores tan arquetípicos que terminaron resonando con los ideales de los movimientos contraculturales. Por ejemplo, Frodo, el pequeño hobbit que lleva el peso del mundo en sus hombros, se convirtió en un símbolo de resistencia pacífica y sacrificio personal, y de la responsabilidad de toda una generación de jóvenes que heredan un mundo que todavía sufría las secuelas de la Segunda Guerra Mundial. Gandalf, el sabio mago, representaba la lucha contra el poder opresivo y la búsqueda del conocimiento y la verdad. Tom Bombadil, el misterioso habitante del Bosque Viejo, encarnaba la conexión con la naturaleza y la simplicidad de la vida. Bárbol, el ent anciano, personificaba la paciencia y la sabiduría de la tierra misma. O el evidente industrialismo de Saruman al que Tolkien enfrenta a sus héroes abogando por una economía basada en la libertad, la creatividad y la confianza, en contraposición a la avaricia, el control del gobierno y un capitalismo desbocado del que ya sufrimos sus consecuencias sociales y medioambientales.

Gangals Garden Gandalf’s Garden, London. 1969. Foto: Pardoes.info

Estos personajes se convirtieron en iconos de la contracultura, apareciendo en pintadas, camisetas, discos y chapas. Sus palabras y acciones encontraron su espacio en los argumentos y las mentes de aquellos que buscaban un camino alternativo en un mundo dominado por la violencia y la codicia. La trilogía, a pesar de ser escrita por un autor considerado conservador, atrajo a un público contracultural debido a su crítica a la industrialización y su enfoque en la naturaleza, la libertad individual y la resistencia contra el poder opresivo. No es de extrañar que estos mensajes tuvieran también una manifestación cultural. Desde los fanzines universitarios a la música popular de la época, incluyendo bandas como The Beatles y Led Zeppelin, donde encontramos referencias a la mitología de Tolkien, lo que, junto con la primera edición económica de los libros, contribuyó a su popularidad entre los jóvenes.

Otro mundo es posible

La visión política de Tolkien como radical en su rechazo al autoritarismo y su defensa de un gobierno limitado, a pesar de la gran cantidad de reyes, monarcas y genealogías régias que pueblan sus páginas. Se sugiere que Tolkien, a través de su obra, abogaba por valores como la libertad individual, la responsabilidad personal y la resistencia contra la opresión estatal. Kayla Spencer señala en un interesante texto que la popularidad de El Señor de los Anillos entre los hippies no fue solo una moda pasajera.

Pinatada en Hayes Green Temple. Foto: Jamison Wieser Pinatada en Hayes Green Temple. Foto: Jamison Wieser

La trilogía de Tolkien se convirtió en un texto sagrado para muchos, una fuente de inspiración y orientación en tiempos turbulentos. Las comunas hippies adoptaron nombres de lugares de la Tierra Media, como Rivendel o Lothlórien, y organizaron lecturas grupales de los libros. La música folk, que estaba en auge en ese momento, se impregnó de referencias a la obra de Tolkien, con bandas como los citados Led Zeppelin y Jethro Tull incorporando letras inspiradas en su saga. Fue el caldo de cultivo perfecto, además, para el florecimiento de autores como Michael Moorcock, Ursula K. Le Guin o Jack Vance, que cada uno a su manera reaccionaron a esta maduración del género fantástico y que a día de hoy siguen siendo una referencia para autores actuales como Sanderson, Martin o Abercrombie.

Meloni Tolkien Giorgia Meloni en la exposición de J.R.R Tolkien en Roma. Foto: La Galleria Nazionalle

Otra interpretación de Tolkien

Sin embargo, el fenómeno contracultural de los años 60 no ha sido el único movimiento político que se apropió de la obra de Tolkien. Tirando del hilo encontré un artículo de Gzeromedia, que explica cómo, pàradójicamente, la actual derecha italiana también ha encontrado inspiración en La Tierra Media. Giorgia Meloni, la primera ministra italiana y líder del partido Hermanos de Italia, dice ser una ferviente admiradora de Tolkien y ha utilizado su obra para impulsar su agenda nacionalista y ultraconservadora. Si bien no hay que perder de vista las circunstancias conservadoras, burguesas y ciertamente privilegiadas de Tolkien en el momento de escribir El Señor de los Anillos, tal vez esta nueva interpretación resulte, cuando menos, chocante.

En su mitin final de campaña, Pino Insegno, la voz  italiana de Aragorn en la versión italiana de El Señor de los Anillos, la presentó invocando al Reino de los Hombres de la Tierra Media con "Hijos de Rohan, hermanos míos, pueblo de Roma ... el día de la derrota puede llegar, ¡pero no es este día!". Ahora, la voz de Insegno se puede escuchar en toda Italia en la nueva exposición de Tolkien, una exposición itinerante de 250.000 € financiada por el ministerio de cultura italiano e inaugurada por Meloni, que considera la trilogía textos sagrados.

El tributo de Meloni a Tolkien no es casualidad. El Señor de los Anillos ha influenciado el movimiento conservador de Italia desde la caída de Mussolini. Es algo que en general la imaginería y la mitología con raíces noreuropeas comparten con los movimientos de extrema derecha en todo el mundo. Después de que el gobierno italiano se pasó al bando de los Aliados durante la Segunda Guerra Mundial, los fascistas se unieron al Movimiento Social Italiano, alias MSI, y fueron en gran medida excluidos de la cultura y la política de posguerra. Los veteranos del fascismo abrazaron la serie de Tolkien, que se lanzó en Italia en 1970 con un prólogo del filósofo y ensayista Elémire Zolla, quien argumentó que los libros representaban el rechazo de los conservadores al mundo moderno y una alegoría sobre grupos étnicos "puros" luchando contra la contaminación de invasores extranjeros.

Senos Anillos Italia Portada italiana de la edición conjunta de El Señor los Anillos. Imagen: Editorial Rusconi

Los libros proporcionaron al MSI un medio para reconstruir una identidad postfascista de extrema derecha. En lugar de identificarse con el guerrero Aragorn, el MSI glorificaba a los hobbits, que reflejaban la debilidad de su partido. Incluso establecieron "Campamentos Hobbit" para jóvenes activistas, moldeando una nueva generación de conservadores para que se vieran a sí mismos como una hermandad luchadora contra el "Ojo que Todo lo Ve" de la Izquierda Europea.

Al parecer, Meloni, al igual que muchos miembros del partido Hermanos de Italia que lidera, creció asistiendo a estos campamentos (sí, había disfraces). En su biografía, explica que ve El Señor de los Anillos como un relato nacionalista, anti-globalización e hiperconservador que le ha dado una manera de explicar su lucha por preservar la tradición en términos socialmente aceptables. Un mensaje con el ascendió al poder de la mano de una retórica manifiestamente nacionalista, llegando a pedir un bloqueo naval contra los migrantes ilegales y advirtiendo a sus seguidores de las artimañas conspirativas del globalismo.

Frodo

Entonces, ¿cuáles son las políticas de la Tierra Media? John Pagano, experto en Tolkien y profesor de Barnard, piensa que el autor estaría en desacuerdo con la apropiación de su obra por parte de Meloni.

"Siempre que [en los libros] las personas se reprimen por aumentar su propio poder, evidencian el sentido de Tolkien. Galadriel rechaza el anillo, Aragorn rechaza el anillo, Gandalf rechaza el anillo, la idea principal es eventualmente renunciar al poder absoluto".

Después de luchar en las trincheras y perder amigos durante la Primera Guerra Mundial, y después de enviar a sus dos hijos a luchar en la Segunda Guerra Mundial, Tolkien lanzó la serie en 1954 con una profunda desconfianza hacia el poder político sin control. Pagano no cree que a Tolkien le gustaría ser asociado con la agenda de inmigración de Meloni tampoco. "Quiero decir, ¿qué es lo que salva a la Tierra Media? Fue una coalición de las diversas razas que se unieron en un esfuerzo comunal para resistir contra el mal".

Es importante tener en cuenta que esta apropiación política de El Señor de los Anillos va en contra de los valores fundamentales de la obra y de su autor. J.R.R. Tolkien era un firme defensor de la paz y la tolerancia, y su obra estaba impregnada de un profundo amor por la naturaleza y la comunidad. La utilización de su obra para promover agendas políticas divisivas y excluyentes seguramente choque de plano con el espíritu de su creación. De ahí que el revisionismo actual de Tolkien y el análisis de Meloni sobre El Señor de los Anillos difieren radicalmente del enfoque de los hippies de los años 60, donde la lucha era en pos de la libertad, y no de la exclusión, donde el conflicto era una defensa y no una provocación.

Gandalf

"La esperanza es lo único más fuerte que el miedo"

Volviendo así a los 60, a los mediados, los hippies y la hierba del viejo Toby, aquellos momentos de cambio social rápido en Estados Unidos, acelerado por los 42 millones de Baby Boomers que llegaban a la mayoría de edad en un momento en que El Señor de los Anillos era lectura obligatoria en los centros educativos. En 1966, la revista Time escribió que "ir a la universidad sin Tolkien es como ir sin zapatillas". Las ventas de la trilogía se dispararon en la década de 1960, superando a la Biblia en 1967 y 1968, para consternación de su devoto autor católico.

Independientemente de la lectura que se le quiera dar, la obra de Tolkien sigue siendo un espejo en el que cada generación ve reflejados sus propios temores y esperanzas. Ya sea como un símbolo de resistencia pacífica o como una justificación para la xenofobia y el nacionalismo, El Señor de los Anillos continuará siendo una fuente de debate y reflexión para las generaciones futuras.

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