China y Rusia han encontrado el punto débil de los "frikis" de Silicon Valley: las mujeres y el "sex warfare"

La guerra tecnológica lleva a los hackers a utilizar artimañas de todo tipo con la intención de salirse con la suya. Un ejemplo de ello es el historial delictivo de Corea del Norte, el país asiático que ha conseguido colarse en empresas estadounidenses o estar detrás de los robos de criptomonedas más importantes de la historia. Ahora, la historia no se centra en ellos, sino en la curiosa táctica que están empleando tanto China como Rusia para engañar a los genios de Silicon Valley.

Gracias a una nueva forma de ataque conocida como "sex warfare", espías de ambos países están utilizando tácticas de seducción para obtener secretos tecnológicos de ingenieros y empresarios de Silicon Valley. Al parecer, según relatan varios informes de inteligencia estadounidense, mujeres jóvenes, atractivas y con perfiles profesionales falsos en LinkedIn contactan con expertos tecnológicos para ganarse su confianza y, tras ello, acceder a información sensible de empresas clave.

James Mulvenon, experto en contrainteligencia, reveló que ha sido objeto de múltiples intentos de infiltración mediante seducción. Además, señaló que el fenómeno se ha intensificado en los últimos meses, pero hizo una puntualización: a diferencia de China o Rusia, Estados Unidos no utiliza este tipo de maniobras. Por ello, cree que cuentan con una "ventaja asimétrica" en el campo del espionaje internacional.

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Las diferencias entre Estados Unidos, China y Rusia

A diferencia de los norteamericanos, los agentes rusos y chinos utilizan a civiles relacionados con campos como la inversión, el análisis o el estudio académico en lugar de espías tradicionales. De esta forma, consiguen dificultar la detección de operaciones de inteligencia encubiertas. Como consecuencia de ello, existen casos como el de una mujer rusa que se casó con un ingeniero aeroespacial estadounidense para infiltrarse en proyectos de defensa y tecnología espacial avanzada.

Según la estimación de entidades gubernamentales, el robo de secretos industriales cuesta a los contribuyentes estadounidenses alrededor de 600.000 millones de euros anuales. China, según la Comisión sobre el Robo de Propiedad Intelectual, es la principal responsable de este tipo de maniobras, pero otros países como Rusia también se encuentran detrás de estas iniciativas. Como ejemplo, podríamos citar el caso de un ciudadano chino que intentó vender secretos de Tesla a agentes encubiertos por 14 millones de euros en 2023.

Sorprendentemente, la seducción no es la única táctica que emplea China para acceder a los secretos estadounidenses. Desde hace años, el país asiático apuesta por recompensas económicas para las empresas más prometedoras, ya que organiza competiciones internacionales de startups que obligan a los ganadores a trasladar su propiedad intelectual al país. Ello, sumado a que EE.UU. ha detectado vínculos financieros entre empresas tecnológicas financiadas por el Pentágono y capital chino, han limitado la inversión nacional en proyectos estratégicos.

Imagen principal hecha con inteligencia artificial (3DJuegos)

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