Existen muchas fórmulas para hacer un buen juego de móviles, pero una de mis favoritas es apostar por la sencillez. Apenas una o dos mecánicas que cuenten con la profundidad suficiente como para resultar entretenidas a largo plazo acompañadas de algún que otro incentivo por seguir jugando partidas. Eso es exactamente lo que hace Tomb Raider Reloaded, la continuación a la franquicia de Lara Croft en iOS y Android. Un juego perfecto en apariencia que apenas tiene un par de errores muy fáciles de perdonar cuando hablamos de su jugabilidad, pero que se pierde en todo lo demás.
El despertar de Lara Croft en dispositivos móviles
La premisa de Tomb Raider Reloaded es de lo más interesante. Controlamos a Lara Croft y exploramos una buena cantidad de mazmorras generadas de forma procedural. Cada una de ellas tiene entre 20 y 50 niveles en los que debemos ir eliminando monstruos para seguir avanzando. La forma de acabar con los enemigos es muy curiosa. Lara disparará solo cuando se quede quieta, lo que nos obliga a alejarnos de los monstruos, parar un segundo, disparar y repetir el proceso infinidad de veces mientras limpiamos el nivel. Es perfecto, porque por el camino se juntan rivales que atacan a distancia y terminan por convertir cada sala en una especie de bullet hell.
La premisa de Tomb Raider Reloaded es una de esas capaz de picar a los jugadores
Han venido a juntarse aquí algunas de mis mecánicas favoritas en la historia de los videojuegos. La forma de atacar de Lara hace que debamos dominar el tiempo y el espacio, golpeando a la máxima cadencia que nos permite el personaje mientras controlamos la velocidad de los enemigos y el daño para determinar cuál es el número mínimo de pasos que debemos dar si queremos atacar sin ser alcanzados. Una tarea agobiante y exigente que debido a la combinación de rivales nos obliga a estar siempre prestando atención y en la que un error es suficiente como para perder una cantidad inaceptable de vida que condiciona toda la 'run'.
Al acabar con suficientes monstruos conseguiremos nuevas habilidades que potenciarán nuestros disparos y nos harán más eficientes en combate. Podemos ralentizar a los enemigos, hacer que nuestras balas atraviesen todo cacho de carne que encuentren o dejar minas en el suelo. La premisa de Tomb Raider Reloaded es una de esas capaz de picar a los jugadores. No existe tal cosa como echarse una partida, porque cada vez que perdemos –que lo haremos y mucho– siempre hay ganas de darle al botón de volver a jugar. Quizá le pediríamos que las mejoras tuvieran unos efectos visuales más impresionantes o algo más de mesura con los picos de dificultad, pero nada parece demasiado grave.
Jefes finales, semijefes y hasta los niveles con enemigos convencionales son interesantes. Hay muy pocas quejas de Tomb Raider Reloaded en lo referido a ‘gameplay’ y todos ellos son fácilmente solucionables con actualizaciones tras el lanzamiento. Los verdaderos problemas llegan, como en tantos otros juegos disponibles para móviles, cuando profundizamos en sus sistemas. Antes de que suenen las alarmas hay que decir que no estamos ante un título especialmente exigente en lo referido a monetización, pero sí ante uno muy pesado que intenta recordarte constantemente todas las opciones disponibles cada pocos minutos como si fuera un amigo pesado.
Te recuerda todo el rato las opciones de monetización disponibles cada pocos minutos como si fuera un amigo pesado
Habiendo jugado a PunBall a lo largo de las últimas semanas, la sensación ha sido la de vivir en el día de la marmota, aunque aquí las cosas se hacen un tanto más desagradables. No se trata solo de que Tomb Raider Reload venga con el pack completo de monetización que siempre señalamos porque hay que evitar en la medida de lo posible que la situación se llegue a normalizar. Los menús con los que debemos interactuar incluso si no gastamos un euro y que sustentan este sistema son sumamente torpes, haciéndonos perder un tiempo de forma innecesaria que a la larga acaba castigando a la calidad general del videojuego.
También se generan problemas en lo referido a la jugabilidad. Una de las opciones más interesantes para variar las partidas es utilizar un arma diferente. No es lo mismo disparar con un báculo, una pistola o una escopeta. Sin embargo, debido al sistema de mejoras, es casi utópico imaginar un camino en el que podamos cambiar de arma en función a cómo nos apetezca jugar. En lugar de eso, el juego te premia por destinar todos los 'upgrades' a aquella que tiene las estadísticas más altas y luego cambiarlas cuando aparece algo mejor. Un bucle que no termina de sentar bien ni a jugadores 'free to play' ni a los que quieren gastar dinero.
Afortunadamente, hay una forma de saltarse todos estos problemas. Aunque creo que merece la pena darle una oportunidad a Tomb Raider Reloaded en la versión que ya está disponible en la tienda de iOS y Android, existe una paralela que ha llegado a Netflix próximamente y que no contará con pagos dentro de la aplicación o anuncios. Todavía estoy por decidir qué haré con mi suscripción tras los cambios a las cuentas compartidas, pero hasta entonces que me quiten lo bailado. Hay cosas muy buenas en esta aventura de Lara Croft en dispositivos móviles y quiero seguir disfrutando de ellas, sobre todo si puedo quitarme de en medio todo lo que ha enturbiado una experiencia que en otras condiciones hubiera sido sobresaliente.
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