La expansión de la pandemia y su respectivo confinamiento trajo consigo el auge de un fenómeno que, hace escasos años, gozó de su punto más álgido: el teletrabajo. Con la intención de que sus empleados cumpliesen las funciones que se les demandaban, muchas empresas del sector tecnológico optaron por permitir la posibilidad de trabajar desde casa. Por ello, las oficinas estaban vacías y las empresas han estado obligando a sus trabajadores a volver a sus puestos de trabajo, ya que de lo contrario estarían pagando auténticas millonadas por espacios que no utilizan.
Esta situación, en esencia, es lo que han seguido firmas de la talla de Google, Amazon y, más recientemente, Meta. La firma de Mark Zuckerberg, como contamos hace unas semanas, ha optado por vetar el teletrabajo e impulsar el regreso a las oficinas. Sin embargo, ello no ha evitado que Zuckerberg tenga que enfrentar las consecuencias del teletrabajo, un modelo laboral que gozó de mucha popularidad en 2020 y 2021. Y, por ese motivo, se ha visto obligado a pagar 172 millones de euros por una oficina que nunca utilizó.
Meta se deshace de un edificio de oficinas en Londres
Como recoge el portal Techspot en una reciente publicación, Meta decidió alquilar un inmueble londinense de ocho pisos en 2021. Sin embargo, dos años después, la firma norteamericana ni siquiera se llegó a instalar en el número 1 de Triton Square. Así, aspectos como el teletrabajo o el trabajo híbrido provocó que la mayoría de empleados acudiesen a un edificio de diez plantas cercano que la compañía ya poseía. Y, como tenían contrato hasta finales de la próxima década, llegaron a un acuerdo para rescindir el mismo a cambio de un pago millonario.
Cuando cerró el trato, Meta decidió alquilar este edificio hasta 2039, razón por la que el contrato tenía una validez de 18 años. Sin embargo, la firma de Mark Zuckerberg, a la vista de no haber utilizado estas oficinas en los últimos dos años, decidió que la mejor opción era prescindir del acuerdo. Por ello, accedió a realizar un pago de 172 millones de euros para rescindir el contrato unilateralmente. Y, según Matthew Saperia (un experto y analista inmobiliario), esta es una “cantidad asombrosa” que no ha visto pagar a ningún inquilino en los últimos 20 años por “un espacio que no ocupa”.