Actualmente nadie en su sano juicio se atrevería a dar cabida a un departamento de estado basado en las predicciones del futuro, pero a finales de los 60, una década después de que Philip K. Dick publicase la novela de Minority Report que en 2002 sería llevada al cine por Steven Spielberg y Tom Cruise, nacía la Agencia de Premoniciones Británica. Una oficina destinada a estudiar precrímenes y premoniciones de desastres naturales.
Poco antes de su creación, el prestigioso psiquiatra John Barker se encontraba escribiendo un libro sobre la posibilidad de morirse del susto cuando acudió a investigar un suceso que parecía sustentar su teoría. A finales de 1966, la ciudad de Aberfan había vivido un lamentable accidente en una mina de carbón que terminó sepultando a 144 personas.
La agencia a lo Minority Report de los años 60
Entre todas ellas había una gran mayoría de niños y, aparentemente, uno de ellos había conseguido escapar ileso, pero el desastre lo había matado del susto. Investigando el caso, Barker se topó con una colección de casos que resultaban particularmente extraños, desde niños que habían dibujado el desastre con anterioridad hasta otros que habían soñado con algo que hacía desaparecer la escuela.
Poco después de aquello decidió crear la Agencia de Premoniciones. Una oficina destinada a recopilar y catalogar casos de precognición con la intención de crear un sistema informático que permitiese analizar esas premoniciones y, con suerte, poder evitar futuros desastres como el ocurrido en Aberfan.
Recordad que estamos en una época especialmente orientada al oscurantismo de la mano de experimentos parapsicológicos, el estudio de posibilidades cerebrales más cercanas a la ciencia ficción que a la realidad, y casos como el del programa MK-Ultra de la CIA que terminó inspirando Stranger Things y las historias de poderes mentales.
Barker creó un sistema de catalogación mediante puntos que se encargaría de dar peso a las premoniciones valorando su excentricidad, precisión y exactitud, y para facilitar su estudio contactó con el periodista científico Peter Fairley para que los lectores de su periódico contactaran con la agencia para dar a conocer sus sueños y precogniciones. Lamentablemente, muchas de ellas llegaban tras ocurrir los eventos, así que tenían escaso valor para su experimento.
La ciencia detrás de las premoniciones
De las 723 que llegaron, sólo 18 de ellas parecían tener un hilo del que tirar. De todas esas, 12 procedían de dos personas. Por un lado estaba Alan Hencher, un telefonista que pronosticó un accidente de avión en el que morirían 123 personas nueve días antes de que un avión se estrellase en Chipre provocando la muerte de 124.
Por el otro, Kathleen Lorna Middleton, una profesora de música que escribió acerca de un astronauta petrificado el mismo día que Vladimir Komarov se estrelló en su retorno a la Tierra a bordo de la Soyuz 1, una noticia que se dió a conocer a los medios días después. También alertó en varias ocasiones de que Robert Kennedy corría peligro el día 4 de junio de 1968, un día antes de que fuera asesinado por un disparo. Fue ella misma la que aseguró al propio Barker que su fin estaba cerca antes de que este muriese por culpa de una embolia cerebral.
Con su fallecimiento, la Agencia de Premoniciones cerró sus operaciones sólo 18 meses después de haber sido creada, provocando que la ciencia estudiase con más detenimiento qué hay detrás de todas esas premoniciones. Pese a lo impactante del caso, lo cierto es que estamos ante una realidad que resulta plenamente plausible desde un punto de vista científico.
Con millones de personas poblando la Tierra, todos soñamos a diario y lo hacemos en base a patrones sobre situaciones reales que normalmente no recordamos a no ser que generen un impacto que nos haga despertar de golpe. Es precisamente por esos impactos que el 80% de los sueños suelen ser más negativos que positivos, a menudo relacionados con la muerte o desastres. Por mera cuestión de probabilidad, la posibilidad de que una de esas 8 millones de personas que sueñan a diario lo hagan con algo que se parezca a lo que ocurrirá mañana, no es ni magia ni parapsicología, simplemente es pura estadística.
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