Es uno de los mejores juegos de estrategia de todos los tiempos y lo más increíble es que casi 20 años después, pocos RTS igualan su nivel de destrucción masiva

Ha llegado la hora de contaros una de mis grandes pasiones ocultas en el mundo del videojuego: arrasar el mundo con una infernal lluvia de misiles. No sé cómo  explicarlo pero siento un placer absoluto cuando veo caer una tras otra un sinfín de bombas que pulverizan todo cuanto tocan. Las observo desde la distancia, desde arriba, a ras de suelo y desde el punto de vista del pobre desgraciado al que va a machacar. ¡Y no me canso! A ver. ¿Por qué  simplemente pegar un par de tiros cuando puedo desatar una tormenta de  fuego sobre mis enemigos? Esta es la filosofía de World in Conflict, uno de los mejores juegos de estrategia de todos los tiempos… y desgraciadamente, también uno de los más desconocidos. Pero ya te adelanto que incluso hoy en día, casi 20 años después de su lanzamiento, este clásico de Massive Entertainment sigue siendo tan divertido, espectacular y épico como antaño.

Es tan absurdamente intenso, tan explosivo y frenético, que incluso hoy en día pocos juegos muestran el grado destrucción y fiereza de sus batallas. Así que siendo como soy un loco de las lluvias de misiles con su consiguiente KATAPUM, estaba claro que World in Conflict  tenía todas las papeletas para conquistarme. Pero sus virtudes van más  allá de la mera destrucción total de todo cuanto te rodea. Sí, cuando se desata el caos la lucha es tan intensa que casi parece un juego de acción camuflado bajo la etiqueta de estrategia táctica, pero que no os engañe ese maremágnum de tiros y explosiones porque en World in Conflict  ir a lo loco se paga caro. Especialmente en sus batallas multijugador, que son un delirio del que no quieres escapar por nada del mundo. Pero también su campaña, con un par de momentos memorables que aún recuerdo como el primer día. Así de bueno es.

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El juego de estrategia más espectacular

Volver a World in Conflict tras todos estos años ha sido toda una experiencia. Me ha hecho feliz porque recordaba con cariño su -tristemente ya no tanto- loca guerra entre la OTAN y la URSS,  y ha sido increíble comprobar que más allá de la nostalgia este sigue siendo un juego de estrategia apoteósico. Pero también estoy triste porque, maldita sea, tuvo tan poco éxito que a consecuencia de ello  World in Conflict se convirtió en el último videojuego de estrategia en el que trabajó Massive Entertainment, a los que ahora se les conoce por la saga The Division o los más recientes Avatar: Frontiers of Pandora o Star Wars Outlaws, y no por otra gran serie olvidada como fue Ground Control, antecesora de World in Conflict en muchos aspectos. Entre ellos, claro, la  intensidad del combate y el brutal ritmo de su acción. Porque aquí la gestión de recursos o el adiestramiento de tropas son elementos supeditados a la propia lucha.

No hay trabajadores ni edificios destinados a generar recursos. La guerra es el combustible que da alas a tu ejército, así que a medida que arrasas el campo de batalla o llevas a cabo objetivos cruciales obtienes los preciados puntos de mando necesarios para solicitar bombardeos masivos y otra clase de ataques especiales. Es decir. Cuanto más y mejor pelees, más puntos obtendrás para provocar el caos. Y algo parecido ocurre con el sistema de reclutamiento. Tienes un número limitado de puntos de refuerzo para traer al campo de batalla las tropas que  prefieras, y a medida que estas mueren, recuperas poco a poco la inversión para que siempre, siempre, haya alguien luchando en tu nombre.  Lo que no significa que puedas ir a lo loco ya que las tropas ganan experiencia,  y con esa veteranía resultan más eficaces. Pero el punto central aquí, lo que hace que incluso hoy en día te enamores de World in Conflict, es que su acción es brutalmente espectacular. Es un no parar de explosiones, disparos y edificios cayendo con gran estruendo.

Otro gran acierto de Massive fue poner bajo tu mando a un -a priori- reducido número de tropas, pues todas estas tienen habilidades especiales que son vitales para alcanzar el triunfo, pero incluso así, tienes la impresión de estar participando en una batalla campal porque a tu alrededor hay tropas aliadas peleando por su cuenta, y por supuesto, hay decenas y cientos de explosiones aquí y allá que son música para mis oídos. Y da igual que hayan pasado casi 20 años. World in Conflict sigue siendo espectacular. Es increíble el grado de detalle alcanzado en las tropas y escenarios, y mucho más la recreación del fuego de artillería porque un bombazo puede provocar que los árboles a su alrededor caigan con la onda expansiva.  ¡Alucinante! Y luego está el napalm, el fuego de mortero, la artillería pesada ¡y la bomba atómica!

Estos días me dio por rememorar la acción de World in Conflict y ahora mismo no hago otra cosa que jugar a este fenomenal RTS. Si es que hasta su historia y la forma de contarla están a un nivel altísimo, con una serie de secuencias de vídeo y personajes que os harán sentir dentro de una película. Si nunca tuvisteis ocasión de probar el que fuera el último gran juego de  estrategia de los autores de The Division, podéis disfrutar de él y su expansión por muy pocos euros. Y si ya lo jugasteis, nunca está de más volver a los campos de batalla  de World in Conflict que, tristemente, hoy se sienten más creíbles que nunca. He disfrutado como un niño volviendo a este clásico, y me despido triste, porque yo lo que quiero ahora es otro gran juego de estrategia de Massive. Lo que veo difícil.

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