Destroy All Humans! fue un pequeño éxito en 2005. Heredero del espíritu canalla de las misiones más alocadas de GTA III y Vice City, el videojuego de Pandemic apostaba por pequeños mundos abiertos, dejarnos controlar a un alien con malas pulgas, armarlo bien ¡y a arrasar con todo! Eso, sumada a su buen humor, logra que el juego siga siendo divertido en 2020.
Una queja recurrente que muchos le hacemos a los videojuegos actuales es que son demasiado serios. Las grandes producciones rara vez apuestan por el humor. Es como si esa manía de querer parecerse tanto al cine llevase implícita las historias solemnes, las caras lánguidas, las tragedias, los recurrentes problemas con papi que tanto han traumatizado al protagonista... pero, ¿qué hay del humor? ¿Qué ha pasado con videojuegos como The Secret of the Monkey Island, los títulos de Mundodisco de la primera Playstation, WarioWare, Conker's Bad Fur Day y tantos otros como Destroy All Humans!? El problema no es solo del acercamiento estético, representativo y narrativo del videojuego al celuloide, también de que, a partir del año 2010, le dio por querer demostrar algo que ya se daba por hecho: que también era un medio de expresión válido para contar historias, pero, ¿qué historias? Pues las más dramáticas, por supuesto. Porque el humor no es serio. Porque no se puede presumir de que el videojuego también es cultura a través de la risa, ¿verdad? Súmale a todo esto lo bien que queda la gente llorando con gráficos hiperrealistas y ya tenemos nuestra respuesta: no hay cabida para los chistes en nuestro medio.
Por eso, y pese a sus muchos problemas, se celebra la llegada de videojuegos como Deadly Premonition 2 o Destroy All Humans!, porque al jugarlos te ríes, y porque nos recuerdan a la última de las generaciones en la que hacer comedia en videojuegos no era algo tan excepcional. Este título, original de Pandemic y rehecho bajo encargo de THQ Nordic por Black Forest Games, es especialmente agradecido en este sentido, porque recoge el tipo de humor cruel, sádico y descarnado de las misiones más destructivas de los GTA de antes. En esencia, jugar a cada una de las misiones de Destroy All Humans! es como decidirte a arrasar una ciudad porque sí, por las risas. Elegir como protagonistas a dos extraterrestres enfadados con la especie humana le da un plus a esta idea, pues les permite insultarnos abiertamente, en especial a América. Lo curioso es que sus chistes contra el gobierno, la sociedad, lo manipulables que somos y la influencia de los medios en nuestras decisiones sigue vigente quince años después. No hemos cambiado ni un ápice en década y media; como mucho nos hemos vuelto todos más imbéciles. En lo único que sí se hace algo rancio a día de hoy el humor de Destroy All Humans! es, ya os lo imaginaréis, cuando se refiere al género; pero tampoco se mete en demasiados líos con este tema, por fortuna.
Me he divertido mucho jugando a este remake. Los problemas del primero siguen estando ahí: el juego es repetitivo a la larga y no lleva bien las partidas de duración extensa, su esquema de control se hace algo lioso hasta que le coges práctica, los chistes se repiten demasiado y le falta variedad en sus zonas de juego. Se han ampliado para la ocasión para añadirle algo más de duración con respecto al juego principal, pero insiste una y otra vez en los mismos esquema de fase: defender la posición, infiltración, aniquilación o recoger o encontrar algo en un límite de tiempo. Los gráficos, aunque han sido retocados con acierto, siguen siendo muy de pasada generación, pero funcionan con solvencia gracias a sus decisiones de estilo. Es decir, no es un remake sobresaliente, pero te lo pasas tan bien obedeciendo las órdenes de tu comandante, riéndote de los humanos, arrasando ciudades, introduciéndole sondas anales a todo aquel que se atreve a mirarte mal, que te lo juegas con una sonrisa hasta el final. Y aún te quedarán unos cuantos retos extra para seguir aniquilando a esta estúpida raza que es la de los humanos.
Crypto está en la ciudad
El principal motivo por el que jugar a Destroy All Humans! es por sus personajes. Manejamos a Crypto-137 de misión en misión mientras su jefe le dice lo que tiene que hacer. Él obedece a rajatabla aunque lo que le pida no tenga mucho sentido. Por ejemplo: le exige que entre en una base humana haciéndose pasar por un soldado y sin llamar la atención. Sin embargo, cuando se harta de la necedad humana, le ordena que se suba a un platillo y lo destroce todo sin importarle que lo vean o no. Ese humor es constante en el videojuego, y se agradece mucho. Consigue que cualquier misión anodina acabe siendo divertida y que cualquier atisbo de coherencia se evapore.
Pero no solo estamos aquí por los chistes. Crypto-137 tiene un buen arsenal y habilidades para desatar el caos a placer. Mi favorito es un poder que hace que le empiece a doler la cabeza a alguien. Finalmente se escucha un 'pop' y su cerebro sale despedido. Podemos mejorar esta habilidad haciéndola contagiosa e incluso provocando que contra quien usamos este hechizo, en lugar de morir, se convierta en nuestro aliado. En cuanto a las armas, la mejor en mi opinión es la básica, la de rayos, puesto que su haz de electricidad pasa de humano en humano. Crypto también puede volar, deslizarse, esquivar y alternar entre su equipamiento letal.
Además de matar y matar, Destroy All Humans! también tiene sitio para las habilidades elegantes. Podemos leer las mentes de las personas y convertirnos en ellas. En la cabeza de los lugareños que suplantamos hay muchas líneas de texto disparatadas que se disfrutan; pero mejor que no nos distraigamos demasiado. Las tropas de Majestic acechan y pueden descubrirnos. Pertenecen al gobierno y tienen la capacidad de desenmascararnos y matarnos. Es a través de todas estas opciones cómo se configuran las distintas misiones del juego. Cambiamos de localización sin salir de América, saltando en nuestro platillo de pueblo a ciudad. Primero nos infiltramos y al final acabamos siempre a tiros. El esquema de control y las sensaciones en general se disfrutan, pero hay dos pegas: la repetición del esqueña jugable y ciertas complicaciones en el control. Sobre todo cuando nos subimos al platillo y nos pide que matemos a un jefe.
Haciendo el gamberro
No es un remake sobresaliente, pero te lo pasas bien obedeciendo las órdenes de tu comandante
Aunque el juego haya recibido un buen lavado de cara con nuevas texturas, una estupenda iluminación y también haya afinado la forma de moverse y de jugar con el alien, se nota que seguimos ante un juego de Playstation 2 y la primera Xbox en lo que respecta a animaciones, IA y posibilidades de acción. Los enemigos tienden a plantarse ante nuestras narices para morir a nuestras manos. Apenas tienen maneras de atacarnos más que disparar; y la forma de emplear Crypto sus habilidades tampoco es demasiado flexible. Una vez que encontremos la mejor forma de jugar, no cambiaremos. Tampoco Destroy All Humans! supone un reto demasiado grande salvo cuando la curva de dificultad se dispara en un par de ocasiones.
Resultan especialmente divertidas las misiones en las que tropas humanas se acumulan, llaman al ejército, llegan los tanques y luego los enormes robots. Nosotros tenemos que contenerlos mientras defendemos la posición. El problema es que se repiten demasiado. La otra principal alternativa que el juego nos deja es encontrar o destruir una serie de elementos en una zona o infiltrarnos en un sitio. Todas estas situaciones jugables funcionan, pero les faltan las opciones de un juego actual. Se nota mucho que estamos ante una base de un juego de hace quince años. Por suerte, siempre aparece en el momento exacto una charla entre los aliens que nos alegra el día y alivia la sensación de repetición.
El juego se divide en dos bloques jugables: la campaña, que dura alrededor de 10 horas a poco que queráis hacer las cosas bien, y el juego libre, en el que hay retos y coleccionables que encontrar y mucho más caos que desatar. Lo interesante de la historia es que sus misiones son cortas y van directas al grano, pero tienen mucho margen para hacer el idiota. Las líneas de diálogo son agradables y el estilo artístico es muy acertado, por lo que la aventura principal se hace muy llevadera. Lo ideal es no hacerse la campaña de golpe y cumplir alguno de los retos que el juego propone, algo perfecto para subir de nivel las habilidades tanto de Crypto como de su platillo, en especial de cara a su durísimo enfrentamiento final. Luego tienes desafíos que se desbloquean en las zonas ya jugadas y también coleccionables que encontrar. Con todo, la duración puede extenderse bastante más si lo exprimes bien. El juego no se hace corto, sino que se nota que da más de lo que debería; se esfuerza en hacerlo. Hay material que expande la duración con respecto al original, pues este podía pasarse en 5-8 horas poco que apurases.
Caras de plástico y voces chillonas
Probado en PC, el juego va fluido. Lo que más llama la atención es la dirección artística. Se ha perseguido que los rostros de todos los personajes parezcan de plástico. Al principio choca y hasta disgusta, pero cuando avanzas en la historia te das cuenta de que es una decisión muy acertada. El motivo es que todo Destroy All Humans! es 'artificial', se monta sobre clichés de películas de serie B de ciencia ficción clásicas, ridiculiza a los americanos hasta hacerlos parecer muñecos tontos y rotos; y por eso funciona. Su humor es también muy artificial, retorciendo chistes manidos y comentarios de las pelis de los años 50 y 60. Es por ello que aunque no sea un remake con un gran músculo técnico, sí lo es en su dirección artística, que encaja perfectamente con lo que el juego te quiere contar.
El sonido le va a par. En lo musical no tiene nada demasiado destacable; de hecho, hay varias partes en las que no suena ninguna música. Lo que sí es estupendo son todos los soniditos tan 'marcianos', tan ondulantes y tan propios de una invasión marciana. Para que me entendáis, su ambiente sonoro es similar al de Mars Attacks. Con todo lo que os he estado contando en este análisis ya os habrá quedado claro lo que es Destroy All Humans!: una muy entretenida aventura de destrucción, caos y mucho humor. Se le ven las costuras en los controles, animaciones e IA, recordándonos que es un juego con 15 años a sus espaldas. El control de su ovni deja mucho que desear en relación a lo hábil que acaba siendo nuestro personaje, y tiende a hacerse repetitivo. Por fortuna, un diseño artístico muy acertado, su medida duración, las risas que te provoca y lo gracioso que es hacer explotar cerebros, han conseguido que me lo pase muy bien con este remake y que os lo recomiende. Ojalá una continuación de nueva generación con ideas nuevas partiendo de los aciertos de este título.
Destroy All Humans! regresa con un buen remake, muy divertido y que nos devuelve a aquellas sensaciones gamberras del juego original. Cuenta con un buen lavado de cara y mantiene todo el humor del original. La ampliación de las zonas originales y sus retos le dan un poquito más de duración, lo que se agradece. Lo malo es que se hace algo repetitivo y no es capaz de evitar que nos demos cuenta que es un juego de PS2 por sus animaciones, IA y planteamiento de situaciones.
Comprar Destroy All Humans! Remake- Buenas decisiones artísticas
- Su humor sigue muy vigente
- Las habilidades combinadas de Crypto
- Duración ideal para lo que propone
- El platillo volante no es divertido, tampoco su control
- Curva de dificultad desajustada
- La IA de los enemigos es inexistente
- Tiende a hacerse repetitivo en partidas largas