Llevaba tiempo desconectado de las explosivas acrobacias de la Familia Toretto y la Saga Fast & Furious, y el estreno de esta decimosegunda película de la saga (dos películas de la serie principal y dos spin-off, si no me falla la memoria) sigue apostando por los mismos ingredientes que han convertido la franquicia en el menú estrella del fast-food hollywoodiense. Bienvenidos a Fast X, por favor abróchense los cinturones y mantengan los brazos dentro del vehículo en todo momento.
Vin Diesel vuelve a meterse en la piel del aparentemente incombustible Dominic Toretto para liderar una película que no engaña a nadie: gente musculosa pegándose y coches explotando durante dos horas y media de metraje. Una película cuya narrativa, motivación y conocimiento de las leyes más básicas de de la física vuela en alas de la más absoluta despreocupación. Y os lo confieso, entre risa y risa, no he podido dejar de pensar que esta película es lo más parecido a ver jugar a un niño con sus cochecitos y muñecos de plástico. Cochecitos, muñecos y 340 millones de dólares de presupuesto, para ser más preciso. Si lo traducimos al mundo adulto, vendría a ser la síntesis visual del "¿que no puedo hacer qué? Sujétame el cubata?"
Fast X: Dando la vuelta de campaña en el más difícil todavía
Este tipo de películas, especialmente cuando son tan longevas, tienen un serio problema: lograr el más difícil todavía. Es algo que le pasa a todo este tipo de cine, desde John Wick a Misión: Imposible, cada película tiene que ser más espectacular que la anterior. Y Fast & Furious X lo tiene realmente complicado, porque resulta difícil tratar de superar lo que la saga ya ha ofrecido anteriormente en otras entregas. A ver, que en la anterior lanzaron un coche con dos tipos dentro al espacio para que se chocara contra un satélite, ¿qué puedes hacer más loco que eso?
Parece una batalla perdida, y es que Fast X tiene dos grandes problemas. El primero es que, aunque esta entrega no va corta ni de acción ni de espectáculo, dentro de las fantásticas reglas del universo Fast and Furious este tipo de momentos ven reducida su escala, y devuelven los momentos más emocionantes al asfalto puro y duro. Eso no quiere decir que las persecuciones no sean una auténtica locura. Son todo un derroche de imaginación, a decir verdad. Hay un auténtico esfuerzo intelectual de talla épica para tratar de imaginar una escena o secuencia que sea capaz de superar en espectacularidad a la anterior. ¡Y lo consigue! Pero no volveremos a ver nada tan osado como lo que ya hemos visto en anteriores entregas.
Solo la despreocupación de los protagonistas de la película por la seguridad de los viandantes y los conductores ajenos a la trama es superior al nivel de pirotécnia y goma quemada con el que se salda cada minuto del metraje. Ahí el bueno de Louis Leterrier, que lo mismo te dirige un capítulo de la serie de Cristal Oscuro que Furia de Titanes, se lo ha pasado "pipa" acumulando daños colaterales. Aquí las locuras más audaces dejan paso a una sucesión casi interminable de rostros conocidos de la serie Fast & Furious. Y eso nos lleva a un segundo problema que enfrenta la película, que es su propia continuidad.
Y es que si no has seguido de cerca la saga lo más seguro es que como espectador te sientas invitado a una fiesta en la conoces a nadie. Tampoco pasa nada, los buenos son buenos y los malos son malos, al final al que más y al que menos se le despacha con cuatro o cinco líneas de diálogo, tampoco es que haya detrás una mitología que lastre la experiencia para aquel que se haya equivocado al sacar la estradas y haya terminado viendo esta peli. La sucesión de reencuentros es tan rápida que casi no da tiempo a disfrutarla. Todos siguen el mismo esquema: aparición estelar, mirada intensa, un par de puñetazos, y nos vamos a gran velocidad a recoger al siguiente pasajero de este autocar emocional de la familia Toretto. No tiene mayor consecuencia, quien acude a ver estas películas lo hace por los puñetazos, las explosiones y los derrapes, no creo que se eche en falta un desarrollo de personalidades superior a las tres líneas de diálogo. Casi puede saber quiénes son los buenos y quiénes los malos por su corte de pelo.
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Hasta ese punto llega la caricatura, nada nuevo en la saga, todo hay que decirlo. Pero os prometo que hay momentos en los que me preguntaba si lo que estaba viendo se diferenciaba mucho de una película de Mel Brooks o de Javier Fesser. La película resulta terriblemente ridícula. Tonta hasta el sonrojo, pero en su afán por no tomarse en serio a sí misma, o al espectador, ofrece sus mejores momentos. Que los tiene. Porque en su pérdida de complejos es donde la película más se esfuerza por divertir, con el mismo empuje intelectual con el que divierte una montaña rusa, o los coches de choque.
La experiencia, al final, se reduce a eso: coches chocando, gente muy motivada y música de esas que salen en discos recopilatorios con la palabra "MIX" seguida de un número en el título- Pero no por "chandalera" o descerebrada resulta aburrida. Ni un instante. Fast X no te deja respirar, prácticamente. Pasamos de una secuencia a otra siempre con el pedal del acelerador pisado a fondo. Y de ahí a que cada persecución me pareciera tan aberrantemente loca y que no haya podido evitar divertirme. Porque también me divierto en los coches de choque, supongo. Todo se reduce a lo que vienes a buscar a esta película, e ir con las expectativas bajas de verdad que recompensa.
Fast X se estrena en España el 19 de mayo con ganas de reencontrarse con su fans, que llevan la friolera de 21 años fieles a la franquicia. Esta entrega es la primera parte de lo que se dibuja como un cierre argumental para los miembros más veteranos del "Clan Toretto". Y termina con un cliffhanger que estoy deseando resolver. Porque en definitiva es una película sincera, no engaña a nadie ni pretende ir de otra cosa. Lo agradezco, y además no ocultaré que durante todos estos años se ha creado un extraño vínculo entre el personaje de Vin Diesel y yo, lo confieso. Es una relación muy tóxica, he de decir, porque en el fondo lo que estoy deseando es que Vin Diesel suelte el volante de su Dodge Charger y regrese al papel de Riddick. Dejando eso a un lado, quiero saber qué pasa a continuación de Fast X, porque seguro que es absoluta y grotescamente espectacular. Es eso lo que pagas con el dinero de tu entrada, la desconexión más absoluta de toda realidad.
El Clan Toretto protagoniza una trepidante carrera contra el tedio y las leyes de la física en una nueva entrega de la serie Fast & Furious tratando de no repetirse en su bacanal del derrpate, el óxido nitroso, las miradas torvas y las frases lapidarias. Su apuesta por el espectáculo solo es comparable a su interés por divertir y su caricaturesca desmesura.
- Tan despreocupada como espectacular.
- No te vendrá mal repasar las películas anteriores.
- Cine creado para entretener, no para pensar.
- Si te sonrojas al verla es que lo has entendido.
- Es una película sincera, ni más ni menos que lo que se podría esperar.
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