Era muy fácil estar de morros con el DLC de God of War: Ragnarok Valhalla. Más que nada porque Sony repite la fórmula anunciada hace apenas semanas con The Last of Us Parte II de integrar un modo roguelite como expansión. Pero por suerte, en esta ocasión se trata de un contenido gratuito para todos los jugadores de Ragnarok; y es tan fácil como jugar sus más de 5 horas de contenido para darse cuenta por uno mismo que se trata, como decían los desarrolladores, de un regalo de Sony Santa Mónica a los fans del Dios de la Guerra. Especialmente porque se trata de un extra muy narrativo… Tanto que hay spoilers importantes. Valhalla cumple el papel de epílogo de la historia del juego base, principalmente para Kratos. Acompañado por Mimir, el protagonista se adentra en el Valhalla después de encontrar una invitación en la puerta de su casa. Ahí veremos como Kratos repasa momentos importantes de su vida, y los usa para dar el próximo paso en el presente.
Valhalla cumple el papel de epílogo de la historia del juego base.
La justificación para que el DLC sea un roguelite existe en la historia. El Valhalla reacciona a las memorias de quien entra y le pone un espejo delante. De esta forma, Kratos tendrá que ir luchando en salas contra enemigos ya conocidos, quitando capas de su pasado y completando lo que ya hacía God of War: Ragnarok, un camino de redención.
A cualquiera que sea fan de los roguelites, no le sorprenderá demasiado lo que propone en el plano jugable esta expansión. Salas repletas de enemigos de dificultad creciente, elecciones de mejoras tras conseguir ciertos hitos y vuelta al principio si caemos derrotados, donde podremos usar ciertas divisas ganadas en la partida para que el protagonista sea un poco más fuerte la siguiente vez que arranque una run.
Un rogue muy reconocible en sus mecánicas.
De hecho, hay los típicos giros de mejoras que se desbloquean si aceptas una desventaja durante cierto número de salas o un contador de tiempo para acabar con ciertos enemigos que aumenta su poder si somos demasiado lentos. Pero si a esto le añadimos a la ecuación que no estamos hablando de una duración elevada, no llega a cansar por escasez de ideas.
Más de cinco horas de diversión
Y para eso colabora otra cosa, el combate de God of War. Gracias al uso de las distintas armas y la elección de escudo y talismán al inicio de la partida, se consigue una variedad muy agradecida. Si sumamos esto a lo visceral y satisfactorio de las peleas con Kratos, llegamos a una experiencia divertida y que invita a jugar.
Al condensar muchos enemigos de la historia principal en un puñado de horas, Valhalla gana en variedad, algo que también sucede con los entornos al hacernos visitar los 9 reinos en forma de salas… Así como alguna sorpresa adicional.
Mi contador se paró a las 5 horas, pero hay que tener varias cosas en cuenta aquí que pueden aumentar esto. Para empezar, tenemos selector de dificultad, por lo que hay un reto superior a la dureza normal que elegí al ser la sugerida por los desarrolladores. Si sumamos esto a que tengo bastante experiencia con el género y elegí bien las mejoras, sólo caí en batalla en una ocasión antes de completar una de las múltiples runs que propone el juego.
"Volveremos" a zonas conocidas.
Por ello, es natural que os pueda llevar una o dos horas más. Para esto tenemos que recordar a los más despistados que es importante que esto sea un roguelite y no un roguelike, ya que esto implica que es posible mejorar entre partidas a nuestro personaje gracias a divisas conseguidas en función de nuestro rendimiento en el anterior intento. Y, por supuesto, podéis seguir jugando después de completar la historia para conseguir todos los desbloqueables.
Y, sin más dilación, vamos a la clave de todo esto, que es la historia que nos presenta el DLC. No haremos spoilers, pero sí diremos que lo que acontece aquí es sensible por dos razones. La primera es muy importante para lo que puede estar por venir, o para completar la historia tras el final de God of War: Ragnarok. La segunda es que Sony Santa Mónica ha repasado cosas que han pasado no sólo en la entrega de hace unos años que reinició la franquicia, sino los juegos originales del Fantasma de Esparta.
Muchos guiños a los fans de la saga original
En el tráiler se ha visto un cíclope y una arquitectura más próxima a Grecia que a un país nórdico, y os invitaría, por ejemplo, a tener los oídos muy atentos a posibles músicas que nos hagan recordar los juegos antiguos. Pero no se queda en el plano jugable, hay detalles que se recuerdan momentos del violento pasado de Kratos y que vuelven a ser relevantes.
La factura técnica es altísima.
Para que este DLC hubiera sido perfecto, puede que eche de menos algo más de punch jugable en la recta final. Ahí es cuando la estructura roguelite evidencia lo que es, una forma de alargar la experiencia, por mucho que lo estemos pasando bien. Pero, de nuevo, hay que recordar que se trata de un contenido gratuito.
Y en el ámbito técnico, he de reconocer que tuve dudas en el inicio, especialmente porque la cara de un personaje no me convenció demasiado. Pero a medida que pasan las horas y das con esos momentos únicos, se activan en tu cerebro los recuerdos de los grandes instantes gráficos que tenía el juego base. Aquí los hay, y funcionan muy bien junto con un estilo artístico novedoso para el reboot.
En resumen, God of War: Ragnarok Valhalla cumple a la perfección ese término tan manido que es “una carta de amor a los fans”. Pero es que justo define lo que se añade a la experiencia base, y nos hace recordar que hay pocos personajes tan icónicos en el videojuego como Kratos.
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