Nintendo y la Yakuza: Así pasó la mafia japonesa de comprar cartas hanafuda a boicotear la SNES

Nintendo y la Yakuza: Así pasó la mafia japonesa de comprar cartas hanafuda a boicotear la SNES
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Nintendo es la corporación dedicada al videojuego más grande del mundo. Es normal, por lo tanto, que haya llamado la atención en numerosas ocasiones de la yakuza, la temible mafia japonesa. Estos son algunos de los momentos, de los que tenemos constancia, en que ambas se han encontrado.

La mayoría conocemos la yakuza por la extraordinaria saga de videojuegos firmada por Toshihiro Nagoshi, pero esta mafia japonesa en realidad es muchísimo más. Es una de las instituciones del crimen organizado más peligrosas del mundo, y una de las más ricas, que no solo controlan con puño de hierro la mayoría de negocios ilegales de Japón, sino también aspectos significativos de las esferas económica, política y social del país. La yakuza, de una manera u otra, siempre aparece en todas las historias de empresas de éxito, y la industria del videojuego no es una excepción. Se dice, por ejemplo, que un clan yakuza trató de apoderarse de Konami cuando esta empezó a despuntar, viéndose obligado su presidente entonces, Kagemasa Kozuki, a pedir ayuda a un clan rival para mantener su independencia. Se ha mencionado, también, que algunos estudios de renombre fueron fundados por yakuzas, por considerarlo un negocio de futuro, aunque maltratando de forma inhumana a sus trabajadores por el camino. O que algunas desarrolladoras utilizaban a clanes yakuza para desbaratar círculos de pirateria de sus juegos, establecidos, irónicamente, por otros clanes mafiosos.

Sin embargo, no hay ninguna empresa que haya tenido más "encontronazos" con la yakuza que Nintendo. De hecho, hay quien podría asegurar, y así lo afirman algunos historiadores, que sin su mediación la corporación de Kioto no sería la empresa que es hoy en día. La relación de Nintendo con la yakuza se remonta a sus orígenes, a finales del siglo diecinueve, cuando la empresa no era más que un pequeño taller artesanal dedicado a la producción de cartas Hanafuda.

Cartas Hanafuda. Fotografía original de Yamanaka Tamaki.
Cartas Hanafuda. Fotografía original de Yamanaka Tamaki.

Las Hanafuda, también conocidas como cartas flor, fueron la respuesta del pueblo japonés a la prohibición del juego, a mediados del siglo diecisiete, por el shogunato Tokugawa. A primera vista las Hanafuda no tenían ni números ni ninguna apariencia de jerarquía, por lo que sus poseedores podían afirmar que las guardaban exclusivamente por su valor artístico. Pero en realidad, tras sus exquisitas formas, se escondía un sistema de puntuación con el que podían competir varios jugadores, por lo que pronto aparecieron casinos ilegales en los que las Hanafuda eran la atracción principal. Cuando Fusajiro Yamauchi fundó Nintendo en 1889, su taller se dedicaba exclusivamente a confeccionar estas cartas, las cuales empezó a fabricar en grandes cantidades gracias a métodos de producción en masa que había ideado. Su objetivo: los clanes yakuza de Kioto, que necesitaban nutrir sus casinos ilegales, constantemente, de nuevas barajas. Florent Gorges, seguramente el mayor cronista de la historia de Nintendo, asegura que unas setenta salas de juego de la urbe nipona usaban las cartas de Yamauchi, las cuales gastaban, cada una de ellas, cincuenta barajas al día.

Nintendo y la Yakuza: Así pasó la mafia japonesa de comprar cartas hanafuda a boicotear la SNES


Nintendo y la Yakuza: Así pasó la mafia japonesa de comprar cartas hanafuda a boicotear la SNES

Pero como sabemos, la Nintendo fabricante de barajas de cartas tenía los días contados. A mediados de los años sesenta la corporación se convierte en una fabricante de juguetes, y una década más tarde en el estudio de desarrollo de videojuegos que conocemos en la actualidad. Poco a poco la empresa en manos de Hiroshi Yamauchi, tercera generación del clan familiar en liderar Nintendo, creció hasta convertirse en una de las corporaciones más grandes del mundo. Era cuestión de tiempo que la yakuza volviera a cruzarse en su camino.

Según David Sheff, autor de Game Over: Press Start to Continue, el mayor encontronazo de Nintendo con la mafia japonesa sucedió a finales de 1990, coincidiendo con el lanzamiento de Super Nintendo en territorio nipón. La expectación por el sistema de dieciséis bits era brutal. Se reservaron más de millón y medio de unidades en las tiendas, de las cuales Nintendo solo fue capaz de producir a tiempo unas trescientas mil; por lo que el 21 de noviembre, fecha oficial de lanzamiento, los alrededores de los principales centros comerciales quedaron totalmente bloqueados por muchedumbres de aficionados que querían hacerse con el sistema antes que nadie. Super Nintendo era el objeto más deseado del momento y la yakuza quería aprovecharse de eso. La directiva de Nintendo había oído un rumor que aseguraba que uno de estos clanes planeaba secuestrar algunos de los camiones que partían de las fábricas llenos de consolas para venderlas por su cuenta en el mercado negro. Por lo que Yamauchi e Hiroshi Imanishi, su mano derecha, trazaron un plan para evitar a la yakuza, ordenando que los camiones partieran con su valiosa carga a medianoche, en total secretismo y avisando solo a unos pocos. Así todas las consolas y juegos de lanzamiento llegaron a salvo a su destino, aunque la mayoría de los que reservaron la consola se quedarían igualmente sin ella.

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Más recientemente, John Szczepaniak desveló, en su fabuloso The Untold History of Japanese Game Developers, la historia de un desarrollador japonés a quien secuestraron a su hermana para coaccionarle a que dejase de colaborar con Nintendo. Szczepaniak, por la seguridad de este desarrollador, nunca ha revelado ni su nombre, ni el proyecto de Nintendo en el que había trabajado, ni el clan mafioso que le amenazó, pero en sus páginas revela la realidad de muchos desarrolladores que, en el ejercicio de su trabajo, se han topado con la mafia japonesa. En esta entrevista se acusa directamente a empresas de renombre de haber colaborado activamente con la yakuza, ya que, en sus palabras, al regularse la industria bajo las leyes del negocio del entretenimiento, ésta funciona bajo la misma legislación que la industria para adultos, por lo que las mafias se encuentran como pez en el agua.

El propio Szczepaniak asegura en su libro que hay muchísimas más historias oscuras de la industria del videojuego japonés en las que la yakuza ha tenido un papel predominante. Desgraciadamente, el poder de estos clanes es tan grande que la verdad siempre acaba por ser silenciada. Es seguro que Nintendo, como tantas otras empresas de éxito en Japón, ha tenido otros encontronazos con la mafia nipona, aunque solo tenemos constancia de los explicados aquí. Solo el tiempo dirá si, algún día, conoceremos más de estas escabrosas historias.

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Una lectura:

Untold History of Japanese Game Developers vol. 2

Es difícil quedarse con un solo volumen que trate este tema, porque todos lo hacen solo de pasada. Así que, ni que sea para ser un poco original, os recomiendo la obra de Szczepaniak, uno de los mejores cronistas de la historia del videojuego japonés, que en su volumen dos trata la relación de la yakuza con los videojuegos.

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