Es curioso que tantas películas hayan intentado emular a Star Wars, más o menos, y hayan acabado naufragando a la primera de cambio. El caso más evidente es la reciente Rebel Moon de Zack Snyder y Netflix, que, a pesar de presentar suficientes ingredientes en su mundo para enganchar a cientos de miles de espectadores, mostró tantos problemas narrativos que no pudo convencer a la audiencia. Años atrás, también tuvimos el caso de las Wachowski con El Destino de Júpiter con fallos no muy distintos, y poco antes llegó, quizás, el fracaso más injusto de todos los mencionados: Las Crónicas de Riddick.
Desarrollada y estrenada en 2004, Vin Diesel y el director David Twohy (¡Han llegado!) convirtieron lo que había sido una simple historia de terror y supervivencia, al estilo de Aliens, en Pitch Black, una gran epopeya de fantasía y ciencia ficción que bien podría compararse con Dune. Aunque la intención del también protagonista de Fast & Furious muy posiblemente fuera crear un universo más parecido a Dragones y Mazmorras; no en el sentido de estar inspirado por el lore del juego de rol, sino de usar los mismos elementos narrativos y arquetipos de personajes que han hecho de D&D un pilar de la cultura geek. Al fin y al cabo, el actor nunca ha ocultado su pasión por la propiedad de Wizards of the Coast.
Solo era la primera entrega de una nueva trilogía
Las Crónicas de Riddick se presentaba así como una space opera que aspiraba a ser la primera entrega de una trilogía cinematográfica de gran envergadura, al estilo de El Señor de los Anillos, en la que Pitch Black era El Hobbit. La idea era zambullernos en la mitología de los Necróferos, una civilización teocrática y militarista que viaja por el universo convirtiendo o aniquilando mundos, y presentar a Vin Diesel como un antihéroe con un papel mesiánico, al estilo de Paul Atreides en Dune, interpretando al último de su clase. Su ambición era colosal y, como tal, tuvo un presupuesto acorde, cerca de 120 millones de dólares, lo que multiplicaba por cuatro el coste de la producción anterior, de 23 millones.
Las Crónicas de Riddick.
Esto complicó sus probabilidades de éxito: ya no podía ser una cinta de nicho. Si bien Las Crónicas de Riddick apostó por un tono más masivo en su historia, alejándose del terror de Pitch Black, la cinta no consiguió despegar en audiencia y tuvo que hacer frente a críticas demoledoras de la prensa de la época, que la tachó de ser una obra excesivamente densa y difícil de seguir por todos los elementos que introducía. Solo tuvo un 29% en Rotten Tomatoes, lo cual me parece bastante injusto, y la peli acabó su recorrido en cines con poco más de 115 millones de dólares (algunas fuentes incluso rebajan esta cantidad).
Para salvar la IP, tuvieron que hacer algo pequeño
No voy a dedicar este texto a defender por qué Las Crónicas se mereció más aprecio por parte de todos nosotros; a mí me pareció una epopeya visualmente muy atractiva que no traicionaba el espíritu de la primera entrega, sino que la introducía en un contexto más amplio, pero sí voy a escribir unas líneas sobre por qué su fracaso nos privó de ver algo mucho más grande. Sí, la película tuvo una tercera entrega, pero lo que vimos fue un regreso a lo básico, casi un remake de Pitch Black, y no una secuela de la segunda película. Y es que, como decía antes, Las Crónicas de Riddick iba a ser algo grande.
Como seguramente recordáis, y si no, perdonad el spoiler, la superproducción de 2004 termina con Riddick convirtiéndose en el nuevo Lord Mariscal de los Necróferos, lo que prometía una historia en cierto punto continuista para su secuela. Sin embargo, al comienzo de Riddick se nos cuenta cómo esto solo había servido para que acabara traicionado y abandonado en un planeta distante. La excusa perfecta para volver a darnos una historia de terror y supervivencia de hombre contra naturaleza y criaturas poco agradables, en la que un grupo de cazarrecompensas descubriría qué pasa cuando intentas atrapar al furiano.
"Si no termináramos la película, me quedaría sin hogar", Vin Diesel
Esta Riddick no gustó demasiado a los fans y fue vista como un paso atrás, pero lo interesante de ella es la historia que esconde detrás y que demuestra el enorme cariño que Vin Diesel tiene por los proyectos en los que se involucra, aunque a veces peque de tener bastante ego. Así, para garantizarse los derechos cinematográficos de la película tuvo que acordar con Universal protagonizar un cameo en The Fast and the Furious: Tokyo Drift, del que ya hemos hablado en las páginas de la revista, pero también tuvo que hipotecar su casa, lo que, si la producción fallaba, habría significado que acabara en la calle. Bueno, buscándose otro sitio donde dormir (A todo gas ya le estaba dando mucha money).
Riddick 3,
No fue así, y Riddick, a pesar de algún contratiempo y con 38 millones de dólares de presupuesto, llegó a los cines en 2013, recaudando 100 millones de dólares y posibilitando que la saga no terminara definitivamente enterrada y que ahora, 15 años después, estemos a la puerta de ver una cuarta entrega en la que, por la trama que nos han contado, parece que se retomarán elementos de esa secuela de Las Crónicas de Riddick que nunca vimos y que habría llevado al protagonista a encontrar su planeta natal, Furya. Por ahora no hay muchos más detalles de Riddick: Furya, pero podemos esperar grandes amenazas.
Si esta película, ahora en la era del streaming, triunfa, podemos esperar un regreso a la ambición desmedida de su segunda entrega. Tenemos así una nueva oportunidad con una de las sagas de acción y ciencia ficción de culto más interesantes del siglo XXI, una que además dio el salto a los videojuegos con bastante buena nota. Quién sabe si, aprovechando el regreso a los cines, la franquicia nos sorprende con algún nuevo título en PC y consolas. Toca esperar al estreno de Riddick: Furya, previsto para este próximo año.
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