Steve Jobs es, por méritos propios, una de las personalidades más influyentes de la historia de la humanidad. El fundador de Apple, también conocido por su impacto en la filantropía, es el protagonista de muchas historias rocambolescas con situaciones de lo más variopintas, como fue aquella curiosa decisión que le llevó a esconder su Porsche para cerrar un acuerdo de 20 millones de dólares. Sin embargo, pocas son tan representativas de lo que fue Jobs como la historia del primer empleado despedido por Apple… que ni siquiera formaba parte del equipo.
Como recogen los compañeros de Applesfera, esta es la historia de Michael Geary, uno de los perfiles más importantes de la industria tecnológica de Silicon Valley. En sus más de cuatro décadas de dilatada experiencia, Geary ha conseguido formar parte de compañías tan grandes como Microsoft, Google o Adobe. Sin embargo, su experiencia con Apple se limita a un paso fugaz en 1986 y, un par de años antes, una propuesta de trabajo que nunca llegó a concretarse por la falta de confianza de Steve Jobs.
Cumplió un reto de Steve Jobs y nunca se lo reveló
Cuando tuvo su primer contacto con Jobs, Geary se definía a sí mismo con “un hippie de aspecto desaliñado”, un calificativo que también utilizó para definir el aspecto físico del creador de Apple. Durante una charla, Jobs le señaló que buscaba un “desensamblador para el chip 6502”, una tarea para la que contó con Geary. Por desgracia, este nunca había trabajado con esas herramientas, razón por la que optó por escribir su propio programa desensamblador mediante emulación. Pero, antes de ponerse manos a la obra, Jobs contactó con él para acabar con el acuerdo de forma fulminante.
Tal y como detalle Geary, el creador de Apple dejó de contar con él ya que estaba especializado en mainframes y, para esta tarea, Jobs quería alguien especializado en microprocesadores. Sin embargo, Geary interpretó este revés como un reto y, después de hacer una prueba parcial de concepto, quiso visitar las oficinas de Apple para mostrarle su trabajo a Jobs. Para su desgracia, se topó con el famoso garaje en el que empezó la compañía, razón por la que pensó que Jobs y Steve Wozniak eran “unos pringados”.
Años después, Geary tuvo la oportunidad de charlar con Jobs después de cruzarse con él de forma fortuita. No obstante, este reveló que nunca le contó que consiguió completar su reto, una situación de la que hoy en día se arrepiente. De hecho, Geary afirma que coincidió con Jobs en un restaurante cuando este ya tenía un estado delicado de salud, razón por la que no quiso molestarle. Sin embargo, señala que, en el fondo de su mente, siempre lamentará “no haber hablado con él esa noche”.
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