En el que ha sido uno de los momentos más polémicos en la historia de la franquicia, yo he disfrutado como no lo hacía desde hace mucho tiempo con Call of Duty. Cuando salió Modern Warfare 3 ya pensaba que contaba con uno de los 'online' más interesantes de los últimos años, pero lo he vuelto a comprobar ahora que he regresado al juego para probar su tercera temporada. Cada vez que entraba en la partida regresaban esas sensaciones que solo la saga es capaz de transmitir. Se apagaban los relojes y me dejaba de importar cualquier cosa que no estuviera dentro de la pantalla. Aunque no soy de los que necesita excusas para trasnochar, esta vez lo he hecho porque ni siquiera me di cuenta de qué hora era.
Call of Duty me produce sentimientos enfrentados
Call of Duty: Modern Warfare 3 sigue teniendo esa jugabilidad que hizo única a la franquicia. Un "corre-corre mata-mata" aderezado con rachas de bajas y mejorado con respecto a entregas anteriores. La movilidad es deliciosa y los pequeños cambios en la jugabilidad con respecto a la última entrega le han sentado como un guante. El paso del tiempo también ha ayudado con el contenido. El multijugador convencional ha recibido multitud de nuevos mapas y la mayoría son muy interesantes, ofreciendo una variedad agradecida. Dicho esto, os he de confesar que solo he abandonado la lista de "foso en mapas pequeños" por ética profesional. Yo soy de los que intenta jugar Cargamento 24/7 incluso si Activision no ha activado Cargamento 24/7.
Es una película palomitera, una novela ligera o un espectáculo de humor. Jugar a Call of Duty nunca ha sido una experiencia de esas que te cambia la vida, porque nunca ha pretendido ser más que un juego. Su objetivo es hacernos pasar el rato de la forma más entretenida posible y nos ofrece decenas de opciones para ello. Os va a sonar raro, pero, si entendemos el término de forma literal, este es mi 'cozy game' de confianza. Cada uno entiende de una forma diferente lo que es desconectar y, aunque soy capaz de jugar decenas de horas a Stardew Valley, cuando se trata de buscar un lugar acogedor prefiero juegos que me exijan acciones constantes. Al mismo tiempo que me ocupa al 100% se que en CoD no hay consecuencias si algo sale mal.
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Mi problema con Call of Duty: Modern Warfare 3 y con los últimos juegos de la saga de Activision es que esas sensaciones jugables siempre se acaban chocando contra el mismo problema. Mientras que todo lo que pasa en las partidas me parece entretenido, todo lo que hay fuera de ellas es un desastre absoluto. Tras decenas de horas jugadas todavía no me siento cómodo con los menús y al intentar personalizar una clase me entra el síndrome Netflix: ¿cuál de las 41 bocachas disponibles para este fusil es la que se supone que debo elegir? Pese a que su propuesta jugable es el invento más exitoso desde la Coca-Cola, el juego parece no confiar en sí mismo y añade elementos para cumplir unos cupos ficticios y poder decir cada año que ahora hay más contenido que nunca.
Cuando me paro a pensar fríamente sobre Call of Duty, solo me sale estar cabreado. No entiendo porque la saga trata de romantizar el uso de drogas, busca seguir tendencias constantemente o se pasa tanto de la raya con la monetización. Las microtransacciones jamás van a desaparecer, pero sabiendo que van a acompañarnos durante mucho tiempo no estaría de más que las compañías encontrasen la manera de introducirlas sin empeorar la experiencia. Cuando hablamos de Modern Warfare 3 y de otros CoD modernos, no parece que la tienda se haya creado alrededor del juego, si no que da la impresión de que el juego se haya creado alrededor de la tienda.
Las armas de Call of Duty: Modern Warfare 3 tienen tantos accesorios porque eso permite crear muchos más modelos diferentes –que vender junto a un operador– antes de repetirse. Las microtransacciones también han favorecido que Activision introduzca en el juego elementos que pueden resultar realmente frustrantes. Buen ejemplo de esto último son algunas armas a melé, cuyo alcance es bastante elevado, o acoples como un lanzallamas que podemos colocar bajo el cañón de ciertos fusiles de asalto. No son particularmente poderosas, pero sí tremendamente molestas de enfrentar. Todo esto sin mencionar que, incluso si Diablo 4 me encanta, encontrarme a Lilith en Karachi no es lo que espero de Call of Duty.
Este arma admite 41 bocachas y 54 acoples diferentes.
La saga ha virado hacia un modelo al estilo Fortnite que no me convence porque, si bien disfruto de jugar Warzone de vez en cuando, prefiero el multijugador convencional. Activision está obsesionada con mantener sus dos grandes títulos relacionados y es ahí por donde llegan muchos de los errores. Incluso los problemas de monetización tienen que ver con ofrecer productos que se adaptan de forma aceptable al battle royale pero que desentonan cuando se mezclan con la propuesta clásica de la saga. La forma en la que se monetizan las armas, como proyectos y no como 'skins', es un buen ejemplo de esta situación.
La saga Call of Duty me cabrea porque creo que incluso los últimos juegos, que han sido criticados hasta la saciedad, tienen potencial para ser increíblemente buenos. Sin embargo, Activision se pierde en un sistema de monetización que necesita cambios,en una unión con Warzone que comienza a ponerse en contra de la jugabilidad clásica y en la introducción de toneladas de contenido de relleno que consumen recursos que bien podrían haberse empleado en mejorar la campaña. Guerra Terrestre no ha recibido nuevo contenido desde el lanzamiento y antiguos experimentos, como DMZ, han demostrado ofrecer unos resultados que no están a la altura de las expectativas.
Los rumores dicen que los juegos clásicos de Call of Duty llegarán a Game Pass el próximo verano, lo que a buen seguro dará lugar a una resurrección en términos de número de jugadores. Lo cierto es que ese es uno de los momentos que más ‘hype’ me genera este año cuando hablamos de videojuegos. Quiero recordar lo que era disfrutar de la saga con una experiencia que no esté rodeada de todo ese ruido que a veces me impide disfrutar tanto como me gustaría del Modern Warfare 3 de 2023. Creo que es normal tener ilusión por la nostalgia, pero que al mismo tiempo no debería haber lugar para estos sentimientos encontrados en una franquicia con tanto potencial como esta.
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