En apenas unas semanas, Teamfight Tactics recibirá la gran actualización de su octava versión. El Set 8.5 llega al videojuego para darle una segunda vida a El Ataque de los Monstruos. Nuevos campeones, sinergias, aumentos y mucho más para ofrecer a los jugadores un motivo por el que seguir disfrutando del autobattler de Riot Games. Videojuego independiente en estrecha relación con League of Legends que a día de hoy sigue siendo el gran milagro de la compañía. Se desarrolló en apenas 18 semanas y, aunque solo podemos basarnos en la repercusión, sigue siendo el tercer título más grande que ha construido la empresa.
El pánico a acercarse a TFT
Pese a que disfruté de él los primeros días, mi relación con TFT siempre ha sido un tanto problemática. Lo abandoné totalmente desde entonces hasta que comenzó el Set 8 y solo volví a jugar por tener cierta idea si algún día me tocaba hablar de él. El tiempo se me ha hecho eterno, pero la hora ha llegado. Ha sido en este segundo contacto con el autobattler de Riot Games cuando realmente he descubierto que es un juego de primera.
Me daba pavor empezar a jugar porque se lo difícil que es aprenderlo todo de títulos con tantos personajes y lo desagradable que puede ser el proceso. Sin irnos más lejos, comenzar en League of Legends es una tarea que puede tomarnos decenas de horas. Hay que conocer qué hace tu personaje, qué hacen los demás y hasta prestarle atención a los elementos del mapa. Puede llegar a ser verdaderamente miserable si no tienes a nadie que te acompañe en el viaje. Por mucho que no juegues solo para ganar, cuando tus personajes parecen no hacer nada, simplemente no resulta divertido.
Hemos escuchado mil veces eso de 'easy to play, hard to master', pero nunca ha tenido tanto sentido.
El Set 8 tenía en su lanzamiento 12 orígenes, 15 clases, 59 campeones, 81 objetos y más aumentos de los que estoy dispuesto a contar. Es una barbaridad de contenido que interiorizar y aprender incluso para los jugadores experimentados, por lo que os podéis imaginar lo que puede llegar a suponer para un novato. Sin embargo, el puzle no podría estar mejor construido. Hemos escuchado cientos de veces aquello de 'easy to play, hard to master', pero rara vez le había encontrado tanto sentido como ahora a esas seis palabras juntas.
El cangrejo, que llega como minileyenda, es un homenaje al desarrollo de TFT
Cuando Riot Games contaba cómo fue el alocado desarrollo de TFT, explicó que desde el primer momento tenían una idea clara: "los campeones debían ser una carta de amor a sus contrapartes en League of Legends". Durante los primeros sets no tengo claro que la compañía cumpliese su propósito, pero la meta está más que superada en la actualidad. Para ello, me basta con elegir a uno de los personajes que llegarán con el Set 8.5.
Twisted Fate para terminar de entender Teamfight Tactics
La pasada semana tuve la oportunidad de ir a la presentación de novedades del Set 8.5 de Teamfight Tactics y hubo un momento en el que todo el mundo se volvió loco. Estoy seguro de que alguna vez habéis visto el chat de Twitch desbordarse en una retransmisión, pero es más espectacular cuando eso pasa en una reunión de Google Meets. Cuando aparecieron las nuevas versiones de Warwick y Twisted Fate, todo el mundo reaccionó como si fuera una de las cosas más guays que han visto y, probablemente, lo hicieron porque era una de las cosas más guays que han visto.
Riot Games ha llevado la carta de amor a los personajes de League of Legends un paso más allá y aplica, en las unidades más espectaculares, una filosofía que ellos llaman "champlification". La palabra, reconocemos que un tanto extraña, viene de mezclar "campeón" y "amplificación". Es la base de los modos de juego alternativos de LoL. En ellos los héroes ganan acceso a una nueva habilidad definitiva, pueden lanzar más habilidades o simplemente jugamos con cinco copias del mismo personaje para hacer combos más chulos.
— Bruno Ouviña (@GalleGutsito) March 6, 2023
Esto, que lleva tiempo sucediendo en TFT, está llegando a otro nivel. Nunca pensé que fuera a decirlo, pero quiero jugar a Teamfight Tactics por el mero placer de colocar a un Twisted Fate con tres objetos en el campo y ver cómo lanza una andanada de cartas. Lo mismo con Ezreal, que genera ocho copias de sí mismo para lanzar su definitiva al campo en ese mismo número de ocasiones. Los campeones son todo lo que no pueden ser en League of Legends porque estarían demasiado rotos, pero también lo que podrían ser en otros universos.
No puedo dejar de pensar como la habilidad de Twisted Fate es una especie de contraparte de un personaje de Children of Morta (Lucy), que es mi ARPG favorito, o lo que me fliparía un héroe de Genshin Impact que crease unas cuantas copias de sí mismo para tirar muchas veces una misma habilidad. Incluso Warwick, que no hace más que pegar y saltar, es una maravilla que quiero experimentar en otros videojuegos.
TFT me permite ver mejorados a mis campeones favoritos, pero también imaginar cómo serían en otros universos
Nunca voy a jugar bien a Teamfight Tactics, porque me niego en redondo a aprenderlo. Es algo que ya me pasaba con Hearthstone, donde prefería utilizar mis combinaciones de cartas favoritas para hacer combos divertidos o que todavía me ocurre en el competitivo de Pokémon, donde solo me gusta jugar equipos que hagan cosas graciosas. Sin embargo tiene mucho mérito lo que ha logrado Riot Games, porque hacía mucho que no descubría un juego que me aportase esta sensación.
Mi única intención es seguir poniendo campeones en el tablero y dejarlos que hagan sus cosas, mientras me cruzo de brazos y disfruto del caos que he provocado. Ni siquiera sé cómo se come esto, pero sin poder controlar a los campeones, TFT tiene personajes más divertidos de jugar que la mayoría de juegos que he probado.
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