¿Cómo será la vida del futuro? Análisis de State of Mind

¿Cómo será la vida del futuro? Análisis de State of Mind
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Daedalic Entertainment se ha especializado siempre en hacer aventuras de una calidad muy interesante pero, en esta ocasión, quieren dar el salto definitivo. Para ello han ideado un mundo futurista de lo más sugerente. ¿Qué tal el resultado? Descúbrelo en este análisis de State of Mind.

Si escaneas cualquier objeto en State of Mind puedes descubrirlo todo sobre él. En el moderno y sobrio salón de Richard, uno de los numerosos protagonistas del videojuego, reposa una elegante bicicleta. El informe de ésta te dice cuándo fue utilizada por última vez: Nunca. Es una buena metáfora de uno de los temas que trata el título de Daedalic Entertainment, pero también una extraordinaria forma de entender lo rápido que queda algo obsoleto en nuestro mundo… y también en el del videojuego. No por casualidad, la buena ciencia ficción suele crear universos increíbles para tratar temas que podemos ver en nuestro día a día y, por ende, con los que empatizamos fácilmente.

Los creadores de aventuras como Deponia, Silence o la adaptación de Los Pilares de la Tierra tenían mucho interés en llevar a cabo una aventura que tratara temas como la incontrolable evolución tecnológica, las inteligencias artificiales o la deshumanización que suele ser inherente a todo este tipo de relatos. Para ello han construido una propuesta de dinámicas jugables sencillas pero efectivas y que, por encima de todo, quiere hacerse fuerte en una faceta narrativa que ha sido el principal foco de atención y, además, también acaba resultando su punto fuerte. Es decir, que si has jugado a alguno de los lanzamientos anteriores del estudio debes “reiniciar” tu cerebro y olvidarte de todas esas referencias pasadas. Esto no tiene nada que ver ni en el fondo ni en la forma.

Hay suficientes elementos Cyberpunk en State of Mind como para que los aficionados a ese tipo de ambientaciones le presten atención, también hay una sociedad distópica, abarrotada y enferma y, por encima de todo, un idealista que todavía cree que hay espacio para el cambio. Sugerente, ¿verdad? Bienvenido a la Europa de mediados del siglo XXI, un mundo a punto de colapsarse.


Berlín: 2048

Esta aventura está ambientada en Berlín, en el año 2048, y es que no por casualidad sus responsables son alemanes. Un país donde el género de la aventura sigue actualmente tan de moda como lo estaba en el resto del mundo durante la primera mitad de la década de los 90; y que, a día de hoy, continúa siendo uno de los principales consumidores/creadores de un género que vive lejos de sus años dorados pero que todavía sigue lanzando de cuándo en cuándo unos fantásticos títulos. Hay algo de la propia decadencia de las aventuras gráficas en State of Mind: una forma de entender el estilo, y de mezclarlo con referencias de otros géneros y con una cámara al hombro que parece entroncarlo más con obras de David Cage como Heavy Rain o el reciente Detroit: Become Human que con las más clásicas.

Los autores de Deponia nos llevan a una Berlín futurista que da gusto explorar.
Los autores de Deponia nos llevan a una Berlín futurista que da gusto explorar.


En el videojuego encarnamos a Richard Nolan, y también a otros personajes de reparto que ven cómo sus historias se entrecruzan con habilidad y buen pulso narrativo. Nolan, el más complejo e interesante de ellos, es un periodista caído en desgracia. Lejos quedan sus buenos tiempos, cuando era un agitador de sociedades y un convulsionador de mentes, y ahora tiene problemas incluso para mantener su puesto de trabajo. Es una situación curiosa la suya debido a que, por un lado, es una celebridad que es reconocida por la calle pero, por otro, tiene que batallar con su empresa por mantener un puesto de trabajo digno. El videojuego explora esa dicotomía y, además, los efectos de sus relaciones familiares sacudidas por un violento accidente de tráfico que él mismo sufre nada más arrancar el videojuego. Es todo un puzle emocional lo que Daedalic trata de hacernos recomponer mientras, por el camino, nos vemos sumergidos en un misterio que deberemos resolver.

¿Cómo será la vida del futuro? Análisis de State of Mind


Hay suficientes elementos Cyberpunk en State of Mind como para que los aficionados a ese tipo de ambientaciones le presten atención

La suya es una aventura pensada para un público adulto y que disfrute con una forma de contar historias lenta y sosegada, una que de tiempo a formular con calma los temas que trata: Familias desestructuradas, cómo funciona la memoria, los misterios de la mente y esa deshumanización que parece reinar a lo largo y ancho de toda la campaña. Y no lo pone fácil, tenemos que poner mucho de nuestra parte y eso siempre es una agradable novedad. Por ejemplo, el personaje de Richard Nolan pone todo tipo de trabas para establecer lazos de empatía con él. En las primeras horas casi su única relación es con el robot-mayordomo que tiene en casa, y lo trata de una manera realmente arisca. Nolan no es una persona amable, y no podía estar más alejado del estereotipo de héroe. Es débil en muchos aspectos relacionados con su moralidad, y veremos durante la historia cómo cae a menudo en profundas contradicciones. Eso lo hace humano, y lo hace interesante. Su reverso es Adam, que también tiene una importante cota de protagonismo y que no podía ser en apariencia más distinto a él. Ambos se reparten el peso argumental del juego, y de vez en cuando ceden el testigo a algunos personajes más que podremos controlar y que aparecen y desaparecen en función de lo que necesite una historia que avanza hacia delante y hacia atrás en el tiempo, pero con la suficiente habilidad como para que con un mínimo de atención no nos perdamos en su trama de thriller.

Es importante observar bien los escenarios para encontrar pistas.
Es importante observar bien los escenarios para encontrar pistas.


Suelo ser tremendamente precavido con los argumentos de los videojuegos, prefiriendo pecar siempre de ser parco en cuanto a detalles antes que caer en spoilers. Eso precaución se magnifica cuando el título en cuestión está tan centrado en el argumento como el que nos ocupa. De lo que sí te puedo hablar es de sensaciones, y ahí el programa las ofrece muy interesantes. El estudio alemán no quiere cometer errores, así que la presentación de los personajes y de las circunstancias de cada uno se toma su tiempo. No obstante, y más o menos a las dos horas de juego, un golpe de efecto cambia completamente el discurso y acelera la sucesión de los acontecimientos. A partir de entonces ya no hay marcha atrás. Si has echado un ojo a los tráilers del videojuego ya sabrás de qué se trata, pero con ánimo de preservarlo casi prefiero dejar que lo descubras por ti mismo. Creo que merece la pena.

¿Cómo será la vida del futuro? Análisis de State of Mind


1,0… Vida, Muerte

Te he contado antes que State of Mind es un videojuego exigente en lo narrativo, pero también lo es en lo jugable… Aunque seguramente no como esperas. Lo que no cambia es que debemos prestar mucha atención a lo que sucede en pantalla en todo momento, ya queramos enterarnos bien de lo que está pasando o imaginar cuál es el siguiente paso a dar. Ya habrás llegado a la conclusión de que no es una propuesta donde puedas tener el móvil cerca para echarle un vistazo en alguna cinemática, y lo podemos notar ya desde los primeros compases. ¿Te pongo un ejemplo? Lo que sucede en los minutos de arranque lo tenemos que repasar poco después con un doctor que nos someterá a una serie de preguntas. Es una forma inteligente de hacernos saber desde el principio que no podemos dejar pasar nada.

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Hay múltiples personajes a los que controlar con un buen trasfondo argumental.
Hay múltiples personajes a los que controlar con un buen trasfondo argumental.


Y es que si nos perdemos el juego no nos da ninguna pista de qué tenemos que hacer. Sí que habrá situaciones en las que si tienes que hacer algo, por poner un ejemplo en el apartamento de Adam, no nos dejará salir de éste hasta que hayamos cumplido con nuestro cometido. Pero lo habitual es que haya cuatro o cinco estancias entre las que nos podemos mover sin problemas en todo momento y, por si esto fuera poco, tras superar el primer tercio de la aventura ya se nos permitirá cambiar entre protagonistas siempre que lo deseemos; así que el abanico se abre un poco más. Lo que hay que dejar claro es que en el videojuego la interacción es bastante reducida. Los objetos con los que podemos relacionarnos están marcados desde lejos con un triángulo invertido (vacío en caso de que sólo se pueda observar para conocerlo a fondo, y relleno si permite interactuación), y no es la clásica aventura de portar elementos, utilizarlos y demás.

En realidad, casi siempre estamos o caminando hacia nuestro siguiente objetivo o charlando con algún NPC. Es, principalmente, a lo que vamos a dedicar nuestros esfuerzos durante toda la aventura. Hay algún puzle ocasional, apenas hay tres o cuatro tipos y ninguno de ellos es demasiado desafiante, y también hay alguna sección en la que pilotamos algún dron o incluso un pequeño robot de juguete. Pero son pequeños destellos de acción o rompecabezas que salpican muy ocasionalmente una campaña que nos llevará algo más de diez horas superar y donde el dinamismo lo pone la historia y el continuo vaivén entre personajes.

¿Cómo será la vida del futuro? Análisis de State of Mind


State of Mind ahonda en los aspectos más personales y en las relaciones entre todos los seres (humanos y cibernéticos)

De hecho, la mayoría de las veces la forma en la que hacemos avanzar la historia es conversando y, en muchas ocasiones, será con charlas entre los propios protagonistas. Así se generan escenas muy potentes observando, entre otras muchas cosas, como uno de ellos está mintiéndole al otro sobre hechos de los que sólo nosotros conocemos la verdad. Lo que sí es un poco decepcionante es la escasa participación que tenemos en lo que sucede dentro de éstas. Hay momentos que, por obligación, tienen que resolverse de tal o cuál forma, y no importa las opciones que tomemos durante el diálogo con la otra persona. Dado que sólo en algunas conversaciones podemos elegir qué decir, me hubiera gustado ver una mayor proyección de ello. ¿Por ejemplo? Lo he probado varias veces reiniciando capítulos, pero por poner un único caso bastante claro, y sin spoilers, hay un momento determinado en el que un personaje femenino al que controlamos habla por teléfono con otro masculino que quiere hacerle una visita para acostarse con ella. Si accedemos viene; pero si decimos que no, acabará convenciéndola y viniendo también. Aunque no sucedan siempre, este tipo de cosas me hacen sentir que realmente no estoy controlando la situación, y me sacan bastante de la experiencia. Sí hay algunos momentos en los que tenemos una cierta capacidad de decisión sobre lo que va a pasar pero, tras haber probado no el 100% pero sí muchas de las alternativas, tengo la sensación de que las que afectan en algo nuestros deseos son las menos.

State of Mind sorprende por su apartado gráfico y personajes con baja carga poligonal.
State of Mind sorprende por su apartado gráfico y personajes con baja carga poligonal.


Eso sí, cuando State of Mind ahonda en los aspectos más personales y en las relaciones entre todos los seres (humanos y cibernéticos) que componen su experiencia es cuando mejores resultados ofrece… Aunque suelan estar bastante encorsetadas. Tampoco está mal su tratamiento de la tecnología, claro, sin embargo esperaba un poco más de profundidad y de ideas innovadoras en este campo. No ayuda en demasía que buena parte de esa faceta esté presidida por un villano predecible, olvidable y que, por si fuera poco, homaneja con su aspecto a un ya desaparecido magnate de la informática. Me hubiera gustado un poco más de sutileza por parte de Daedalic Entertainment, la misma sensibilidad con la que sí que se tratan otros temas que, en apariencia, podrían haber sido más delicados a la hora de llevar a la pantalla.

¿Cómo será la vida del futuro? Análisis de State of Mind


Por lo demás, uno de los aspectos de personalidad más fuertes del programa es todo lo relacionado con su faceta estética. Su look de baja carga poligonal ha sido uno de los aspectos más llamativos de su propuesta, y una nueva demostración de que muchos estudios indie se están dando cuenta en los últimos tiempos de que, a menudo, menos es más. Le dota de mucha personalidad a todos los seres que moran su mundo, y además no provocan una sensación extraña ya que lo que los rodea también sigue el mismo estilo aunque no sea tan grosero en lo tocante al premeditadamente bajo nivel de detalle. Eso sí, habría que valorar cómo de acertado es en un juego donde hay tanta conversación construida entorno al plano/contraplano; puesto que, como es obvio, reduce mucho la expresividad de los personajes. En lo referente al audio, State of Mind llega a nuestro país con los textos traducidos (con bastantes erratas, por cierto) y con unas voces correctas en su versión original.

Interesante

Sin sello
¿Cómo será la vida del futuro? Análisis de State of Mind

State of Mind

Por: El equipo de 3DJuegos
Sin sello

Teníamos mucha curiosidad por ver en qué quedaba State of Mind y su propuesta, que no es para todo el mundo, no deja un mal sabor de boca en absoluto. El videojuego atesora un ritmo muy lento y cuenta con una trama principalmente centrada en los personajes y en cómo les afectan diferentes acciones en un mundo de ciencia ficción. Si no nos importa que la interacción sea escasa, y además logramos empatizar con la historia y sus protagonistas, tenemos un buen entretenimiento ante nosotros.

  • La historia es interesante y se sigue con interés
  • Las relaciones personales que se construyen entre los diferentes personajes
  • La enorme personalidad que demuestra el título a nivel estético
  • Hay pocos puzles, y los que hay podrían haber dado más de sí
  • Muchas decisiones que, en realidad, no afectan al transcurso de la aventura
Jugadores: 1
Idioma: Textos en español y voces en inglés
Duración: 12-14 horas
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