Hemos podido jugar a Frozenheim, un RTS inspirado en la era vikinga que llegará este mismo mes de mayo en modalidad de acceso anticipado a Steam. A pesar de contar con una propuesta clásica y conservadora dentro del género, Frozenheim busca sus propias señas de identidad. Os contamos qué esperar de él en estas impresiones.
El mundo vikingo está de moda dentro del panorama actual del videojuego. Títulos recientes como Assassin’s Creed Valhalla o el exitoso, y para nada esperado, Valheim dan buena fe de ello. Cogiendo esta ambientación como punto de partida y motor para su narrativa y jugabilidad nos llega ahora Frozenheim, una propuesta basada en construir ciudades y hacer frente a los peligros de la helada Escandinavia con un marcado acento en la estrategia en tiempo real y la gestión de recursos.
He podido probar las dos primeras misiones de la campaña de Frozenheim y la verdad es que me ha cautivado desde el primer momento gracias a un estilo que recuerda a los Age of Empires más clásicos. No obstante, el título desarrollado por Paranoid Productions cuenta, a priori, con una buena base en su historia. Tomando el control de nuestro clan pronto veremos como la traición de otro Jarl nos obliga a huir a lejanas costas, rearmarnos y empezar de cero nuestra dinastía; todo desde una bien trabajada perspectiva isométrica.
Lo cierto es que el juego se encuentra inmerso en de su desarrollo, debido a esto he encontrado algunos fallos menores que confío se van a ir solucionando con el tiempo. Resulta complicado abrirse paso dentro del panorama actual del videojuego. Sin embargo, los amantes de los RTS van a encontrar en este título una propuesta que, si bien no arriesga demasiado ni profundiza en algunas mecánicas jugables al nivel de otras producciones del momento, busca diferenciarse del resto a través del uso de la mitología nórdica y cómo esta afecta a su jugabilidad.
Porque la propuesta es de sobra conocida: crear edificios, reclutar aldeanos, conseguir recursos del entorno y con ello hacer nuevas y mejores construcciones y unidades. Las dos misiones que he podido jugar cuentan, no obstante, con un factor a tener en cuenta. Puntualmente, al descubrir refugios de otros aldeanos o acudir a la cabaña de un druida que nos dé la clarividencia para marcar nuestro camino en el juego, se exige al jugador completar antes otros objetivos cómo acabar con manadas de lobos o reducir a cenizas los campamentos de bandidos que hostigan a nuestros vecinos y, ya de paso, a nosotros mismos.
Combatiendo en Frozenheim: una cuestión de músculo
Para conseguirlo hay que entrar en batalla. Es en este punto donde he notado que Frozenheim se queda demasiado en la superficie dentro de los estándares actuales del género. Ganar o perder los combates responde siempre a una cuestión numérica. Nuestra soldadesca, compuesta por hacheros, escuderos, arqueros o berserkers se produce de cinco en cinco unidades. Con cada combate podemos perder soldados, algo que se verá reflejado en la interfaz del juego tanto al seleccionar a nuestros combatientes como desde el menú de selección que recuerda, salvando las distancias, a lo visto en la saga Total War.
Por lo tanto, basta con asegurarnos de que enviamos al combate al menos una unidad más de las que presenta el rival si queremos alzarnos con la victoria. Comento esto porque realmente no he observado que tener una u otra unidad, o disponerlas en el campo de batalla de esta o aquella manera acabe teniendo un impacto real sobre el devenir de los enfrentamientos. Y lo cierto es que Frozenheim se esfuerza por dar al jugador instrumentos que lo diferencien del resto en esta faceta, cada tipo de recluta cuenta con una habilidad específica que utilizar durante los combates como utilizar el muro de escudos, aumentar la precisión de nuestros disparos con arco con coste de una menor frecuencia de lanzamiento o el uso de la furia para incrementar la constancia de ataque a costa de nuestra defensa. Sin embargo, reitero, esto no se ve auténticamente como un factor diferencial dentro de las refriegas.
Mejor sabor de boca me ha dejado todo lo referente a la construcción del asentamiento. Todo gira en torno a nuestra casa comunal, si esta cae será el final de la partida, por lo tanto conviene rodearla cuanto antes de otros edificios, empalizadas y torres de vigía que nos protejan de las incursiones enemigas. Además, los edificios pueden echar a arder con facilidad, ya sea por ataques enemigos o de manera espontánea tal y como ocurría en títulos clásicos de los noventa como mi amado Faraón de la ya extinta Sierra Entertainment.
A diferencia de otros títulos de su espectro, en Frozenheim no podemos controlar a los aldeanos y trabajadores. Por lo tanto no es posible seleccionar estas unidades para que vayan a reparar los desperfectos o aplacar el fuego. Es en este punto donde entra en liza el radio de influencia de los edificios. Cada estructura tiene el suyo y de esta forma, habrás de vigilar dónde los sitúas. Conviene situar pozos con cierta frecuencia entre casa y otras construcciones que sirvan para apagar los fuegos, situar la cabaña de leñadores cerca de un punto con árboles o establecer a los cazadores en las proximidades de un grupo de venados. En algunas de estas construcciones se puede marcar un nuevo punto de extracción más lejano, pero tienes que tener en cuenta que cada una de ellas requiere de la asignación de aldeanos para funcionar a pleno rendimiento, por lo que la creación de casas es algo que harás muy frecuentemente para aumentar tu población. Eso sí, vigilando siempre los límites del asentamiento para seguir contando con suficientes reservas a la hora de crear unidades de guerra.
Frozenheim es consecuente con su ambientación
En sus combates, Frozenheim se queda demasiado en la superficie para el género
Frozenheim no usa su ambientación vikinga como un mero atrezo e incorpora elementos de su mitología y cultura dentro de su propuesta. Por ejemplo, contaremos con cabañas de druidas que servirán para sanar a las unidades que coloquemos dentro de su radio de influencia. Más acentuado se encuentra esto dentro del árbol de progreso del juego, para ello tendremos que construir casas de ancianos y elegir una vía entre tres por la que queramos decantarnos para ir haciendo mejorar nuestras unidades y asentamiento. Estas vías tienen nombres como el clan del ciervo o del oso y una vez hayas elegido una tendrás que construir otra casa de ancianos para poder mejorar a través de otra camino, por lo que existe un importante componente estratégico a la hora de dar prioridad a una u otra, ya que estas y las mejoras que conllevan exigen un importante desembolso en recursos como piedra, madera, cuero o carne.
La exploración de los entornos resulta vital. En Frozenheim la niebla de guerra es muy acusada y nuestra visión es bastante corta. Además, la orografía de Escandinavia repleta de fiordos y enormes montañas hace que haya que dar más de un rodeo para alcanzar puntos más alejados dentro del mapa. Escondidos en este podemos encontrar piedras de poder que nos otorgan mejoras instantáneas y algunos convoyes abandonados de los que extraer un buen número de recursos de forma rápida a lo Iron Harvest. Para facilitar este proceso habrá que prestar atención a los batidores, unidades que se mueven más rápido a pie que la soldadesca y que son capaces de enviar aves que revelen puntos más distantes del mapa.
Por supuesto, no seríamos auténticos vikingos sin nuestras embarcaciones y, en determinados momentos, habrá que crear un astillero que permita la elaboración de barcos de menor o mayor calado en los que embarcar a nuestros soldados en busca de otras costas más ricas y desprevenidas.
Debido al estado de desarrollo del título me reservo dar mi opinión sobre el apartado técnico, pero lo cierto es que el título apuesta por un buen nivel de detalle y recreación de los entornos, teniendo la posibilidad de acercar la cámara muchísimo para poder observar con atención los combates y recrearnos con las buenas animaciones que muestra Frozenheim en esos momentos. Me quedo dentro de todo con los efectos y cambios en la climatología, las estaciones dentro de Frozenheim están aceleradas y cada poco tiempo veremos como la pantalla pasa del sol a la lluvia hasta llegar a copiosas nevadas que cambian por completo el aspecto de todo el escenario que nos rodea.
La verdad es que es bastante sencillo hacerse con el control de Frozenheim en poco tiempo se tenga o no experiencia previa en el género. Se trata de un título muy amigable con los no iniciados y no cuenta con una profundidad abrumadora que pueda alejarte de él en los primeros compases. Lo he pasado bien en sus dos primeras misiones de campaña y tengo ganas de poder seguir adelante en esta. No obstante, aquellos que quieran ir un poco más allá han de saber que el título va a incorporar un editor de escenarios, un modo de juego libre y, además alojará partidas en línea para hasta tres jugadores. Seguiremos muy atentos a su progreso.