Netflix ha estrenado recientemente Las guerreras K-pop (K-Pop Demon Hunters), una explosiva cinta de animación producida por Sony Pictures Animation que mezcla música pop, fantasía urbana y mucha acción con coreografías demoníacas incluidas. Su estilo visual no ha pasado desapercibido: una estética que abraza deliberadamente los defectos del stop-motion y la animación tradicional, como el frame skipping o la ausencia de motion blur, para reforzar su carácter "artesanal". Y sin embargo, este enfoque visual, cada vez más popular en la animación digital contemporánea, deja en segundo plano uno de los logros técnicos más importantes en la historia de los efectos visuales: el go motion, desarrollado por el legendario maestro de los efectos especiales Phil Tippett e Industrial Light & Magic para El Imperio Contraataca bajo la supervisión de George Lucas. Lo que en los años 80 supuso un salto de gigante en realismo animado, hoy se desecha como un rasgo estético demasiado "fluido".
El nacimiento del go motion: Phil Tippett y los AT-AT de Hoth
En 1980, Star Wars: El Imperio Contraataca no solo consolidó la saga galáctica como fenómeno cultural, también sentó cátedra en el campo de los efectos especiales. Fue ahí donde Phil Tippett, junto con Jon Berg y el equipo de ILM, se enfrentó a un desafío clave: cómo animar criaturas como los colosales caminantes mecánicos imperiales AT-AT o los tauntauns de forma más natural que el clásico stop-motion, que tiende a verse como una sucesión de fotos fijas temblorosas.
La solución fue revolucionaria. Mediante un sistema de motores, varillas y controles de movimiento establecidos por un ordenador, los modelos eran ligeramente movidos durante la exposición de cada fotograma. Hablamos de los años 80, cuando el uso de CGI para la industria cinematográfica era apenas un sueño, pero el resultado fue impresionante: un sutil desenfoque de movimiento, o motion blur, que otorgaba a cada plano un realismo inédito hasta entonces. Esta técnica recibió el nombre de go motion y fue refinada en producciones posteriores de ILM como Dragonslayer, Howard El Pato y Willow.
Mad Dreams and Monsters: The Art of Phil Tippett
Tippett invirtió meses de pruebas, construcción de armazones articulados, programación de motores paso a paso y ajustes fotográficos para conseguir que los movimientos no solo se vieran creíbles, sino orgánicos. Como él mismo explica en Mad Dreams and Monsters: The Art of Phil Tippett, fue un infierno técnico, pero absolutamente necesario. Sin motion blur, los tauntauns parecían recortables en una maqueta. Con el go motio, de pronto, estaban allí y eran reales.
Las guerreras K-pop
Cuando lo imperfecto se convierte en virtud
Saltemos a 2025. Las guerreras K-pop, con su explosiva dirección artística digital, apuesta por justo lo contrario: saltarse cuadros, forzar saltos visuales y renunciar recurrentemente a cualquier tipo de desenfoque. Las persecuciones, peleas y coreografías están renderizadas digitalmente, pero imitan las imperfecciones del stop-motion como si fueran un sello de autor. Lo que antes era una limitación técnica es ahora un recurso estético.
Lo que antes era una limitación técnica es ahora un recurso estético
Y no están solas. En los últimos años hemos visto cómo el cine de animación se ha volcado en una tendencia estética donde lo artesanal se convierte en estilización consciente. Producciones como Spider-Man: Un nuevo universo (2018), Los Mitchell contra las máquinas (2021), Ninja Turtles: Caos mutante (2023) o incluso episodios de ese gran escaparate técnico que es Love, Death + Robots han elevado el uso del frame skipping a categoría de estilo visual.
Lo que antes eran limitaciones físicas del medio, saltos de movimiento, trazos irregulares, ausencia de desenfoque, ahora son herramientas narrativas para dar carácter, identidad y "textura" visual. Y aunque estas decisiones no responden a limitaciones técnicas, el CGI actual permite niveles casi infinitos de realismo y fluidez en los movimientos, eligen conscientemente romper esa ilusión. Prefieren mostrarse como "hechos a mano", aunque estén minuciosamente renderizados en GPU. Y es que a veces la naturalidad está en lo faliblemente humano, no es la impecable imitación de la realidad.
Kubo y las dos cuerdas mágicas
LAIKA Studios: artesanía digital sin sacrificar la fluidez
En este panorama donde lo imperfecto es bello, hay quienes siguen apostando por el equilibrio entre técnica y arte. Es el caso de LAIKA Studios, referente absoluto del stop-motion contemporáneo y bastión de la animación artesanal hecha con más amor que con precisión quirúrgica. Desde Coraline hasta Kubo y las dos cuerdas mágicas, LAIKA ha sabido incorporar herramientas digitales para limpiar imperfecciones sin sacrificar la belleza de su trabajo manual.
Cada muñeco, decorado y fotograma capturado por LAIKA lleva consigo la herencia directa del go motion: movimientos suaves, iluminación realista y, sobre todo, respeto absoluto por el motion blur como parte inseparable del movimiento natural, aunque se trate de animación compuesta fotograma a fotograma. No se trata solo de que las cosas se muevan, sino de que resulten creíbles. Esa era la esencia del trabajo de Tippett y de ILM, y es también la filosofía que LAIKA lleva por bandera.
El arte de animar menos para contar más
Lo paradójico es que el cine de animación actual ha hecho suya justo la bandera del bando contrario contrario. La omisión de fotogramas no es una limitación, sino una elección artística. En Spider-Man:Cruzando el Multiverso, por ejemplo, se animó a 12 fotogramas por segundo en ciertas secuencias para marcar el contraste entre universos o enfatizar la evolución de personajes como Miles Morales. Los Mitchell contra las máquinas apostó por una estética ilustrada, como si cada plano saliera de un cuaderno garabateado. Y en Caos mutante, las tortugas ninja se mueven con el ritmo desacompasado de adolescentes con prisas, entre trazos rudos y cuadros de animación omitidos que refuerzan su estilo. El resultado, en cualquier caso, es tremendamente atractivo, eso es innegable y demuestra que hay una intencionalidad clara: provocar, emocionar, destacar, dinamizar.
Spider-Man:Cruzando el Multiverso
El dilema: ¿volver al pasado o inventar uno nuevo?
El fenómeno no es nuevo, pero sí se ha consolidado. El cine de animación ha dejado de aspirar al fotorrealismo como meta para abrazar la estilización y la ruptura como identidad. Y es que una vez alcanzado el "Valle Inquietante", un fenómeno perceptivo que ocurre cuando una representación visual alcanza un alto nivel de realismo pero sin llegar a ser completamente humana, provocando en el espectador una sensación de incomodidad o rechazo, lo más efectivo es dar un paso atrás.
Para muchos cineastas, este "retroceso técnico" es, en realidad, un avance artístico
Pero en ese camino también ha decidido ignorar, a veces deliberadamente, técnicas como el go motion, que ofrecían una solución elegante al mayor problema del stop-motion: su rigidez. Y ese es un problema al que el cine de animación no ha tenido que hacer frente durante demasiado tiempo. Explicado de manera muy resumida, en el campo de la animación tradicional, con dibujos hechos a mano, porque los artistas suplían con recursos de time spacing, intercalando fotogramas que imitaban la deformación propia de la percepción del movimiento. En la animación digital porque en muy pocos años se lograron transiciones realistas entre los fotogramas clave, sin tener que recurrir a técnicas complicadas como la captura de movimiento con actores para lograr animaciones realistas y fluidas.
¿Estamos entonces regresando al pasado? ¿O reinventando un lenguaje visual nuevo? En realidad el nuevo cine de animación recurre a todas estas técnicas y saca partido de lo que cada una de ellas tiene que ofrecer, priorizando la facilidad de lectura narrativa y la estética a lo que hasta hace muy poco se consideraba un estándar de calidad. Para muchos cineastas, este "retroceso técnico" es, en realidad, un avance artístico.
Phil Tippett durante el rodaje de miniaturas para El Imperio Contraataca
Phil Tippett, que recientemente ha trabajado en The Mandalorian y en la premiada Mad God, es testigo directo de este cambio de paradigma. En una entrevista reciente sobre su colaboración en Poker Face, reconocía el desgaste psicológico y creativo que conlleva trabajar al límite de la artesanía, pero también la belleza de construir imágenes que respiran. Para Tippett, el movimiento tiene alma. Y el proceso artístico de imitar la naturaleza, por mínimo que sea, es parte de esa alma.
El frame skipping se ha convertido en una seña de identidad para una generación de animadores que quiere romper moldes. Pero en el proceso, también están dejando atrás una de las mejores ideas técnicas que George Lucas impulsó desde Lucasfilm. Las guerreras K-pop es vibrante, poderosa, llamativa. Pero también es un síntoma claro de hacia dónde se dirige el cine de animación digital: hacia un terreno donde la imperfección ya no es un problema, sino una estética. Donde los logros del pasado, en ocasiones reliquias e un proceso técnico siempre en evolución, resultan un lastre para los creadores. Claro, no es lo mismo animar algo que debe ser integrado en una película de acción real, donde los efectos deben integrarse algo que el espectador reconoce como real, que el cine de animación, donde los recursos estéticos se priorizan para potenciar la narrativa valiéndose de la suspensión de credibilidad propia del género: un dibujo animado es un dibujo animado, y las leyes de la física en su mundo son completamente diferentes a las nuestras, ¿verdad, Roger Rabbit?
Y eso nos deja con una pregunta final: ¿qué valor tiene la perfección cuando lo imperfecto emociona más? Tal vez no se trate de elegir entre técnica y estilo, sino de recordar que ambas pueden coexistir y que lo importante es contar historias que emocionen y sorprendan. Ahora, mi pregunta es, ¿si todo el mudo anima ahora igual, cuál será la siguiente moda estética a imitar hasta la saciedad?
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