Es posible que todo esté inventado en el mundo de los videojuegos, pero no todo está hibridado. La última locura del estudio Brainwash Gang, que sorprende a cada juego por propuestas arriesgadas como The Longest Road On Earth o el reciente Friends vs. Friends, abre el género del metroidvania a una nueva mezcla que recoge mecánicas parecidas al control de la moto de un Trials en el que solo podemos disparar en el aire y recargar nuestras balas o poderes haciendo trucos. El nombre de "motorvania" le viene ni que pintado. La idea es buena. Tanto, que sorprende que no se haya pensado antes en ella.
He podido jugar las primeras horas y, en el fondo, me alegro de que no se haya ideado antes. Porque Brainwash es el estudio perfecto para ejecutarla. Su estilo artístico me recuerda a su Nongünz llevado a la alta resolución y las melodías de Beícoli que ya pude disfrutar en The Longest Road On Earth bañan a los escenarios de una melancolía singular. De un mundo devastado, quizá mutado, donde solo queda polvo y huesos.
Ahora, presta atención porque el juego te regala su diseño visual y sonoro y nada más. Laika: Aged Through Blood es exigente. Posee una relación entre riesgo y recompensa que corta como una navaja. Una bala es todo lo que necesita un enemigo para devolverte al punto de control, mientras que tú necesitarás hacer verdaderos malabares para acabar con ellos. Tu moto no es solo tu medio de transporte. Es tu escudo. Si la posicionas frente a tu enemigo, parará la bala (a no ser que tenga un lanzacohetes). Tú, en cambio, tienes que apuntar con precisión, en cámara lenta, eso sí, para acabar con todas tus amenazas.
El problema es que tus balas tienen que ser recargadas y empiezas el juego con solo dos disparos. Cada vez que quieras recargar tienes que hacer un backflip antes de volver a la acción. Imagina entonces la situaciones de tensión que se producen cuando hay más de dos enemigos en pantalla. Sí, esto significa que en Laika morirás mucho. También significa que no te importará en absoluto. Los puntos de control son rápidos, como un Ori endiablado, te premia y te castiga hasta que tus dedos se hagan con el control. Cuando por fin lo haces, todo fluye y tus enemigos mueren de formas espectaculares, entre ríos y ríos de sangre, para quedarte con sus vísceras que son la moneda de cambio del juego.
El otro poder, porque tenía que estar, es una especie de parry. Si te quedas sin balas, siempre puedes devolver la del enemigo. Para ello, si pulsas el botón de cambio de dirección, la moto hará una especie de derrape y, como una raqueta de tenis, mandará la bala a su origen. Es aún más arriesgado y además requiere hacer un frontflip para recargar la habilidad, pero merece la pena. ¿Quieres más munición? Vas a tener que ganártela, recopilando vísceras y materiales para aumentar tus sacos y también para conseguir nuevas armas como la escopeta o la ballesta. Aquí entra el juego las mecánicas de recopilación de recursos en las que tendremos que explorar las diferentes zonas para conseguir huesos, madera y demás materiales con las que mejorar el equipo de Laika.
Un desierto de polvo y sangre
Antes he mencionado que la estructura de Laika es como un metroidvania, pero lo cierto es que recuerda más a esa escisión en el género llamada Hollow Knight. Hay mucho de la obra de Team Cherry en su estructura, en la forma de perder parte de tus preciadas vísceras, apostar por menos enemigos, pero que causan más problemas y sobre todo en la navegación. Sus mapas son completamente mudos, sin marcar la posición del jugador en él y teniendo que buscar al cartógrafo para extenderlo.
Laika no te ayuda tampoco en esto. La lista de objetivos te señala las zonas a las que tienes que dirigirte como puntos calientes, con nombres tan sugerentes como "Donde descansan nuestros ancestros", "De donde vienen los pájaros" o "Donde la tierra sangra". Pero nunca vas a ver un punto concreto en el mapa. Tienes que empaparte de este mapa, que parece un hormiguero visto desde el cristal, para conocerlo a fondo.
Todavía me queda por ver la importancia de la historia de Laika. Su premisa es simple: una madre coyote y su tribu luchan por sobrevivir en este post-apocalíptico desierto ante la amenaza de la facción de los pájaros, que se están haciendo con el control de todas las tierras a su paso. Laika es otro juego que abraza la justificación de la muerte y resurrección, ya que nuestra protagonista siempre vuelve a la vida debido a una herencia familiar. Habrá que ver cómo evoluciona, pero Brainwash se ha preocupado de que haya suficiente material narrativo siempre que volvemos al poblado, además de ofrecer varias misiones secundarias para sacar más partido a cada zona del mapa y mejorar nuestro equipamiento.
La primera toma de contacto con Laika ha sido sorprendente. Se notaba desde el papel que era una buena idea, pero ha sido ejecutada con estilo y no era fácil. Cada mapa sabe sacar partido a todas sus mecánicas a través de enfrentamientos ajustados, zonas en las que resolver pequeños puzles para poder seguir avanzando, lugares en los que ir rápido con la moto, en los que ir con cuidado y varios jefes finales que van a poner a prueba todo lo aprendido. Si todo sigue así, será una nueva sorpresa que añadir al 2023.
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