Devolver el colorido a una ciudad decadente y controlada por unos acosadores con malas intenciones. El argumento antibullying de lo nuevo del estudio Pixelopus era digno de ser seguido, aunque su propuesta jugable no me ha acabado de convencer del todo por un ritmo monótono y una ejecución que podría haber aspirado a más. Os lo contamos en nuestro análisis de Concrete Genie para PS4.
A pesar de resultar interesante, me habría gustado tener que decir mejores cosas de un videojuego que tiene como temática algo tan problemático y digno de reflexión como es el bullying. La trama de Concrete Genie no es mala, pero tampoco convence del todo; y sus mecánicas de juego prometen sobre el papel, aunque se quedan a medio camino una vez ejecutadas. La obra de la californiana Pixelopus (compañía in-house de Sony) podía haberlo bordado, y se notan sus ganas para hacerlo, pero mi mejor conclusión es que todo se queda en una bonita historia de amistad, colorido y atractivas ideas... que tampoco está tan mal.
Todo comienza en la ciudad pesquera de Denska, tratando de devolver la vida a un escenario castigado por la contaminación. Lo haces con un pincel mágico y la ayuda de unos genios que, poco a poco, se convierten en ese pequeño pero agradable refugio que de alguna manera te mantiene a flote con respecto a los niños acosadores que te persiguen.
Hay algo de sigilo, de tratar de huir de esos matones mientras devuelves el color al poblado, pero también de acción combativa hacia la recta final de la aventura. A veces es entretenido, pero otras parece un batiburrillo de conceptos sin demasiado sentido. Quiere ser un mundo de exploración abierto, pero sus objetivos son monótonos. Quiere tener algo de acción, pero sus mecánicas de combate resultan simples y poco estimulantes. Quiere resultar pictórico, y aunque a veces resulte visualmente impactante, la tarea de colorear el entorno es bastante guiada, y a la larga un pelín aburrida.
Concrete Genie, ciudad de genios
Narrativamente no es un juego que funcione mal, pero tampoco deslumbra. El tema del acoso adolescente ha sido tratado en todos los medios posibles y de mil formas. Tal vez esperaba que Concrete Genie hiciera las cosas de otra manera, que se saliera por la tangente, pero al final todo queda en la típica historia de un joven que es ayudado por unos fantásticos seres (genios) que salen de su creatividad artística. No está mal, y a nivel de metáfora funciona, pero no esperéis nada que no hayáis visto. Todo es bastante previsible, con cierto regusto a película de animación para toda la familia.
Sin embargo, la trama es lo de menos. Lo más importante en el juego es pintar las calles de Denska, sumergidas en una inquietante oscuridad. La promoción del videojuego nos decía que usaríamos el poder de la imaginación para transformar la ciudad, pero el alcance de la propuesta es limitado. Los genios, unos simpáticos seres que rescatamos mientras avanzamos a través de varias áreas, nos van diciendo qué pintar y dónde hacerlo para seguir adelante en la partida.
Aunque funciona, la dinámica no es estimulante en el largo plazo, porque al final el juego se basa en seguir instrucciones, salvo en un par de ocasiones en que un puzle más o menos elaborado nos pone en apuros. Hay algún momento de brillantez en el conjunto, pero luego te das cuenta de que no hay ningún aspecto en que el juego adquiera brillantez. La exploración está encorsetada, el plataformeo es poco preciso y los combates resultan simplones.
Sus mecánicas de combate resultan simples y poco estimulantes
Y es curioso… porque la mayor parte del periplo está muy apoyada en pintar. Sólo hacia el final aparecen unas mecánicas combativas que no me acabo de explicar por qué no han estado más repartidas, puesto que hubieran dado algo de variedad a la jugabilidad. Extraña decisión de diseño que se complementa con el hecho de que pintar libremente la ciudad no sirve nada más que como disfrute personal. No hay ningún sistema de puntos o recompensas que nos incentive a usar el pincel más allá de donde nos indiquen los genios.
Todo está bastante predefinido. En realidad, dibujamos elementos prediseñados de un catálogo que vamos ampliando a medida que recuperamos hojas de nuestro cuaderno de dibujo (el cual nos destrozaron los niños matones al comienzo de la aventura). Aquí he de decir que los giroscopios del DualShock 4 funcionan a la perfección, aunque la libertad creativa está limitada a establecer las dimensiones de lo que vamos a pintar en las paredes, puesto que aquí también todo está sorprendentemente guiado.
Concrete Genie tiene un modo libre, e incluso una vez acabada la historia puedes seguir tu periplo en la búsqueda de más coleccionables. Sin embargo, no me he sentido con ganas de continuar. De hecho, me ha costado llegar hasta el final de un juego que a pesar de sus 5-6 horas, tampoco creo que diese para mucho más tal y como está planteado. Tal vez puedas recrearte con su modo foto, que no está nada mal, o con la experiencia VR en el caso de que poseas las gafas de realidad virtual de Sony.
¿Lo mejor del juego? Sin duda, sus efectos visuales. Si por algo merece la pena colorearlo todo es por ver las estelas que va dejando nuestro pincel mágico. El desfile FX es la faceta más positiva y elaborada de un apartado visual no especialmente ambicioso, pero sí bien ejecutado a nivel artístico. Resultan curiosas, por ejemplo, las animaciones faciales de los protagonistas durante las secuencias, que por cierto están en completo español -sí, también voces- gracias a una localización muy cuidada, tal y como nos tiene acostumbrados Sony.
Brilla más por sus valores audiovisuales que jugables
La música es el otro elemento más destacado de Concrete Genie, algo que nos hace concluir que el juego brilla más por sus valores audiovisuales que jugables. El compositor Sam Marshall (Entwined) impregna de cierta melancolía, tristeza, pero también esperanza a unos temas que acompañan con calidad a nuestra progresión en el título. Uno que por desgracia no está a la altura por cuestiones de concepto y materialización, pero que podría resultarte interesante si tienes en consideración los importantes aspectos en que no acaba de convencer.
Concrete Genie presenta una llamativa propuesta, basada en impregnar de colorido una ciudad en decadencia, con la temática del bullying como telón de fondo. Sus intenciones son excelentes, pero su ejecución es algo regular, con elementos de exploración, pintura y combates que no terminan de despegar en un avance guiado, monótono y sin apenas desafío. Una aventura corta pero con un bonito mensaje en el catálogo de PS4, que resulta especialmente destacable por su genuino apartado audiovisual.
- Los efectos visuales son una delicia, lo mejor del juego
- Buena calidad en la banda sonora, ambientando correctamente la aventura
- El planteamiento narrativo, con una bonita metáfora y la denuncia del bullying
- Dinámica de uso de pincel mágico predefinida y muy guiada
- La mecánica de combate es simple y tosca
- Escasa variedad jugable, sin apenas desafío
