Hoy en día, resulta muy difícil alejarse de los juicios valorativos que se hacen por Internet. Son sentencias que condenan toda clase de sucesos y que algunas veces consiguen influir en el resto de usuarios. Separarse de esa corriente suele requerir un ejercicio de reflexión, que es exactamente lo que me ha pasado después de salir de ver Borderlands y encontrar toda clase de valoraciones negativas en torno a la película de Eli Roth. No, Borderlands no es la mejor película de acción que he visto, tampoco la mejor adaptación de un videojuego a la gran pantalla y, desde luego, no es una cinta inolvidable por su narrativa. Pero funciona.
Una adaptación alejada de los videojuegos
Borderlands ofrece una visión condensada y alternativa del universo de los juegos. Y digo alternativa por ciertas licencias que se dan en torno al lore de Borderlands. Pero la esencia de estos ha sido plasmada con devoción y durante los primeros minutos de la cinta se esfuerza por demostrar que es así. Visualmente construye un mundo que te transporta automáticamente a la esencia de Borderlands, pero con la sutileza de no resultar una representación demasiado teatralizada y poco creíble de un mundo que destaca por un etalonaje saturado y con grandes toques de fantasía y ciencia ficción. Un acierto que, en cierta medida, recuerda a la capacidad de la serie live-action de One Piece por trasladar un mundo que parecía imposible de plasmar en la vida real.
Lo mismo sucede con el casting que da vida a los personajes de Borderlands. Cate Blantchett es una Lilith más que a la altura, tanto en caracterización como a nivel interpretativo, y sería mentir decir que no es la que se carga con la película a sus espaldas. Pero también otros personajes como Tina o Claptrap consiguen levantar una cinta que no brilla especialmente por tener una narrativa compleja. Eso sí, el robot consigue ser ácido y mordaz a cada palabra que suelta.
En inglés es Jack Black el encargado de prestar su voz para ello, así que ya podéis imaginar cómo de intenso puede llegar a ser. En el doblaje al castellano, su voz resulta menos reconocible, pero se compensa con una amalgama de palabras malsonantes que en su versión original no existen. Además, el trabajo de localización ha sido un acierto y, gracias a la inclusión de referencias locales, el público conecta mucho del alivio cómico de la cinta.
Sin embargo, la narrativa es el punto que menos me ha convencido. Si bien Roth se esfuerza por crear un mundo consistente, el planteamiento de la historia se ha visto millones de veces con anterioridad: una misión de rescate que acaba por crear un grupo improvisado de (a cada cual más raro) individuos que se ven obligados a cooperar ante la amenaza de un mal mayor. El desarrollo de su trama es predecible en cuanto se comienzan a dar las primeras señales de misterio y tan solo las escenas de acción y el humor son capaces de hacer que esta epopeya western sea entretenida.
Por otra parte, Borderlands es ese producto en el que sus personajes son unos eruditos a la hora de controlar poderes que aparecen en el momento adecuado y que, de repente, parece que siempre han formado parte de ellos. Algo así a lo Rey en la última trilogía de Star Wars. Tampoco creo que los villanos estén a la altura de los personajes y estos no parecen hechos más que para justificar una odisea cargada de violencia.
Porque sí, no puede ser Borderlands y no encontrar violencia desde casi el primer minuto de metraje, aunque esta parezca pecar de no querer ser demasiado gráfica para acercar la cinta a un público más generalista y, a veces, diría que incluso familiar. No es un The Boys con vísceras de un lado para otro, cabezas que explotan o escenas impactantes. Más bien es una constante de momentos frenéticos, grandes coreografías y espectaculares movimientos pistoleros que, en conjunto, funcionan.
"De una producción de Hollywood no se podría esperar otra cosa que, al menos, espectacularidad"
Lo mismo ocurre con los efectos especiales. De una producción de Hollywood no se podría esperar otra cosa que, al menos, espectacularidad. Sus efectos especiales son un despliegue de tecnología en el que cada explosión, disparo o paisaje no huele a barato. Es cierto que hay algún momento mejorable, pero hasta en Deadpool y Lobezno de Marvel hay escenas que huelen a CGI.
Entonces, ¿dónde está el problema de Borderlands? ¿Por qué está recibiendo críticas mixtas, más bien tirando a negativas? En primer lugar, cuando se adapta un mundo tan querido por una comunidad, es fácil encontrar fallos y, aunque Borderlands se esfuerza por integrar detalles fanservice, hay otros puntos que distan mucho de lo que podían esperar los fans. Lejos de ser café para cafeteros, parece que esta adopta una actitud hollywoodiense en la que no deja de ser un producto que tiene que ingresar dinero ante todo y eso provoca que se aleje de la esencia más pura de los juegos y aporte una visión más populista.
Borderlands no es un desastre. No es una representación que de vergüenza ajena (que las hay) ni su ejecución es pésima, pero se queda lejos de ser el producto de gran calidad que muchos demandan. No es una obra de arte cúlmen que haya conseguido equipararse al producto original, pero entretiene. Es mejor ir a verla con una mentalidad abierta. Podría haber sido unos Guardianes de la Galaxia de James Gunn, pero no es así. Tampoco es un Escuadrón Suicida desastroso. ¿Es una oportunidad perdida? Eso es algo que el tiempo dirá.
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