En las últimas semanas, todo tipo de rumores sobre la continuidad de Xbox en la próxima generación de consolas se han estado propagando como la pólvora por las redes sociales y los medios especializados. El origen ha sido un movimiento cierto de varios de los principales vendedores de Estados Unidos. Durante varios días, las imágenes de estanterías vacías o que albergaban productos de marcas rivales se fueron multiplicando por doquier. La situación adquirió tanta relevancia que la empresa optó por responder a una pregunta del periodista Jez Corden, de Windows Central, para contestar que seguían comprometidos con sus socios (entre los que incluían a Target y Walmart) para seguir ofreciendo el hardware.
La credibilidad de Xbox
Puede que en el pasado esta respuesta hubiera sido suficiente para disipar cualquier duda sobre el futuro de la marca, pero ahora no. No es la primera vez, ni mucho menos, que Xbox ha afirmado algo con contundencia para pocos meses después desdecirse sin ningún tipo de sonrojo. Todavía está relativamente reciente el evento que montaron a toda prisa para jurar y perjurar que la expansión multiplataforma solo se iba a circunscribir a cuatro juegos contados. Año y medio más tarde, hemos visto Gears of War Reloaded en PS5, se ha anunciado el próximo estreno de Forza Horizon en PlayStation, y hasta el mismísimo remake de Halo estará en PS5 desde el primer día.
La situación es tal, que el arranque de este mismo artículo se ha reescrito en hasta tres ocasiones adaptándolo a las novedades que Xbox ha ido compartiendo con cuentagotas.
Gears of War: Reloaded
Por eso, ni siquiera las recientes declaraciones de Sarah Bond donde dan por descontado una nueva consola con un precio y unas características técnicas premium son suficientes para dar por sentado que nada va a cambiar. Para empezar, porque si lo que pretenden es hacer algo muy parecido a lo que han hecho con la portátil Asus ROG Xbox Ally, es decir, un precio disparatado para un PC con Windows que no puede ejecutar de forma nativa la librería de Xbox, creo que se puede argumentar que eso no es una consola tal y como las hemos venido entendiendo en las últimas décadas. Cualquier intento de hacer un híbrido de PC y consola corre el serio peligro de quedarse con lo peor de ambos de ambos mundos. Y segundo, porque si alguien ha hecho todo lo posible por cuestionar su propia credibilidad han sido ellos.
Phil Spencer puede decir misa, pero al fin y al cabo tiene un jefe por encima de él, y este a una base de accionistas a los que se debe
Las corporaciones tienen el mismo incentivo que los políticos para decir la verdad. Es decir, prácticamente ninguno. Por eso deberíamos poner todo lo que digan en cuarentena. Y no solo porque mientan de forma descarada. A veces lo hacen, pero no siempre. Muchas veces es simplemente que los planes cambian de un trimestre para otro, conforme los resultados fiscales se van publicando. Este axioma es incluso más apropiado para una mega corporación del tamaño de Microsoft, una de las compañías más valiosas de la bolsa mundial, y donde Xbox ocupa una posición menor, muy proclive a ser subyugada en favor de otros departamentos. Justo lo que está pasando en este momento con la IA. Phil Spencer puede decir misa, pero al fin y al cabo tiene un jefe por encima de él, y este a una base de accionistas a los que se debe.
Phil Spencer
Por esto creo que no podemos descartar para nada que Xbox desaparezca del mundo de las consolas de sobremesa. No es un escenario inimaginable y no debería ser anatema. Quizá no sea inminente y de golpe y porrazo (es decir, puede que no suceda en 2027), pero sí una retirada paulatina, con estrategias extrañas y comunicados confusos para hacer luz de gas tanto a su comunidad como a los inversores. La campaña de marketing empeñada en denominar a cualquier dispositivo electrónico conectado a internet una Xbox ha hecho un trabajo ingente por diluir tanto la marca como su propia identidad. Es decir, en mi opinión, el proceso ya ha comenzado.
Sega se batió el cobre con Nintendo primero y luego también con PlayStation durante cuatro generaciones antes de tirar la toalla y retirarse del tablero de juego
Si miramos al pasado, observamos que Sega se batió el cobre con Nintendo primero y luego también con PlayStation durante cuatro generaciones antes de tirar la toalla y retirarse del tablero de juego. Eso no supuso para nada su salida del mercado de los videojuegos. Dos décadas después del fracaso de Dreamcast, la compañía sigue operando y algunas de sus franquicias disfrutan de una salud envidiable. Si el día de mañana Xbox opta por retirarse del complicado mundo del hardware de consolas, o abrir la marca a otros fabricantes (siguiendo el planteamiento que ya ha hecho con su novedosa portátil), el mundo seguirá girando. No quiero decir que no sea traumático. Siempre lo es, y en tiempos de ecosistemas digitales, muchísimo más. Pero si se diera la circunstancia, creo que lo más probable es que precisamente el ecosistema perviva de alguna forma. La prevalencia de XCloud debería de darnos muchas pistas.
Nula competencia
Personalmente, creo que cuando el año pasado Sarah Bond dijo que estaban ya trabajando en su próxima consola creo que decía la verdad. Creo que también la dice ahora. Si damos por válidas las informaciones que apuntan a un estreno a finales de 2027, todo el trabajo que se ha estado desarrollando hasta ahora es puramente teórico. Que nadie se equivoque. Es una inversión muy, muy potente en investigación y desarrollo, pero es bastante asumible todavía, sobre todo para un actor tan poderoso como Microsoft. Las cosas cambian radicalmente de tercio cuando hay que lanzarse a la piscina. Firmar contratos con proveedores (sobre todo AMD), bloquear el calendario de fábricas en China para la producción en masa, clarificar la logística y depurar las cadenas de suministros, llegar a acuerdos con los retailers… Todo eso tiene que concretarse a lo largo de 2026. Es ahí cuando Xbox tiene que retratarse. Todavía tiene unos pocos meses de margen. No muchos.
PlayStation probablemente recibía un influjo considerable de refugiados de Xbox que fueran seducidos por la librería de títulos first party y por una consola que ejecute juegos de manera local
¿Cómo sería una generación entera de consolas sin ellos? Para empezar, Nintendo y PlayStation se repartirían el mercado, firmando entre bambalinas un pacto de no agresión por el que cada uno se concentraría en un segmento concreto. Puede que los planes de PlayStation con la rumoreada sucesora de Portal estén demasiado avanzados como para mandarlos a paseo, pero estoy convencido de que tratarían de moverse con mucha cautela, de manera análoga a cómo lo han hecho con PSVR 2, sin centrarse demasiado en ello y presentándolo más como una extensión de su experiencia de salón. Para seguir, PlayStation probablemente recibía un influjo considerable de refugiados de Xbox que fueran seducidos por la librería de títulos first party y por una consola que ejecute juegos de manera local, sin disquisiciones nebulosas. Y para terminar, los precios subirían otra vez. Sin competencia directa, con aranceles y con una inflación que se niega a entrar en vereda, resulta inevitable. Los juegos a 90 o incluso 100 euros pueden ser una realidad en un par de años.
Muchas publishers han coqueteado con la subida del precio de lanzamiento a 80 euros este año. La respuesta airada de la comunidad en muchos casos ha hecho que reculen. Pero, ¿qué poder tendrá la comunidad en un panorama con nula competencia? Sobre el papel, no será una situación de monopolio dada la prevalencia del PC, la nube y la híbrida de Nintendo, pero a la postre, el poder de PlayStation será prácticamente omnímodo. Desde cualquier punto de vista, no es una situación deseable. Los que tenemos una cierta edad nos acordamos como si fuera ayer de la soberbia inenarrable que aquejó a los japoneses después de vender 155 millones de PlayStation 2. Sabemos que si se repitiera el mismo escenario de dominación absoluta, volverían a las andadas. Con más contundencia si cabe. El número de jugadores a los que llegan lleva más de una década estancado. El mercado está saturado. La única forma realista de crecer es exprimiendo más dinero de cada usuario cautivo. Blanco y en botella.
No es un futuro halagüeño. Más bien todo lo contrario. Tan aciago como perturbador. La pregunta que me surge, sin embargo, es la siguiente: ¿en qué se diferencia de lo que tenemos ahora? Porque si analizamos las decisiones que Xbox ha tomado este año, y sus propias palabras, la competencia a PlayStation no es una de sus prioridades. Los precios, tanto de las consolas como de las suscripciones, han subido de una manera tan escandalosa que pareciera indicar que ya no les importa nada. No es una estrategia expansiva, sino asfixiante. Como aquel comerciante que busca sacarle el mayor partido al inventario que le queda antes de bajar la persiana y declararse en bancarrota. De verdad, desearía que la situación fuera diametralmente opuesta, pero, visto lo visto, me resulta imposible no ser pesimista.
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