Fin del trayecto. Nació en noviembre de 2019 y morirá en enero de 2023… poco más de tres años de vida para un proyecto ilusionante, ambicioso, pero que no ha contado con videojuegos atractivos, un marketing acorde ni las decisiones más acertadas. Estas son las razones por las que Google dejará de soñar con Stadia.
Lo de Stadia era la crónica de una muerte anunciada. Ilusionaba mucho en sus comienzos: jugar sin consola y hacerlo en cualquier lugar, simplemente con una pantalla y una conexión a Internet. Lo cierto es que ahí no se engañó a nadie, y hay que reconocer a Google el mérito de usar una tecnología puntera, que funciona bien y es capaz de ejecutar juegos exigentes de una manera decente. En cierto sentido, contribuyó a acelerar la transición al juego en la nube. Sin embargo, el fracaso de su plataforma ha sido evidente y estrepitoso: la compañía estadounidense ya ha confirmado que el servicio cerrará el 18 de enero de 2023, con la promesa de devolver el dinero a aquellos que adquirieron juegos o hardware.
Es un duro golpe para la propia compañía, que ha reconocido que Stadia no estaba obteniendo los resultados esperados. Lo habréis podido comprobar en los meses gratuitos que regalaba la compañía, ya casi a la desesperada para obtener más usuarios. Atrás queda el sueño de haber competido con PlayStation, Xbox o Nintendo, y es que otra vez se ha demostrado que la industria del videojuego es muy difícil, incluso para un gigante como es Google. ¿Pero cuáles son las razones de este fracaso? ¿Es algo que podría haberse evitado? Aquí os expongo tres de los motivos por los que el prometedor servicio de streaming no ha conseguido salir adelante.
Un catálogo sin gancho
Lo más importante de cualquier plataforma son los videojuegos. Da igual que se trate de una consola como las de toda la vida o de un servicio por streaming como ha sido el caso de Stadia. Si no hay juegos que marquen la diferencia, una plataforma no tiene futuro. Y eso es lo que le ha ocurrido a Google, que no se ha preocupado lo suficiente en tener exclusivos que marquen la diferencia con respecto a la competencia. Hubo algún juego pensado específicamente para la plataforma, como fue el caso de Gylt, Get Packed, Super Bomberman R Online o Submerged: Hidden Depths o Lost Words: Beyond the Page. Juegos interesantes, pero que de por sí no tienen el potencial para convencer a millones de jugadores.
Por supuesto, Stadia presumió de ejecutar juegos como Cyberpunk 2077, y hacerlo de una forma bastante elogiable. No obstante, tener como mayor ventaja jugar a títulos "third-party" en la nube, cuando Xbox y PlayStation estaban poniendo en marcha ya su propio servicio de streaming, se acabaría convirtiendo en una sentencia de muerte para el gigante de Mountain View. Y eso por no hablar de servicio de suscripción Stadia Pro, bastante inferior con respecto a la competencia.
Una campaña de marketing desastrosa
La estrategia empresarial de Stadia se podía ver desde muy lejos que estaba siendo un absoluto desastre
La estrategia empresarial de Stadia se podía ver desde muy lejos, por cualquiera de nosotros, que estaba siendo un absoluto desastre. Y con esto me refiero en particular a la campaña de marketing, si es que se le podía llamar así. Ya resultaba extraño que la presentación de la plataforma de streaming tuviera lugar en un GDC (Game Developer Conference), que es un lugar ideal para entablar contacto con desarrolladores interesados en tu plataforma (como fue el caso de Ubisoft), pero no para conectar con tus futuros usuarios. Hubiese estado bien si después se hubiese promocionado la plataforma asistiendo con fuerza a grandes eventos como el E3, o construyendo una comunidad en torno a transmisiones periódicas (solo se hizo un Stadia Connect).
El servicio de Google era conocido por el público más entendido en el mundo de los videojuegos, pero no por el grueso de la población. Y es una auténtica lástima, porque se trata de una tecnología con enorme potencial y fácil de explicar: jugar sin consola. Sin embargo, no existió un mensaje comercial claro, un target específico, ni tampoco se vislumbraba una estrategia clara. Un desastre.
Un cúmulo de desacertadas decisiones
Estoy seguro de que Google invirtió mucho dinero en la tecnología de Stadia, que por cierto seguirá usándose en el futuro, aunque a partir de ahora como servicio a terceros. No obstante, la compañía californiana ha tenido poca suerte a la hora de realizar sus fichajes. Phil Harrison es uno de los personajes más reconocidos del sector, pero también con uno de los historiales más negros en lo que se refiere a las compañías con que ha trabajado. Jade Raymond, contratada para dirigir Stadia Games and Entertainment, dejó su cargo en menos de dos años, sin haber lanzado ningún juego para la plataforma. El historial reciente de Raymond no era el mejor, sin resultados desde su brillante etapa en Ubisoft.
Creo que ambos fichajes eran ilusionantes, y podrían haber funcionado, pero no sin un rumbo claro, ni una persona arriba que tomara las decisiones correctas. Tal vez a Google le ha faltado comprar algún estudio, como ha hecho Xbox, y no despilfarrar el dinero como se ha hecho. Visto desde fuera, da la sensación de que no se ha confiado lo suficiente en la plataforma, ni tampoco arriesgado lo suficiente… y así no se puede triunfar en un mundo tan competitivo y difícil como es el de la industria del videojuego.