¿Qué harías si una serpiente te muerde y estás perdido en medio del Amazonas? ¿Eres capaz de fabricar un hacha para conseguir algo de madera y hacerte una hoguera? ¿Sabes distinguir cuáles son las plantas medicinales y cuáles pueden acabar contigo? Espero que tengas una buena respuesta para todas estas preguntas, porque si no vas a durar muy poco en Green Hell VR.
Los juegos de supervivencia gozan de una popularidad enorme y seguro que sois muchos los que seguís la actualidad del género con ilusión. Es cierto, eso sí, que la supervivencia se interpreta de formas muy diversas: Minecraft, Project Zomboid, V Rising, Raft o el propio Green Hell son juegos que ofrecen experiencias muy distintas. Pero, ¿os habéis preguntado qué se siente al disfrutar de estos juegos en realidad virtual? Yo lo resumiría en tensión y pánico.
Hace unas semanas se lanzó en Meta Quest 2 la versión VR de Green Hell, adaptada a las gafas de Meta, ya que este dispositivo tiene algunas limitaciones técnicas que no permiten emular el videojuego tal y como lo conocemos en PC. Aún así, mis horas en la selva han sido duras, caóticas, penosas y sumamente difíciles, aunque estas sensaciones se han ido desvaneciendo conforme pasaba el tiempo y me adaptaba al entorno.
Aunque esto no es un análisis per se, sí quiero poneros en contexto para entender Green Hell VR. La historia es similar a la del juego de PC y nos pone en la piel de Jake Higgins, que está junto a su mujer Mia en el Amazonas. ¿Por qué? Bueno, ambos están intentando establecer contacto con una tribu indígena muy peligrosa y hostil con el resto de humanos. Al principio del juego, Mia se marcha a la aldea y algo sale muy mal, porque recibimos una llamada por radio en la que nos pide que le rescatemos.
La dureza del Amazonas
La historia es más corta que en PC, porque todo en esta versión está recreado en un menor tamaño. Pero, más allá del relato, lo principal aquí es sobrevivir en el Amazonas mientras intentamos encontrar a Mia (a no ser que optéis por el modo supervivencia, en el que la historia desaparece y el objetivo será sobrevivir lo máximo posible). Lo bueno de jugar por primera vez el modo historia es que el juego nos irá guiando en nuestros primeros pasos, algo muy necesario si queremos permanecer vivos más de un día.
Porque en el Amazonas todo es un peligro. Andar tranquilamente se convierte en un deporte de riesgo cuando escuchamos el cascabel de las serpientes venenosas o cuando nos encontramos frente a frente con un tigre. Green Hell es capaz de agobiarnos porque nos sentimos perdidos, fuera de nuestra zona de confort y sin tener ni idea de cómo proceder.
Crear un hacha para talar árboles puede ser fácil pero, ¿cómo consigo cazar a esos jabalíes que caminan a mi lado y cuya carne me puede venir de lujo para comer? ¿Y cómo puedo sanarme la infección estomacal si he ingerido comida en mal estado? ¿¡Cómo puedo curarme esta herida del brazo!? Son dudas que poco a poco resuelves, pero que te hacen sentir muy pequeño, muy solo, muy indefenso. Green Hell es supervivencia brutal y consigue reflejarlo muy bien.
Es cierto que el juego, aún así, se adapta a los distintos tipos de jugador, e incluso podéis optar por una aventura en la que no sufriréis daños, pero es en la crueldad de la supervivencia donde brilla. Vivir esto en realidad virtual ha supuesto una experiencia completamente nueva para mí, donde hasta coger un plátano del árbol ha sido divertido (y estresante a más no poder).
Yo me lo guiso, yo me lo como
La dureza del Amazonas está presente en todo momento, aunque por supuesto tenemos nuestros trucos. Por ejemplo, nuestro cuaderno es una fuente de información indispensable para poder sobrevivir, ya que en él vamos apuntando información muy valiosa de los diferentes elementos que podemos recolectar o relacionada con los crafteos, ya que cada uno de los objetos lo tenemos que crear a mano y siguiendo unos pasos concretos. ¿Quieres una hoguera? Fantástico, pero ya puedes esforzarte en encontrar los materiales correctos y ponerlos de la forma exacta, o pasarás una mala noche.
Y esto cambia la experiencia tremendamente. Olvídate de abrir un menú para fabricar un objeto o de pulsar un botón para curarte. Tener que sanar nuestras heridas en mitad de una pelea con un animal o con uno de los indígenas se vuelve algo completamente estresante. Por ejemplo, una de las formas de curarnos es, literalmente, vendarnos el brazo en el que tengamos la herida. Es un movimiento simple y sencillo… Si lo haces tranquilo en tu campamento, claro. El nivel de inmersión que proporciona el juego es muy alto y te obliga a ser Juan Palomo.
No todo es perfecto, claro, y más allá del recorte en contenido respecto a la versión mayor, el problema radica en que algunas físicas son un poco pobres y que os podéis ir olvidando de hacer grandes construcciones. Una de las cosas que más he echado en falta es poder construir estructuras sólidas y grandes para poder hacer refugios más elaborados. Esto se ha quedado fuera y es una lástima.
Una de las cosas que más he echado en falta es poder construir estructuras sólidas
Por lo demás, también se echa en falta un mapeado mayor, especialmente después de unas horas, pero hay que valorar el trabajo que ha hecho Incuvo con esta versión. Yo estoy enamorado de mis Meta Quest 2, pero no olvidemos que prácticamente cuentan con un chip de smartphone. Que Green Hell VR sea una realidad en la plataforma y que tenga unos gráficos más que decentes (es el primero que utiliza la tecnología Spacewarp (AppSW) de Meta) es algo a aplaudir.
Más allá de los peros, que los tiene, porque no es un juego perfecto, vivir la supervivencia en primera persona, de forma literal, ha sido una experiencia que recomiendo a todo el mundo. Dejarse llevar por el sufrimiento de estar completamente perdido en un entorno hostil es algo que tenéis que probar, porque cambia para siempre la percepción de agobio y tensión que un videojuego puede ofrecer. La realidad virtual se creó para vivir estas sensaciones.