Este es el mejor monitor que he probado hasta la fecha al que no le falta de nada: 4K, 32 pulgadas QD-OLED y 240Hz de refresco. Análisis del MSI MPG 321CURX

Creo que estamos en un momento especial para los monitores OLED, en el que se están juntando varios aspectos positivos con los que la tecnología ha estado lidiando. Por un lado, la durabilidad y el brillo de los paneles para un entorno de oficina y gaming. Por otro, el precio, que se ha ido ajustando poco a poco a un marco que sigue siendo premium, pero que al menos es más realista. Y en esta gama, creo que todavía no he posado mis ojos en un panel mejor que el que ofrece MSI con esta gama MPG321 de QD-OLED. Este modelo en cuestión es curvo con un ángulo de 1700R. Personalmente no soy el mayor fan de la curvatura en monitores, pero esta es la única que mejor me funciona, ya que es la más sutil y no me genera sensación de distorsión.

Por un lado, ha sido un acierto incorporar este panel QD-OLED de Samsung de su tercera generación. El QD-OLED ofrece esa profundidad en los negros que sabemos de estos paneles, pero crea un revestimiento que ya me gustaría tener en mi televisor. Incluso tratándose de un panel glossy (reflectante), combina la tecnología de puntos autoiluminados con estos puntos cuánticos para mejorar la precisión de color, pero sobre todo el brillo. En general, los QD-OLED poseen menos brillo que los WOLED, pero en este caso no he tenido ningún problema en visualizar el monitor en todas las condiciones lumínicas de mi habitación. Otra desventaja del QD-OLED suele ser una peor alineación de los subpíxeles, que produce por ejemplo que las fuentes de letra genere un poco de aberración cromática, no ha sido un problema en este caso, y suelo ser bastante pijo con esto. Ni sobre fondo blanco he notado el efecto al ojo desnudo, y solo haciendo la foto con mi móvil y ampliándola al máximo he podido ver las respectivas bandas roja y verde.

Por tanto, estamos hablando de un panel de muchísima calidad, con una cobertura del 99 % en DCI‑P3, 98 % Adobe RGB y 138 % sRGB, con profundos negros absolutos y un contraste nativo de aproximadamente 1 500 000:1. Son cifras excelentes en cuanto fidelidad cromática. En pruebas con colorímetro, además, está certificado con un promedio Delta‑E inferior a 2 tanto en modos sRGB y DCI‑P3, así que si lo necesitas no solo para conseguir la mejor profundidad de color en juegos, sino en trabajos creativos, tienes una calidad asegurada.

El OLED es tan impresionante como sensible. Ya sabemos que esta tecnología, sobre todo combinada con altos niveles de brillo que generan mucho calor, tiende a un proceso de quemado en el que las imágenes estáticas de los sistemas operativos no ayudan. Aquí MSI ha apostado por añadir una película de grafeno y un disipador personalizado que ayudan a que el panel luche contra las altas temperaturas sobre todo en sus modos HDR sin tener que recurrir a sistemas que arruinarían la experiencia como ventiladores. Con el programa de MSI Care 2.0 el monitor tiene un reloj interno que mide el uso del monitor, refrigera el panel y refresca los píxeles si así lo queremos desplazando la imagen horizontalmente cada cierto tiempo para que nunca quede demasiado tiempo fijo, o incluso detectando logos y barras de tareas. Vamos, que aunque el riesgo con un panel OLED puede ser más alto que en otros, se han puesto todos los medios disponibles para reducir esa probabilidad en su vida útil.

El panel en sí creo que es uno de los más altos ideales que puede buscar un jugador, a no ser que busques la relación de aspecto de 21:9. Hablamos de un 32 pulgadas y 4K, por descontado, pero también de una tasa de refresco nativa de 240 Hz junto con un tiempo de respuesta GtG de apenas 0,03 ms ofrecen una fluidez de imagen. Esos 0,03 ms se traducen en movimientos limpios y una ausencia total de ghosting. Cuenta además con dos modos HDR, uno True Black de 400 nits y otro un pico de 1000 nits. Esto es uno de los aspectos más cuestionables, quizá. El primer modo prioriza el contraste absoluto en escenas oscuras, limitando el brillo máximo a unos 400 nits pero mejorando los negros profundos gracias al apagado total de zonas OLED. En cambio, el segundo permite picos de hasta 1.000 nits, sacrificando algo de pureza en los negros pero aportando más impacto en escenas brillantes o con alto rango dinámico. Lo que pasa es que en la práctica no siempre verás una diferencia tan grande, ya que esos 1000 nits se producen en porciones pequeñas y la realidad es que el resultado general es algo más parejo al modo True Black 400. Los QD-OLED, al no tener subpíxel blanco, no consiguen el mismo brillo que puede conseguir un WOLED, además de tener una limitación térmica más estricta. En SDR, por ejemplo, el ABL está limitado a 250 nits.

Pero, como decía antes, es precisamente esta buena gestión del calor y las conexiones lo que me gusta de este tipo de paneles. Personalmente, me he encontrado con monitores con una peor gestión térmica y del ancho de banda que, pese a tener las mismas especificaciones o incluso menores, no son capaces de sostenerlas todas a la vez siempre, lo que se traduce en cortes con pantallazos a negro. Incluso usando los mismos cables, este monitor se ha sostenido en 4K, HDR, 10 bits y 240Hz sin problemas y en todas sus conexiones: HDMI 2.1, Display Port 1.4a y USB-C. En este MSI no he tenido un solo problema para llevar el monitor al máximo de sus capacidades.

¿En lo negativo? Un monitor como este no se puede permitir venir con un simple cable HDMI 2.1 y uno USB-B (aparte del de alimentación) en vez de incluir al menos uno por señal. Se echa de menos tanto el DisplayPort como el USB-C, porque sus versiones de calidad son caras y no es un desembolso que apetezca hacer después de hacer este, que ya supone más de 1000 euros. Como digo siempre, aunque más estables las peanas en forma de V no son mis favoritas, ya que se expanden demasiado sobre la mesa y no son idóneas si quieres añadir a tu mesa un soporte superior para el escritorio.

Además, aunque sé que a muchos jugadores no les importa, yo le doy valor a incluir altavoces que pueden ahorrarte molestias en pruebas o al añadir multitud de dispositivos a la vez, y este MSI no dispone de ellos. De lo que sí no tengo queja esta vez es del OSD, del cual no soy nada fan en ningún monitor, y aunque sigue teniendo ese tacto frágil y ese sonido tosco de todos los monitores, al menos posee un accesible menú de configuración por software, el Gaming Intelligence, que tiene todas las opciones a configurar con ratón y que incluso dispone de un botón físico en el monitor para activar la aplicación una vez instalada. Ah, y hablando de instalar, algo a mejorar es la actualización del firmware, engorroso y rebuscado, pues en vez de poder hacerse mediante un pen drive, por ejemplo, requiere instalar primero el software, conectar el cable USB-B y que la señal esté conectada por Display Port.

MSI MPG 321URX QD-OLED Monitor Gaming 4K UHD de 31.5'', Panel Quantum Dot OLED 3840 x 2160, 240Hz / 0.03ms, 99% DCI-P3, ΔE≤2, DisplayHDR True Black 400, KVM, RGB, DP 1.4a, HDMI 2.1, USB Tipo-C

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Las sesiones que he tenido con este monitor han sido una verdadera delicia. Hay muy pocos paneles que sean capaces de cubrir absolutamente todas las necesidades y este es uno de ellos. A día de hoy, el 321CURX empieza a ser algo más difícil de encontrar que cuando llegó hace unos meses, pero en la página oficial de MSI puedes encontrarlo rebajado por 1.100 euros. También tienes la versión sin curva que llegó antes y puedes encontrar por 1000 euros y características muy similares. De hecho, la única diferencia aparte de la curvatura que he encontrado es que el CURX tiene 98W en su entrada USB-C frente a los 90W del normal. Con todo, creo que no hay mejor momento para saltar a esta tecnología con confianza y, si te puedes permitir el precio, pocos monitores vas a encontrar mejor que este.

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