Dragon Quest XI S ha tardado más de un año en llegar con respecto al lanzamiento original, pero la espera ha merecido la pena. Esta edición definitiva para Nintendo Switch se convierte no solamente en una buena manera de descubrir esta épica aventura… sino de rememorarla con gráficos retro que te transportan a una época remota, pero fascinante. Análisis de Dragon Quest XI S.
Me he sentido como si volviera, por un momento, a los años noventa, cuando con mi flamante Super Nintendo jugaba a algunos ya clásicos juegos de rol como Breath of Fire, Terranigma o Illusion of Time. El modo retro de Dragon Quest XI S no sólo permite completar toda la aventura con gráficos 2D como en los J-RPG de antaño, sino comprobar esa esencia que tenían los juegos de la época, y más en particular los de la saga Dragon Quest (los cuales por aquí no pudimos disfrutar en su día).
Me refiero a esas animaciones de sprites tan simples pero carismáticas. A las batallas aleatorias que te asaltaban en cualquier momento. A unas secuencias de introducción basadas en texto y leves movimientos de cámara. Jugar en 2D es una experiencia muy distinta a hacerlo en 3D, y creedme: parece como si tuviésemos dos videojuegos distintos. Para mí es la clave diferenciadora en esta versión exclusiva para Nintendo Switch, y también probablemente la más importante a nivel general.
Pero hay más, por supuesto. Dragon Quest XI para Switch también incorpora cinco historias inéditas que se intercalan en la aventura, música orquestada, la posibilidad de jugar a mayor velocidad, nuevas monturas y otros detalles como un énfasis en la personalización. Todo esto reunido nos hace hablar de que estamos no sólo ante un simple port, sino ante una edición definitiva, tal y como Square Enix ha decidido nombrar -y creo que con bastante buen criterio- a este nuevo lanzamiento.
Un viaje al pasado
Posiblemente os estaréis preguntando si esta edición os interesa. Para no dar muchas vueltas, la respuesta es afirmativa tanto si lo habíais jugado ya, como si no… Obviamente, debéis tener una cierta predisposición a los RPG japoneses, así como comprender en cierta manera sus características. Ya lo conté en el análisis de Dragon Quest XI de forma pormenorizada, pero para hacer un escueto resumen: mucha exploración, combates por turnos, fuerte sensación de progresión y una historia que se sigue bastante bien, gracias a una brillante localización al castellano de la que, por cierto, hablamos en un reportaje.
¿Por qué os interesa si no lo habéis jugado previamente? Porque supone una aventura de grandes valores de producción, que aunque muy fiel a la fórmula Dragon Quest, propone un mínimo de 60 horas de juego en que la sensación de descubrimiento (nuevos paisajes, ciudades y personajes) es absolutamente brutal. Se trata de uno de los mejores J-RPG de la actualidad: tiene una historia bien escrita, la aventura es épica, la progresión muy gratificante… En pocas palabras, un videojuego épico.
¿Qué hay de los veteranos? Aquí lo cuento por experiencia propia, porque jugué a Dragon Quest XI y ya sólo probarlo en el nuevo modo retro supone una sorprendente experiencia. Tal vez aquí he de reconocer que mi edad tiene algo que ver, y seguramente lo disfrutaréis más si recordáis con añoranza a los juegos de rol clásicos. La razón es que no es una modalidad 2D puesta sin más, sino que se han quitado las voces de los diálogos, así como las secuencias cinemáticas para otorgar a todo un aroma a clásico.
El nuevo modo retro supone una sorprendente experiencia
Ya sólo comprobar los cambios realizados me ha merecido la pena. Por una parte, he notado que el juego se hace más rápido: las distancias en 2D son más cortas que en 3D, algo que ocurre con escenarios en mundo abierto, pero también con ciudades. Por el otro lado, todos los personajes, objetos y construcciones que habíamos visto en 3D, ahora se han transformado al 2D hasta el punto de que algunas cosas os serán algo difíciles de reconocer. Considerad que hay como 25 años de diferencia técnica entre ambos estilos gráficos; el salto es tan grande que os parecerá casi como estar ante otro videojuego.
De hecho, a nivel jugable también hay diferencias. En el modo 2D los encuentros son aleatorios, mientras que en el modo 3D podemos decidir cuándo entrar a batallar. El desarrollo de los enfrentamientos no cambia demasiado, pero la representación es tan diferente que podríamos decir que son dos experiencias distintas. Lo mismo que en la exploración. Las bases son idénticas, pero las distancias y estructura del mapeado varían tanto que las sensaciones resultan diametralmente opuestas. Tal vez lo único reprochable al cambio entre modos 2D y 3D es que debes acudir a una iglesia y guardar partida, algo que hace el proceso poco intuitivo.
A pesar de que personalmente el mayor cambio lo veo en la introducción de un modo retro, obviamente no es lo único en lo que fijarse en Dragon Quest XI: Edición definitiva. El juego incorpora mayor velocidad en el desarrollo de los combates, con tres velocidades: normal, rápida y ultrarrápida. Esto es realmente útil para aquellos usuarios que se vean abrumados por un juego tan exigente en cuestión de dedicación. Gracias a esta opción, el tiempo necesario para superar la historia se puede reducir en unas cuantas horas.
Otro aspecto que me ha gustado (y que era ampliamente demandado) es la incorporación de la banda sonora orquestada: se nota muchísimo. Aún así, podemos volver a la música sintetizada en cualquier momento, la cual pega más con el modo retro… ¡pero quién soy yo para tomar decisiones por vosotros! Lo bueno de Dragon Quest XI S es que permite escoger entre ambas opciones en cualquier momento desde el menú. Incluso os diría que es bueno pararse y comprobar cómo suena cada melodía en un modo u otro: un ejercicio interesante.
En relación con esto último, se incorpora la melodía principal de Dragon Quest VIII a modo de homenaje, la cual se puede activar desde el menú de opciones. Junto a este mítica composición se incluye el traje del héroe de aquel videojuego, lo cual transforma la apariencia de nuestro protagonista. No está mal como detalle, al igual que las nuevas monturas y, sobre todo, las cinco subhistorias que se han incluido: para Erik, Jade, Servando, Rob y Hendrik. Que por cierto, todas las podréis escuchar ahora con voces en japonés (en el DQXI original sólo tuvimos voces en inglés). De forma adicional, tenemos la novedad de poder viajar a mundos clásicos de la saga Dragon Quest, algo que encantará a los más fans.
Por supuesto, es importante mencionar el port gráfico realizado. En este sentido, hay buenas noticias, puesto que el videojuego se comporta razonablemente bien tanto en modo portátil como televisor, sin problemas de rendimiento notorios. Por supuesto, el resultado gráfico es peor que en el caso de PlayStation 4: hay menos definición en personajes, objetos y entornos, además de un peor tratamiento de texturas y una distancia de dibujado menor. También hay algo más de popping y algunos defectos gráficos que, sin embargo, se comprenden dado el menor potencial de Nintendo Switch.
Square Enix ha dedicado tiempo y dinero a conseguir una versión estable y de calidad para Switch
No obstante, si empiezas a jugar sin tener en cuenta las comparaciones, lo vas a disfrutar igual, porque creo que es justo decir que Square Enix ha dedicado tiempo y dinero a conseguir una versión estable y de cierta calidad. Se entiende ahora por qué ha transcurrido tanto tiempo entre el lanzamiento original y este Dragon Quest XI S. Tenía sentido, porque hacer algo así no lleva un par de meses… Hay muchos cambios e incorporaciones como para justificar la espera, que en mi caso en particular ha merecido mucho la pena.
Dragon Quest XI S es un buen ejemplo de cómo revitalizar un videojuego más de un año tras su lanzamiento: nuevas historias, un fascinante modo retro, música orquestada, el añadido de voces en japonés y pequeñas introducciones jugables (como la mayor velocidad) que ayudan a mejorar la experiencia global. Esta es la definición de una versión especialmente recomendable si aún no habíais probado el juego, pero también interesante si queréis rememorarla desde una nueva perspectiva.
Comprar Dragon Quest XI S- El modo retro es una pequeña genialidad, especialmente si eres un purista
- Nuevas historias para los personajes de la aventura: más horas de juego
- Mayor velocidad, nuevas monturas… ¡hay bastantes añadidos!
- Banda sonora orquestada y añadido de voces en japonés
- El cambio entre los modos 3D y 2D podría estar mejor pensado
- Gráficamente se resiente con respecto al resto de versiones
