A la hora de valorar un videojuego, no solo importan las sensaciones que transmiten a los mandos, sino las que los desarrolladores pretendían conseguir; es relevante, sobre todo, de cara a saber si realmente apela al público adecuado. El caso de The Outlast Trials es particularmente interesante en este aspecto, ya que mantiene una pugna constante entre lo que quiere ser, lo que consigue ser y en lo que puede llegar a convertirse. De esta forma, se obtiene una experiencia extremadamente particular, con momentos que van desde la ansiedad y la frustración hasta la diversión más alocada y absurda. Lo curioso es que, debido a la naturaleza que Red Barrels ha elegido para este título, el terror es un elemento que desaparece de la ecuación demasiado rápido.
La serie Outlast nació allá por 2013, a rebufo de la resurrección del género impuesta por el éxito de Amnesia: The Dark Descent; una corriente jugable que, más allá de verse aupada por el éxito de su formato pensado para youtubers de grito fácil, apostaba por un miedo derivado de la indefensión y la necesidad del jugador de huir y esconderse para sobrevivir. Con una ambientación sucia, retorcida y sangrienta contenida tras los muros de un psiquiátrico, se convirtió rápidamente en un referente de la oleada de juegos similares que llegaron. Su segunda parte, apostando por crecer en tamaño y ambición, si bien no consiguió satisfacer de igual forma a nivel jugable, sí que dio un giro argumental hacia una perspectiva blasfema de la religión, manteniéndose a la vez coherente con el tono del original.
Outlast nació con un referente concreto en mente, pero esta entrega vira por completo su experiencia hacia éxitos del "terror" en cooperativo como Phasmophobia o Dead by Daylight. The Outlast Trials se presenta casi como una caricatura de sí mismo, algo que no tiene por qué ser malo, pero que sin duda cambia las reglas del juego a todos los niveles.
Sobredosis de tensión
The Outlast Trials es un título pensado para jugarse en cooperativo de hasta cuatro jugadores, pero también funciona para un solo jugador. Crearemos un personaje al inicio de la aventura, personalizando su apariencia, y tras una magnífica secuencia de introducción rebosante de ese espíritu original de la serie, somos arrojados a un lobby online en el que se despliega la autentica naturaleza de la obra: un trasunto del proyecto MK Ultra. El avatar que creamos es un ciudadano cualquiera (uno no demasiado decente, por lo que se nos da a entender) que es secuestrado por la corporación Murkoff; en esa escena inicial se le obliga a dejar atrás su pasado para así poder convertirse en una mejor versión de sí mismo, una que pueda servir al gobiernos de los Estados Unidos. Para ello, tendremos que superar diferentes misiones con objetivos bastante siniestros, internándonos en mapas repletos de psicópatas y experimentos fallidos.
Si el principal cambio jugable en The Outlast Trials lo encontramos en su orientación online, no menos importante es su estructura jugable, desarrollada a través de misiones separadas que elegimos desde el lobby. Hay cinco mapas grandes, que albergan las cinco fases más elaboradas y largas del juego. A partir de ellas, se establecen niveles derivativos llamados Misiones MK, que suelen ser más cortas, con mapeados mas pequeños, y con desafíos consistentes en encontrar cierto número de diferentes elementos, depositarlos en algún lugar (con violento resultado) y escapar. Tras todas ellas, obtendremos una puntuación por nuestro desempeño, que determinará la cantidad de experiencia y dinero que ganamos.
A medida que superamos desafíos y subimos de nivel, podremos comprar mejoras para nuestro personaje. Tendremos habilidades principales entre las que elegir e ir evolucionando, que nos darán, por ejemplo, la posibilidad de aturdir enemigos o curarnos a nosotros y a nuestro equipo. También podemos acceder a amplificadores de éstas y a mejoras pasivas, como aumentar los huecos de nuestro inventario, usar objetos sin necesidad de equiparlos o mejorar nuestra velocidad y resistencia. Eso sí, en ningún momento nos convertiremos en máquinas de matar, ya que el núcleo del juego sigue basándose en nuestra indefensión.
En The Outlast Trials la jugabilidad básica y capital de la marca sigue invariable: corremos, saltamos, nos deslizamos, manejamos un aparato de visión nocturna (gestionando su batería) y sobrevivimos; no hay espacio para la acción. Red Barrels quería conseguir que esta entrega pudiera jugarse tanto en solitario como en cooperativo online, y técnicamente se puede. Sin embargo, la experiencia de The Outlast Trials cambia radicalmente de una modalidad a otra.
Solo apto para equipos
Desde el principio, se nota que los niveles y las misiones de The Outlast Trials están pensados para jugarse acompañado. Hay múltiples objetivos repartidos por el mapa, muchas acciones requieren bastante tiempo de interacción con un mecanismo (quedándonos indefensos ante los enemigos) y las misiones se tornan demasiado largas si las hacemos solos. En definitiva, se vuelve más difícil y, por qué no decirlo, tedioso.
Hay un buen motivo por el que los juegos de terror no suelen tener una duración muy dilatada, o incluso si exploramos sus propios ritmos, por el que hay frecuentes respiros entre sus momentos de tensión y sustos: nos adaptamos rápidamente, por regla general, a esta clase de estímulos extremos. Una exposición mantenida a un enemigo que nos quiere atrapar hace que pierda misterio y capacidad de aterrorizar, especialmente si, en una de nuestras abundantes huidas desesperadas, descubrimos que son extremadamente vulnerables a persecuciones en círculos alrededor de una mesa; si esta experiencia la multiplicamos por varios enemigos por nivel, de forma constante y en misiones que pueden alargarse hasta la hora de duración, sin ninguna clase de respiro, cambia por completo nuestras sensaciones: lo terrorífico se vuelve molesto, la tensión se torna en premura, y la ansiedad, aunque se mantiene, es por los motivos equivocados.
Los primeros compases en solitario sí consiguen recuperar la atmósfera y la genuina sensación de agobio de las anteriores entregas; no en vano, los diseños de los escenarios y los enemigos son espectaculares. Los niveles están repletos de detalles, escenas dantescas y recovecos que explorar, todo ello con una calidad técnica más que notable. Es una pena que no podamos pararnos a observar tranquilamente muchas de sus secciones, porque algunas son realmente impactantes y bien planteadas. Lamentablemente, no tardaremos en percibir que esa no es la forma correcta de enfrentarse a The Outlast Trials. Eventualmente, en solitario, la repetición y las puntuaciones convierten al título en un juego de sigilo más que en uno de terror.
Solo es una experiencia recomendable en multijugador, pero deja poco de lo que nos enamoró originalmente de esta serie
Si nos lanzamos al multijugador, encontramos una problemática diferente: el matchmaking. Los días previos al lanzamiento ha sido realmente complicado encontrar gente para jugar. En las últimas horas sí que se ha notado un aumento de jugadores, pudiendo jugar en equipos de cuatro personas. No obstante, incluso con una mayor afluencia, el juego ha tardado bastante en encontrar un grupo, algo que parece recurrente. Eso sí, una vez dentro funciona a la perfección, e invitando a jugadores concretos de tu lista de amigos el proceso es mucho más rápido. Por supuesto, la forma en la que The Outlast Trials despliega todo su potencial es con un escuadrón de conocidos con una comunicación fluida; en las condiciones óptimas, The Outlast Trials es un éxito a la hora de transmitir una experiencia diferente y divertida.
Los niveles que pude jugar acompañado fueron mucho más disfrutables y divertidos. Hay muchos detalles geniales en esta vertiente que no puedes ver en solitario. The Outlast Trials juega mucho con lo que percibimos cada uno en nuestra pantalla, algo que ayuda a crear divertidas confusiones. Por ejemplo, hay dobles de los jugadores pululando por los mapas; tienen pequeñas diferencias en el nombre, y hacen un ruido extraño, pero es muy fácil confundirse con los nervios.
En una de las fases, mi compañera y yo decidimos abordar el nivel por dos caminos diferentes para ir más rápido; por cómo oía su voz, parecía estar a varias habitaciones de distancia. Por eso me extrañó mucho cuando me preguntó por qué me estaba acercando hacia ella sin estar agachado; cuando, confundido, intenté decirle que eso no podía ser, la escuché gritar. Corrí hacia dónde aparecía su nombre, y llegué a tiempo para ver como una réplica exacta mía la estaba apuñalando; obviamente, la abandoné para sobrevivir por los dos. Fue uno de los mejores momentos de terror que me ha dado el juego y, sin duda, uno que recordaré durante mucho tiempo; me alegra decir que no fue el único. Las partidas que he jugado a cuatro lamentablemente fueron sin micrófono, volviéndose mucho más bizarras y lamentables en cuanto a desempeño, pero igualmente divertidas. Es algo que viene dado por el género, pero la comunicación con tu equipo es fundamental para que la experiencia fluya y no se convierta en algo aún más frustrante.
Uno de los psicópatas nos gaseará para dañar nuestra cordura; podremos recuperarla con un antídoto, pero mientras tanto veremos cosas que incluso pueden dañarnos. Las paredes sangrarán, la pantalla palpitará… cerca del final de las misiones, nuestra cordura estará dañada sin necesidad del gas, y puede ser que seamos atacados por apariciones, pero nuestros compañeros no tienen por qué verlas. Todos estos detalles son los que hacen que la experiencia cooperativa cobre sentido.
La selección de habilidades también se deja notar, y podemos establecer mucho más fácilmente estrategias de distracción: mientras uno hace de cebo huyendo por los niveles, el otro se centra en encontrar y activar mecanismos. Sin embargo, aún con todos estos elementos a su favor, muchos niveles se nos hicieron demasiado largos incluso para dos, independientemente de que fuéramos o no sigilosos. Son demasiado grandes e intrincados, con demasiados objetivos múltiples que cumplir, especialmente los ensayos principales. Había momentos en los que varios enemigos iban, uno detrás de otro, patrullando el mismo pasillo, haciendo cola para atraparnos. No es que sea un juego difícil, pero sí exigente, y capaz de volverse frustrante por su repetición de patrones. Por cierto, esta estructura también hace que sea bastante duradero, repleto de contenido que superar (aunque mucho sea reciclado con una mayor dificultad), coleccionables y elementos que desbloquear, como decoración para nuestra habitación. Está pensado para durar años gracias a sus desafíos semanales y actualizaciones.
También he mencionado que en multijugador The Outlast Trials se vuelve indudablemente más divertido; por supuesto, eso viene con un precio, y es que tarda mucho menos en desaparecer cualquier tipo de componente terrorífico. La tensión se mantiene, pero todo se vuelve mucho más caótico y absurdo. The Outlast Trials solo es una experiencia recomendable en multijugador, pero de esta manera poco queda de los que nos enamoró originalmente de esta serie.
Se ha optado por una exageración grotesca de su imaginario, con marionetas haciendo exploraciones genitales a maniquíes con un taladro
Con respecto a su ambientación, también resulta un juego bastante divisivo. Sus antecesores no eran especialmente recatados a la hora de mostrar estampas violentas, pero siempre quedaba un hálito de contención dentro de su propio universo. Aquí se ha optado por una exageración grotesca de su imaginario, con marionetas haciendo exploraciones genitales a maniquíes con un taladro o un policía de marcado carácter conservador usando su porra eléctrica de forma depravada. Sus diseños son excelentes, pero resultan mucho más divertidos que terroríficos, llegando a veces a ser excesivos sin más; hemos pasado de referenciar a Saw a mimetizarnos con el cine de la Troma. Y ojo, amo ambos tipos de cine, pero es importante saber a qué tipo de producto nos enfrentamos para afrontarlo con el ánimo adecuado.
Volviendo al inicio del texto, aunque The Outlast Trials pretende ser el mismo juego de terror y supervivencia de sus anteriores, la realidad es que las sensaciones a los mandos que consigue son totalmente diferentes. El resultado final quizás atraiga a un nuevo público a la marca, pero por el camino es probable que pierda a muchos de los fans del original debido a su divisivo planteamiento.
Ampliando tanto el marco de la experiencia, cambia por completo su espíritu y la percepción del jugador. Tiene momentos realmente divertidos en compañía (no me sorprendería que se convirtiera en la nueva sensación de streaming), mucho contenido y a nivel técnico está muy bien diseñado. Sin embargo, su apuesta por la repetición y por el multijugador juega en contra del miedo y de la esencia de la marca, y en muchas ocasiones coquetea con el tedio debido a su carácter excesivo. Su éxito dependerá de su capacidad para llenar sus servidores.
Eso sí, si eres capaz de formar un escuadrón con amigos par que el título pueda desplegar todo su potencial, las risas están aseguradas, independientemente de su carácter e incluso de su repetición de esquemas. En su mejor forma, The Outlast Trials es un entretenimiento multijugador de lo más recomendable.
The Outlast Trials ofrece una experiencia cooperativa muy particular, con grandes momentos de diversión y genialidad en su vertiente cooperativa. Sin embargo, en ocasiones también peca de excesivo y repetitivo, siendo poco recomendable para un solo jugador.
Comprar The Outlast Trials- Su premisa argumental se basa en la teoría de la conspiración del proyecto MK Ultra de la CIA.
- Comenzó su acceso anticipado en mayo de 2023.
- La última entrega de la serie fue Outlast 2, lanzado en 2017,
- Hasta ahora la marca Outlast había ofrecido solo campañas para un solo jugador. En The Outlast Trials pueden jugar de 1 a 4 jugadores.
- Su estudio, Red Barrels, lleva más de diez años trabajando únicamente en esta saga.
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