Desde finales de 2022, OpenAI ha destacado por ser una de las empresas con mayor presencia e impacto en el sector tecnológico. La firma dirigida por Sam Altman, el CEO que volvió cuál ave fénix después de ser expulsado, es la encargada de ChatGPT, el bot conversacional basado en IA generativa más avanzado del mundo. Para entrenar a este, OpenAI se las ha ingeniado para que la herramienta tenga acceso a millones de escritos, textos, documentos y similares para nutrirse de forma constante. Y eso, por desgracia para sus intereses, podría pasarles facturas.
Recientemente, la propia OpenAI se vio sumergida en un litigio contra The New York Times después de que la publicación norteamericana señalase que ChatGPT se nutría de sus textos. Así, estos se encuentran protegidos por derechos de autor, razón por la que no se puede acceder a ellos de forma gratuita ni utilizarse con fines para los que no fueron confeccionados. Y, a tenor de dicho juicio y otra serie de acusaciones similares, OpenAI ha querido zanjar la polémica con una cita que ha creado aún más aristas: “es imposible hacer nuestro trabajo”.
Necesitan contenido protegido por derechos de autor
Así, como recoge Ars Technica en una reciente publicación, modelos como ChatGPT y Midjourney necesitan sesiones de entrenamiento con contenido protegido por derechos de autor. De hecho, la propia OpenAI asegura que esto es imprescindible, ya que de lo contrario tendrían que acudir a libros y dibujos de dominio público “creados hace más de un siglo”. En relación a esto, consideran que este tipo de creaciones “no satisfacen las necesidades de los ciudadanos de hoy”, y por ello afirman que lo más sensato es dejarles acceder al citado contenido.
Sin embargo, a pesar de la petición de OpenAI, la realidad es que esto no es tan sencillo como la compañía demanda. Aunque su intención sea nutrir de contenido a su bot conversacional para que este satisfaga las necesidades de los usuarios, lo cierto es que está llevando a cabo esta acción a través de contenido al que no tiene acceso legítimo. Por ello, la inteligencia artificial y los derechos de autor vuelven a vivir una particular batalla que, casi cada semana, termina enfrentando a empresas contra usuarios. Y, si no, que se lo digan a los aficionados de Magic que mostraron su descontento con las acciones de Wizards of the Coast.